Quito. 12 sep 98. ¿Cuál es la percepción que tienen los
empresarios sobre el avance de las negociaciones Ecuador-Perú?


Primeramente debemos enfocar claramente que las negociaciones
se están llevando en el marco del Protocolo de Río y, por el
momento, estimo que hay una mala difusión de la información a
la población. Lo primero es informar que negociamos un tratado
de paz y navegación, dentro del Protocolo y en ese contexto
debemos hacer lo mejor, enmarcados en la realidad y tratar de
que ambas partes puedan llegar a un final feliz. Hay que
asegurarse de que el pueblo esté consciente que se negocia no
una enorme cantidad de terreno sino muy poco, que es simbólico
e importante, pero también lo es llegar a acuerdos.

¿Cómo dice que no hay suficiente información si tras el
Gobierno de Sixto Durán Ballén, quien admitió negociar en el
marco del Protocolo, otros tres gobiernos fueron por la misma
línea?

Las negociaciones estuvieron paralizadas por mucho tiempo. Fue
en la administración de Borja cuando se planteó el arbitraje
papal, pero el Perú no aceptó y, en cambio, propuso el
peritaje. Ninguno de los dos planteamientos pasó. Y, con la
guerra del Alto Cenepa, las concesiones que se pudieron hacer
en función de esas propuestas quedaron truncas. Ahora
negociamos bajo el Protocolo lo que es una gran diferencia y
nunca se le habló al pueblo ecuatoriano con claridad. La
población aún piensa en un país amazónico. Ahora hay que decir
que eso será por un tratado de navegabilidad no porque nuestra
frontera llega hasta la margen norte del Amazonas.

Este y los anteriores gobiernos tienen sus argumentos: dijeron
que recurrieron a sectores como las cámaras, medios de
información, Congreso... ¿Cómo se puede hablar de falta de
información?

A nivel de Cámaras de la Producción se nos ha informado, pero
nuestra obligación no es difundir porque eso le toca al
Gobierno. No queremos entorpecerla con comentarios o
sugerencias, puesto que si emitimos un pronunciamiento
conciliador se nos calificaría de débiles o entreguistas y si
son comentarios fuertes, serían calificados como provocadores.
El avance de las negociaciones se ha difundido en los altos
niveles, pero es el pueblo quien debe saber ya que es el que
pone la gente en caso de guerra.

¿Falló una estrategia de comunicación?

Definitivamente. La comunicación hacia adentro no hubo. No
quiero decir con esto que critico a los negociadores: han
hecho su labor con patriotismo.

Pero gremios como las Cámaras de la Producción y usted mismo
señalaron que respaldarán las negociaciones. ¿Tal vez no le
está dando al Gobierno un cheque en blanco en esta
negociación?

No se puede hablar de un cheque en blanco porque debemos saber
el resultado final. Un cheque en blanco podría significar que
entreguemos todo el país. Sin saber los detalles y las
propuestas del presidente Mahuad nos imaginamos que son
adecuadas. Lo que sucede es que la información que posee el
adversario es contraria a la nuestra. La televisión peruana
informaba que soldados ecuatorianos estaban en territorio
peruano. Fue difundido así y aceptado así. Y lo denuncian
porque lo captan así. El pueblo ecuatoriano no piensa que
nosotros hacemos concesiones, sino que nos hacen un favor.
Cada pueblo tiene su percepción. Pero la negociación es llegar
a un justo acuerdo para ambas partes.

Usted parece no compartir la estrategia de Cancillería. ¿En
qué falló; cómo debió conducirse?

La Cancillería no ha peleado como debería hacerlo desde 1942 y
no se puede decir que existe una mala negociación, pero no
hubo un proceso bien hecho y continuo, como el denunciar, por
ejemplo, el Protocolo de Río ante cortes internacionales.
Ahora, después de más de 50 años, nos encontramos cuesta
arriba. No se ha negociado bien y no se le puede echar la
culpa a este Gobierno.

Usted ha referido que de alguna manera dejamos de lado el
símbolo que significó sentirnos país amazónico y Ecuador se
vería avocado a crear nuevos símbolos. ¿En ese contexto qué
opciones plantea?

Pienso que el símbolo que debe identificar a los ecuatorianos
es la consistencia. Nuestro país en lo físico es rico, pero en
contraste, la población es pobre. La globalización sería una
ventaja para nosotros, pero debemos modernizarnos. Si no lo
hacemos, seremos un país pequeño sin interés. Si ganamos la
guerra comercial, creceremos y reduciremos el 20 ó 30 por
ciento de pobreza extrema.

