Quito. 15 dic 2001. (Editorial) En HOY, el 12 de diciembre, el economista
Alberto Acosta publicó una descripción de la situación actual de
Argentina.

Para entender realmente las causas fundamentales de esta crisis, que se
ha manifestado en un tremendo déficit comercial y en la incapacidad del
país de poder pagar su deuda externa, uno no puede simplemente culpar a
la convertibilidad. Aunque no soy partidario de muchas de las políticas
del FMI, para ser objetivos tenemos que reconocer que, desde 1991, la
convertibilidad y las reformas macroeconómicas han sido herramientas
eficaces para prevenir la hiperinflación y fomentar la estabilidad
económica en Argentina. Bajaron la inflación de 1 344% en 1990, el último
año antes de la convertibilidad, a 1,7% en 1995.

Nunca deberíamos olvidar que, en 1999, el PIB del Ecuador bajó en más del
7%, debido a la devaluación de la moneda y a la vertiginosa subida en los
precios. Conocemos el dolor de la inflación.

Durante mis dos años investigando la economía argentina en Buenos Aires,
llegué a la conclusión de que la gran equivocación de los argentinos fue
pensar que la dolarización es una salvación económica total, cuando
realmente solo puede ser un paso para el desarrollo de las economías
latinoamericanas. Para utilizar una metáfora, es solo una herramienta en
la caja; tiene que ser acompañada por la reestructuración bancaria, el
fomento de la productividad y de la competitividad de las industrias
nacionales, para poder competir en un mercado globalizado, una inversión
eficiente en el sector social del país y la regulación eficaz de los
servicios básicos privatizados; todos son componentes esenciales de un
programa de estabilización.

Preocupa que los líderes políticos y económicos del Ecuador no entiendan
la totalidad de las decisiones tomadas por el Gobierno argentino durante
la última década, que han provocado la crisis actual, y que solamente se
aprovechen de esta para criticar la dolarización y las reformas
económicas, que indudablemente han ayudado a cambiar drásticamente la
perspectiva de nuestro país. Como ejemplo de este mejoramiento realmente
increíble, solo quiero mencionar las proyecciones de la conocida revista
América Economía: en el 2002, la economía ecuatoriana crecerá 3,5%, la
segunda tasa más alta de Latinoamérica, después de Chile. Qué diferente
es la situación de nuestro país que hace solo dos años, ¿no?

El economista Acosta argumenta que la convertibilidad produjo el gran
déficit comercial de la Argentina, por lo cual ese país actualmente no
puede cumplir con los pagos de sus deudas. Es cierto que el déficit
comercial ha sido una de las causas principales de esta crisis, pero la
causa de esta no fue la convertibilidad en sí misma, sino el cuestionable
proceso de privatización de las empresas públicas y la falta de un
compromiso nacional para la competitividad. Solo tenemos que considerar
el servicio telefónico para tener un ejemplo claro de que la
privatización no fue acompañada por la competencia, sino que fue manejada
por consorcios monopolistas. Esto impidió la oportunidad de mejorar la
eficiencia de la economía y el servicio al cliente. La mitad del sistema
telefónico fue vendido a Telefónica, consorcio español, y la otra mitad a
Telecom, consorcio francés-italiano. El país fue dividido en dos partes,
dando un monopolio a mediano y a largo plazo para cada compañía.

Todas las privatizaciones, desde los aeropuertos y las carreteras hasta
el sistema de electricidad y agua potable, fueron infectadas por una
epidemia de corrupción. Durante los dos mandatos del presidente Menem,
estas empresas fueron vendidas no a las compañías que ofrecieron el mejor
precio y el mejor servicio sino a las que ofrecieron la mejor coima y por
eso estos bienes del pueblo se concentraron en las manos de pocos
argentinos y extranjeros.

Si el economista Acosta quiere decir que nuestro déficit comercial está
aumentando por la dolarización, para mí es difícil imaginar que la
situación sería mejor si no hubiéramos adoptado este esquema económico.
En los últimos años del sucre (1997-1999), el Ecuador experimentó los
déficit comerciales más grandes de la última década, debido a la fuga de
capital nacional como resultado de la misma inestabilidad monetaria.

Los líderes y los empresarios del Ecuador tenemos una responsabilidad:
aprender a aplicar las verdaderas lecciones del caso argentino. Si casi
todos los indicadores sugieren que el próximo año será uno de los mejores
en la historia económica contemporánea del Ecuador, no perdamos la
oportunidad de generar un compromiso nacional a la competencia, una
reforma eficaz del sector bancario, privatizaciones transparentes y el
uso de los fondos de las mismas para una fuerte inversión en el sector
social. Desde mi punto de vista, este es el camino más factible hacia el
desarrollo y la estabilización nacional.

*Graduado en Política, Economía y Estudios Latinoamericanos de la U. de
Georgetown, Washington D. C. (Diario Hoy)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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