Ernesto González, jefe de la fuerza, dirigió una visita a repartos de Esmeraldas para ver la vida de los soldados



La misión de las Fuerzas Armadas en la frontera norte es básicamente de contención, para evitar que ingresen en el país fuerzas regulares e irregulares externas y contrarrestar el tráfico de drogas, armas, precursores químicos, cultivos ilícitos, fugas de combustible e injerencia de bandas delictivas.

El dispositivo incluye el control permanente de la franja fronteriza con Colombia de 720 kilómetros y operaciones especiales en los límites internacionales y en el interior del país, todo bajo la dirección del Comando del Grupo de Tarea 1, con sede en Ibarra, y la coordinación con la Policía y otros estamentos estatales.

Algunas facetas de esa misión fueron mostradas a la prensa por el Ejército ecuatoriano durante un recorrido de dos días por la provincia de Esmeraldas, en el que se apreció las condiciones reales en las cuales los soldados ecuatorianos cumplen su misión con limitaciones especialmente tecnológicas, en el mayor de los casos.

Participaron de esa demostración periodistas de varios medios, tres asambleístas, el gobernador Raúl Chiriboga, funcionarios de Defensa del área de derechos humanos, militares de distintos rangos y adiestradores militares. Ernesto González, comandante de la Fuerza Terrestre, dirigió esa actividad acompañado del director de operaciones terrestres, Julio Mancheno.

González precisó que la función de las FFAA no puede definirse como tareas de "yunque", ya que este concepto implica una asociación militar con Colombia (que sería el martillo), que no existe y la Constitución prohíbe. Más bien es una acción de contención que involucra la presencia permanente de 5 mil o 6 mil hombres en el cordón fronterizo, dijo.

Wilson Salinas, comandante del Batallón de Infantería Motorizado (Bimot 13) de Esmeraldas, señaló las áreas de control correspondientes a esa unidad, los agentes de riesgo de la zona y las actividades de contención contra esos fenómenos.

Entre las amenazas permanentes, el oficial citó la presencia de la columna Daniel Aldana del Frente 29 de las FARC al otro lado de la frontera y la incidencia de Aguilas Negras, aparentemente vinculadas a las volantes amenazantes aparecidas en Quinindé y La Concordia, que son, junto a Atacames, zonas de su responsabilidad, al igual que lo es el destacamento Tobar Donoso, ubicado en el extremo noroccidental de la provincia del Carchi.

La exposición del dispositivo de seguridad en esas áreas incluyó una visita a Tobar Donoso que fue hecha en los helicópteros usados para el relevo de fuerzas en esa zona innaccesible: un Super Puma (francés) y un MI (ruso).

Los jefes militares explicaron que una vía de conexión entre los dos puntos se halla suspendida por criterios de seguridad, pues la conexión podría servir más ahora a los objetivos ilegales que se mueven por la zona, que a fines legítimos de desarrollo.

Un militar comentó que ha visto a miembros del Ejército colombiano llegar en helicóptero a una pequeña explanada frente a Tobar Donoso, donde han recorrido el área, hecho detonaciones y salido. De hecho, esa constituye la única presencia de fuerzas regulares de ese país, señaló.

A orillas del río San Juan, del lado colombiano, se observa una mina de oro ubicada diagonal al poblado de Tobar Donoso. Esa actividad, cuenta, ha atraído a muchos colombianos que se alojan en el poblado. El teniente Jonathan Aguayo, jefe del reparto, explicaba que hace días atrás un grupo grande de colombianos pidió autorización para subir al destacamento y usar sus teléfonos celulares, pero el pedido fue negado al no tener certeza de sus reales intenciones. (LB)

Las miradas recelosas en Tobar Donoso

Hasta el momento, el helicóptero es el único medio para llegar al destacamento Tobar Donoso, ubicado en un mirador natural (100 metros) que está sobre la confluencia de los ríos San Juan y Comumbí. A su vez, ese sitio está localizado a unos 24 kilómetros -al interior y en línea recta- de la vía Ibarra-San Lorenzo, entre un encañonado boscoso.

Del lado ecuatoriano, está el poblado de Tobar Donoso, en donde se notó cierto ajetreo a la llegada del nutrido grupo de personas entre civiles y militares vestidas de camuflaje. El ruido de motosierras en varios puntos de la selva fue intenso por varios minutos, luego se apagaron.

Algunos lugareños se mostraron recelosos y otros simplemente evitaban el contacto con los visitantes. Aún así, no faltaron los pedidos del vicepresidente de la Junta Parroquial, Manuel Rodríguez, miembro de la etnia awa que habita en esa zona. El dirigente se lamentaba del aislamiento con el interior del país y destacaba la comunicación fluida con el lado colombiano.

De hecho, fue notorio el acento colombiano en pobladores que accedieron a hablar. Según sus testimonios, allí se sintoniza estaciones colombianas y se consumen productos elaborados en dicho país. En la esquina de una pequeña plazoleta se ve un afiche de Movistar (colombiano), aunque la señal "solo coge arriba en el destacamento".

Los jefes militares tomaron nota de la carencia de agua potable y fluido eléctrico, con la perspectiva de compartir los servicios básicos que tiene el destacamento militar. (LB)
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