Usted cuestiona, en este sentido, el concepto de soberanía.
Hay una población que no entiende los derechos territoriales.
¿Cuál es su criterio?

Para cualquier tipo de reacción debemos ser un país
desarrollado. La soberanía está en cada habitante aunque
tampoco se puede vivir pisoteado. Mi pregunta es si un país
pobre es soberano y libre. Una persona que no come bien no es
soberana.

¿La soberanía no está en el territorio?

Está en el individuo. No se puede vivir indignamente. Pero sí
debemos ser conscientes que debemos ser un país desarrollado y
no un pobre.

Pero los empresarios son cuestionadores. ¿Díganos qué aporte
dan al proceso: no solo de conseguir la paz sino forjar nuevos
símbolos y nuevos conceptos de la soberanía que usted plantea?


Nuestra contribución es generar riqueza creando nuevas
empresas. No obstante, el sector ha vivido con intereses altos
en los últimos diez años y sobrevivir así, es una proeza. No
se incrementaron nuevos negocios pero sí los bancos, porque se
dieron cuenta que era más rentable. En las empresas era mejor
tener como gerente un hombre de finanzas. Pero aún no hemos
entrado en reformas de primera generación como la
modernización que hemos acariciado tímidamente y menos aún en
reformas de segunda como educación y justicia. Además, los
empresarios debe ofrecer capacitación continua.

Los empresarios estarían condicionando el respaldo a un
programa económico a una solución del problema limítrofe sobre
la misma base que no llegará la inversión extranjera a un país
en riesgo de un ataque o de sumirse en un conflicto bélico.
¿Así le quita piso a cualquier salida del Gobierno a que tome
acciones internas en materia económica que considere
necesarias?

Eso no es así. En ese caso se estaría metiendo la política de
por medio. Las empresas no esperan estas decisiones, ni
siquiera para definir sus planes. En materia económica, las
cosas se deben hacer, pero no es menos cierto que el Gobierno
tiene sus cálculos políticos, y optará por una u otra opción
aunque se debe reconocer, insisto, que mientras el problema
exista, la inversión extranjera será difícil.

Las instancias a las que ha llegado la negociación haría
prever que un acuerdo estaría cerca; pero, como usted lo ha
dicho hay símbolos que aún marcan a los ecuatorianos,
inclusive son personajes con una gran influencia sobre
determinados segmentos de la población y manejan conceptos
como el de la herida abierta. ¿Cuán fácil es ingresar a una
nueva etapa?

Por un buen tiempo debemos olvidar el pasado y dedicarnos a
reconstruir al país y a reorientar al pueblo ecuatoriano.

¿Olvidarnos del pasado no implica una actitud entreguista a
una salida de cualquier forma?

No es entreguismo, mientras sea una negociación: esto es, que
ambas partes cedan posiciones está muy bien, porque así
solucionamos un problema.

De las reuniones con el presidente Mahuad y de lo que ha
informado. ¿Tienen claro cuál es el plazo en el que aspiran
que el tema esté resuelto?

Mientras sea el más corto posible será mejor, pero eso no
quiere decir que por la rapidez se pierda capacidad de
negociación.

Usted ha sido muy incisivo en términos de que la Cancillería
no desarrolló una política coherente de comunicación, pero el
Presidente sí ha informado cuáles son los puntos precisos en
desacuerdo y las divergencias sobre los pareceres que son
aspectos técnicos y jurídicos. En ese perfil no reconoce que
es fácil hacer una campaña de difusión que contenga esos
elementos y no se constituya en un elemento distorsionador?

Eso es fácil de hacer, existen técnicas modernas y personal
especializado. Es cuestión de una estrategia de comunicación.
Aún se piensa que el pueblo ecuatoriano conoce del tema y del
Protocolo. Eso no es así ya que siempre se nos ha enseñado que
el Protocolo es nulo y el Amazonas es la frontera.

Respecto a lo que debe ser la demarcación de la frontera no
delimitada y la fijación de acuerdos binacionales como el
libre navegación, integración fronteriza, entre otros.
¿Considera que es una salida adecuada?

Va a ver un tratado de integración fronteriza y un tratado de
libre comercio mucho más avanzado. La experiencia y la
historia nos demuestran que cuando se abren los mercados, los
intercambios se aumentan en cinco o seis veces más, como lo
sucedido con Colombia. Eso va a pasar con Perú.

Por eso creo que en estos últimos años hemos perdido mucho más
por defender símbolos y ahora vemos una realidad muy distinta.
(Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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