Quito. 04.01.95. El pasado 1 de octubre se cumplieron dos años
de vigencia de la zona de libre comercio colombo-ecuatoriana.
A ella se arribó luego de muchos años de fracasos y
frustraciones del Acuerdo de Cartagena en el que,
paradójicamente, imperaban los mecanismos para no hacer la
integración ni liberar el comercio. Listas de excepciones,
nóminas de reserva, mezquinas nóminas de comercio
administrado, cláusulas de salvaguarda, todo orientado por
burocracia ineficiente, eran las normas de las relaciones
comerciales entre los países andinos.

A dos años de la iniciación del libre comercio entre Colombia
y Ecuador, los resultados son bien contrarios al panorama
descrito anteriormente: los empresarios de uno y otro país
dejaron sus temores y se convencieron de que la integración y
libre comercio son caminos efectivos para el progreso
económico; la balanza comercial binacional pasó de un volumen
que oscilaba entre US$ 80 y US$ 100 millones al año a US$ 230
millones en 1993 y a US$ 407 millones en 1994. Se espera,
según proyecciones basadas en el comercio enero-abril del
presente año, que dicho comercio binacional al cerrar 1994
llegó a US$ 550 millones, con participación de manufacturas en
el 80% y con paulatino y persistente acercamiento al
equilibrio de la balanza, tradicionalmente deficitaria para el
Ecuador.

Ese desequilibrio tan sólo llegó a US$ 30 millones en 1993,
aproximadamente. Directa consecuencia de la vigencia de la
zona de libre comercio es el aumento del flujo de la inversión
colombiana en el vecino país. Cuatrocientas empresas
ecuatorianas tienen participación de capital colombiano y de
ellas 50 registran vinculación mayoritaria de capitales
provenientes de Colombia. Las industrias de las flores, de la
editorial, de bebidas y la agroindustria en general, son
receptoras de esas corrientes colombianas de inversión.
Comienza a despertarse el interés del inversionista
ecuatoriano en la economía colombiana. Tal inversión es
notoria en el sector bancario, importantes bancos ecuatorianos
se vinculan a Colombia, bien a traves de alianzas o con
inversión directa.

Aun subsisten obstáculos por remover

Desde luego aun hay obstáculos que impiden el libre flujo del
comercio binacional y andino en general. Un inventario de lo
mas importante de ellos es el siguiente:

- Las estructuras vial y administrativa de las aduanas todavía
no se han sincronizado total mente con la operación de una
zona de libre comercio. Viejos resabios burócratas aduaneros,
se resisten a desaparecer; falta de construcción de centros
nacionales de frontera en Venezuela y Ecuador; la no
armonización de los horarios aduaneros en las fronteras, son
algunas de aquellas fallas administrativas.

En el caso de Colombia y Ecuador, la inmediata inauguración
del puente sobre el río San Miguel y la construcción ya
financiada de la carretera Tumaco-Esmeraldas, diversificaran
los puntos de contacto vial en la frontera, contribuyendo así
a la normalización del transporte terrestre actualmente
circunscrito a la vía Tulcán-Ipiales, circunstancia que
propicia el incumplimiento de la Decisión 257 del Acuerdo de
Cartagena.

Igualmente debe resaltarse que tanto Colombia como Ecuador
modernizaron y actualizaron sus legislaciones aduaneras.

- Es usual el desconocimiento de normas sobre transporte
internacional y aduanas a nivel de usuarios, transportadores y
aun funcionarios públicos.

- Hay exceso de controles policiales en las vias terrestres.
Ello propicia la inmoralidad. La mayoría de tales controles
son inocuos. Vale la pena anotar aquí que en el Ecuador se
encuentra en proceso de desmonte la Policía Militar Aduanera.

- No existen servicios adecuados al mayor flujo de mercancías
que conlleva una zona de libre comercio. Falta de bodegas, de
centros de parqueo en ciudades fronterizas, son evidentes.

- Hay exceso de trabas para el tránsito de vehículos. Los
precintos aduaneros no se homologan y no son respetados por
autoridades diferentes a las de aduana. La no expedición de
precintos, impide la abolición de guardias custodios.

- Hay cobros de alcabalas en las vias terrestres.

- No opera a cabalidad la expedición de libretas para
tripulantes terrestres.

- Hay falta de incentivos para mayor utilización del
transporte marítimo. Por ejemplo, los costos de operación en
los puertos ecuatorianos son excesivamente altos en
comparación con los colombianos. Si se acelerara la
privatización de los puertos ecuatorianos, seguramente tales
costos se reducirán, con gran estímulo para el transporte
marítimo entre Colombia y Ecuador.

Los dos grandes escollos del comercio Colombia-Ecuador

Estos escollos son: falta del arancel externo común y
transporte terrestre de mercancías. El arancel externo común,
según los propósitos expresados por autoridades andinas y de
comercio exterior de uno y otro país, estará aprobado el 1 de
enero de 1995. Ese arancel debe ser de amplia cobertura, con
mínimas excepciones y, si ellas existieren, deben regir el
menor tiempo posible. En el transporte terrestre de mercancías
Colombia-Ecuador, todavía se exige el trasbordo en frontera,
con elevación de costos, riesgos de deterioros y de perdidas,
y entrabamiento del comercio. La multiplicidad de los puntos
de contacto vial en la frontera rompiendo el tapón
Tulcan-Ipiales sin duda contribuirá a solucionar el problema
del transporte terrestre. De la misma manera, si se lleva el
conocimiento de este inconveniente a instancias mas altas,
como los despachos presidenciales de uno y otro país, y de
allí se derivan decisiones políticas para cumplir la Decisión
25 del Acuerdo de Cartagena, seguramente se llegara a pronta
solución, como aconteció con el destaponamiento del Pacto
Andino. Con arancel externo común y libre tránsito de
vehículos en frontera, se habrá dado un gran paso para que
exista de verdad una zona de libre comercio
colombo-ecuatoriana.

Organismos que trabajan por la integración binacional

Por la integración binacional entre Colombia y Ecuador y el
aumento de sus flujos de comercio, además del papel vital de
los dos gobiernos convencidos de la bondad de estas metas,
trabajan las cámaras binacionales de industria y comercio con
asiento en Quito y Bogotá, las comisiones de vecindad e
integración orientadas por las Cancillerías y el Consejo
Empresarial Colombo-Ecuatoriano de reciente creación, cuya
labor ha sido positiva pues son los empresarios quienes
directamente diseñan sus programas y políticas en favor de la
integración y el aumento del comercio binacional, con
resultados.

*Texto tomado del periódico EL UNIVERSO (Sección MUNDO
ECONOMICO)(03-01-95)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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