Quito. 23.10.91. Las versiones contrapuestas de la historia de
límites entre el Ecuador y el Perú no se detuvieron en la
interpretación de las cédulas reales y las antiguas
delimitaciones en su frontera. Los dos países se han acusado
mutuamente de ser "invasores" y "expansionistas" luego de los
tratados, hasta la firma del Protocolo de Río de Janeiro, en
1942.

El bueno y el malo

Las dos interpretaciones históricas han sido maniqueístas. Yo
soy bueno. El vecino es malo. Y viceversa.

Después del Tratado Pedemonte Mosquera (1860), las acusaciones
que se cruzaron se refieren a intentos de colonización en los
territorios de la Amazonía.

El historiador peruano Sánchez Aizcorbe asegura: "en 1887,
Ecuador, que ha aprovechado la situación del sur (la guerra
del Pacífico, entre Chile y el Perú) para infiltrar pobladores
en territorios ecuatorianos, vuelve a hacer una concesión en
los mismos. El Perú desangrado, cede en esta oportunidad a las
pretensiones ecuatorianas, y Cáceres firma el Tratado García
Rueda, por el cual le otorga a Ecuador salida al Marañón". El
autor se refiere, seguramente, al Tratado Herrera García (2 de
mayo de 1890), que fue firmado bajo la Presidencia de Antonio
Flores Jijón. En ese Tratado, según la historia ecuatoriana,
se reconoce al Perú sus derechos sobre el Amazonas.

Al igual que el Tratado Pedemonte Mosquera, el Herrera García
no es reconocido por el Congreso peruano, y el desacuerdo
sobre la delimitación de las fronteras entre los dos países
continúa. Cada uno fija la interpretación de su territorio a
su conveniencia.

Para arreglar las diferencias se solicitó un arbitraje del rey
de España, a fin de que delimitara las fronteras entre los dos
países. En 1910, luego de 20 años de estudio, seis tomos de
alegatos y 10 de anexos, el rey Alfonso XIII se disponía a dar
su fallo, pero nuevamente las tensiones entre los dos países
salen a flote.

Según los historiadores que se han ocupado del tema este
fallo daría salida al Marañón al Ecuador.

"Túmbez, Marañón o la guerra"

"Pero Alfaro, político liberal, en pugna con los conservadores
de Quito, puso el grito en el cielo. Declaró que si la salida
era solo hasta el Marañón, Ecuador no aceptaría el fallo. Solo
lo haría si la frontera se fijaba en el Amazonas y con el
Brasil", continúa Sánchez de Aizcorbe.

En los manuales de historia que se utilizan en los colegios
ecuatorianos se afirma: "cuando se realizaba el proceso de
arbitraje del Rey de España, el gobierno del Perú preparaba
una segunda invasión a nuestro territorio: el presidente Eloy
Alfaro se trasladó a la provincia de El Oro a dirigir la
defensa, levantando el amor a la patria con su célebre frase
Túmbez, Marañón a la guerra". Como no se llegó a ningún
acuerdo, los dos países siguieron proclamando su derechos
sobre la zona, los dos basándose en el "utis possidetis
juris", es decir el derecho que nace de la "posesión actual",
hasta que una decisión diplomática lo resuelva.

Entre tanto el Ecuador firmó el Tratado Muñoz Vernaza Suárez
(1916) con Colombia, cediendo parte de sus territorios
amazónicos a este país. Seis años más tarde, Colombia traspasó
ese mismo territorio al Perú.

Nueva mediación

Frente a estos fracasos, Ecuador pidió la intervención de
países amigos como Brasil, EEUU y la Argentina. Estas
negociaciones culminan en el protocolo Ponce-Castro, firmado
en Quito en 1924, con el propósito de determinar zonas de
recíproco reconocimiento, con el arbitraje del presidente de
los EEUU.

Un cambio de gobierno en el Ecuador (1925) y la falta de
reconocimiento del Perú de ese gobierno; la condición impuesta
por el Perú de que las negociaciones se realizasen luego de
resuelta la cuestión peruano-chilena; el incidente de Leticia
entre Colombia y Perú son, entre otras razones señaladas por
el ex canciller ecuatoriano Luis Valencia, las postergan el
cumplimiento de ese Protocolo. El 6 de julio de 1936 se
suscribió en Lima un Acta por la que se determinó que el
arbitraje previsto en el Ponce-Castro sería de derecho, y que
los dos países mantendrían en statu quo de sus posesiones
territoriales hasta el término de las negociaciones en
Washington. Los ecuatorianos interpretan estas postergaciones
sucesivas como "mala fe" de parte de sus vecinos , lo que
explica la invasión de 1941, "pues (el Perú) no tenía
esperanza alguna en el campo de la negociación diplomática y
del derecho".

Para los peruanos, el Ecuador abusó de las negociaciones que
se llevaban a cabo ya que "en 1938, en Washington, los
ecuatorianos plantearon de arranque sus pretensiones sobre
Túmbez, Yurimaguas e Iquitos. Y no hubo más que hablar". El
Perú prosiguió con la protección inmediata de las fronteras,
lo que en el Ecuador fue interpretado como una actitud bélica.

El Ecuador culpó al Perú de preparar la invasión de 1941 con
muchos años de anticipación, y se autocalificaó durante estos
años como pacificador. El Perú, por su cuenta, aseverará que
su posición fue únicamente defensiva.

Nuevamente cada uno de los países tiene sus argumentos para
acusar al vecino, pero esta vez es el fantasma de la guerra
que acosa esta frontera tan discutida. (7A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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