Quito. 19 dic 99. (Editorial) Bolívar Echeverría presentó en Quito
su último libro, Valor de uso y utopía, y dictó un curso sobre el
tema esta semana en la Universidad Andina. Al momento, Echeverría
es considerado el teórico y filósofo más importante del país. Sus
títulos incluyen un doctorado por la Universidad de Berlín y otro
por la Universidad Autónoma de México (UNAM), donde Echeverría
es catedrático.

En una conversación con este Diario, Echeverría explicó las
variaciones de la modernidad como categoría civilizatoria. El
filósofo considera que las propuestas alternativas a la
civilización moderna capitalista las podrían proponer movimientos
sociales como los zapatistas o los Sin Tierra de Brasil.

Usted habla de variantes de modernidad (premoderno,
heteromoderno, posmoderno). ¿Cuál se aplica al Ecuador?
La idea que tenemos es de que vivimos en una época moderna, que
todo el mundo se encuentra modernizado. Yo planteo que la
modernidad es una categoría civilizatoria que ha intentado
imponerse a lo ancho del mundo, pero que no ha logrado más que
ser dominante y no ha eliminado otros proyectos que están allí.

Yo propongo clasificar los distintos frentes en los cuales la
modernidad, ha entrado en una especie de componenda con otras
formas civilizatorias que existieron antes, y que, enfrentadas
con la modernidad son deformadas, alteradas, premodernizadas. La
premodernidad es el esfuerzo de la modernidad por apoderarse de
esas formas que la han recibido pero que no aceptan el proceso.

¿Es eso Ecuador?

Por ejemplo, nosotros experimentaríamos un proceso de
premodernización muy fuerte. Tenemos formas como la colonia y la
época prehispánica que no han sido modernizadas pero sí
premodernizadas.

Usted explica que la modernidad revierte la relación del hombre
y la naturaleza de la dependencia a la imposición. ¿Eso sucederá
en comunidades indígenas?

Es un ejemplo de premodernización; formas de cultivo de la
tierra, visiones que no han sido sustituidas por esta nueva
civilización que dice que lo principal es la tecnología. Si
serán sustituidas es la pregunta que queda. Porque lo que
enfrentamos es el fracaso de la modernidad y el refuerzo de
esquemas civilizatorios previos. Hay muchas voces y movimientos
para retornar a esta visión en la que la relación principal del
hombre con la naturaleza sea esta del trabajo agrícola o
agropecuario. Pero la cuestión es más compleja porque en la
modernidad confluyen fenómenos heteromodernos y posmodernos.

Realidades heteromodernas como las prehispánicas no solo son
anteriores a la época moderna de Europa, sino que tienen esbozos
civilizatorios ajenos a la línea de Occidente. Es decir que
provienen más bien de civilizaciones orientales.

¿Una relación con Oriente?

El principal parentesco de las civilizaciones prehispánicas
demostrado bastante por la antropología es con las sociedades que
precedieron a las sociedades orientales. La civilización
prehispánica es de otro orden, otra línea. Esto no occidental no
es vencido por lo Occidental pero es occidentalizado. Esto es la
heteromodernización.

¿Y lo posmoderno?

En los intentos de organización de nuestras sociedades de los
últimos siglos han aparecido esbozos de una organización capaz
de ir más allá de la modernidad. Muchos planteamientos de la
izquierda revolucionaria, que no triunfaron como movimientos
políticos, han dejado su impronta como esbozos de una
organización utópica que rebasaría a la modernidad capitalista
y sería socialista o comunista.

Sin embargo los gobiernos buscan la modernización...
Así es. Es un desfasamiento muy fuerte. Las sociedades que se han
modernizado están experimentando el agotamiento del esquema
civilizatorio moderno. En ciertas regiones de Norteamérica y
Europa la modernidad ha perdido justificación. Sin embargo,
nuestros países buscan aquello que ya está siendo desechado.
¿Queremos llegar a ser eso que aquellos que ya son no quieren más
ser?

¿Cuál es la alternativa?

Quienes hablamos de esto lo hacemos muy en sentido criticón pero
no en sentido propositivo. Las propuestas no vienen de quienes
tratamos de explicar esta situación, sino de aquellos que son
parte constitutiva del problema. Habría que plantearle la
pregunta al Movimiento Sin Tierra en Brasil o a los Zapatistas
de México.

¿Los pensadores posmodernos enfrentan esta falta de alternativas?

Sí, así es. Lo que hay entre ellos es un de escepticismo frente
a toda propuesta y toda utopía. Parte del espíritu posmoderno es
abandonar todo intento de criticar, porque se supone que se hace
una crítica desde la postulación de algo diferente a la utopía
en esa medida los críticos de todo utopismo no proponen nuevas
sociedades. Ellos están en la experiencia de la inutilidad tanto
de la propuesta como de la crítica.

¿Son conservadores?

Yo creo que muchos, tal vez no los más fuertes (Lyotard, Derrida,
Baudrillard), pero otros sí tienen un componente conservador y
hasta reaccionario.

¿Puede explicar su tesis de la generación artificial de la
escasez?

La modernidad, lejos de buscar un aprovechamiento de la
abundancia y el desarrollo, lo que hace es por razones puramente
formales y del modo del capitalismo, reproduce una situación se
escasez absoluta que es artificial. Lo que decía Marx es que para
que funcione la economía capitalista es necesario que haya una
masa de desocupados.

¿Hay una ingerencia de los medios en el proceso de crear
necesidades artificiales y un juego eterno de consumo?

Por supuesto. Hay un autor que dice que el desperdiciar es un
punto esencial del capitalismo. Y una de las formas de
desperdiciar es crear un universo de necesiades totalmente
superfluas. En este terreno los mass media cumplen una función.

Son ellos los encargados de desviar las pulsiones de las
necesidades sociales a otros campos artificiosos y propios del
consumo.

¿Vamos a volver al pensamiento mítico ante la crisis de la razón?

La mitopoyesis no ha dejado nunca de existir y es importante en
sociedades que se precian de racionales. El fundamento del
capitalismo es sumamente mágico. Vivir en un mundo de mercancías
nos hace comportarnos igual que las sociedades primitivas en
relación con sus fetiches. La mercancía es un fetiche y los que
somos modernos y racionales confiamos en que la mercancía sea
capaz de socializarnos. (DIARIO HOY) (P. 7-B)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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