Quito. 21 jun 2000. Un total de 4.200 millones de dólares se
pueden reprogramar desde ayer en la banca pública y privada,
dentro del proceso de reestructuración de pasivos de alrededor de
7.000 personas naturales y jurídicas que tienen deudas superiores
a los 50.000 dólares.

Para ello, las instituciones financieras iniciaron ayer el diseño
de los avisos de reprogramación de pasivos (formularios), que cada
institución deberá entregar a los deudores interesados.

Los borradores de los avisos fueron entregados ya a la banca,
según confirmó la Superintendencia de Bancos, y los deudores
deberán registrar en este documento su nombre, cédula de
identidad, su opción de reprogramación obligatoria o voluntaria,
el monto, calificación y vencimiento de su deuda y los cinco
requisitos que necesita para acceder al programa.

Muy complicado

Mauricio Pozo, de Produbanco, mira con escepticismo la aplicación
inmediata de la reprogramación, pues aduce que existen demasiadas
complicaciones y candados para que una persona natural o jurídica
pueda acceder a este proceso.

Especialmente, señala Pozo, se ponen fuertes condicionamientos
para los grupos económicos que se acojan a la reprogramación: los
integrantes del grupo deberán presentar información financiera y
económica, declaraciones juramentadas de bienes, se prohíbe la
distribución de dividendos, participaciones o utilidades a sus
socios, entre otras exigencias.

Por ello, asegura que a este proceso solo podrán acceder las
personas o compañías que verdaderamente necesitan reestructurar
sus deudas.

Además, señala que la opción más fácil y favorable para los
deudores será la reprogramación voluntaria de las obligaciones,
para acordar entre las partes interesadas las condiciones de pago
y evitar la participación de la Unidad Coordinadora de
Reprogramación de Pasivos (URP).

Mario Frixone, vicepresidente de la banca privada Aserval,
comparte la opinión de Pozo en el sentido de que la
reestructuración, tal como está concebida, es muy complicada y
exige un ajuste de los sistemas bancarios.

El proceso, explica Frixone, se iniciará con una clasificación de
los créditos, la determinación del tipo de clientes para ubicarlos
en una categoría A, B, C, D o E; ver que fórmula es aplicable para
la deuda; verificar si un deudor además es deudor de otras
instituciones financieras, determinar la normatividad de
aplicación del instructivo en cada banco y empezar con el proceso.

Pero cumplir con todos estos pasos requerirá un tiempo, que
Frixone no se atreve a señalar.

Mientras tanto, varias instituciones financieras empezaron ya a
recibir las solicitudes de reestructuración de deudas, entre ellas
el banco del Pichincha, que según Andrés Hidalgo, vicepresidente
de negocios de la entidad, han sido respondidas inmediatamente
señalando los requisitos que deben cumplir.

Hidalgo asegura que la banca está preparada para iniciar el
programa de reestructuración de deudas.

Los problemas de reprogramar

La reprogramación de las deudas enfrenta dos problemas: que la
mayoría de los deudores no tiene capacidad de pago y que los
bancos no poseen capital propio para operar a largo plazo.

La solución sería tener a disposición líneas de crédito externas.
Este fue el comentario del analista Omar Maluk.

Maluk explicó que una gran cantidad de empresas no están en
capacidad de pagar las deudas y que la única manera de hacerlo es
convirtiéndolas en deudas a largo plazo.

Pidió hacer un análisis de cada deudor, porque conozco empresas
que tienen mucha liquidez en dólares en el exterior y que están
reestructurando sus deudas.

Advirtió que hay que ponerle el ojo a las compañías que captaron
mucho dinero del sistema financiero y que reestructuran la deuda
para aprovecharse del refinanciamiento.

Sin embargo, está el problema de la banca, enfatizó Fidel Márquez,
decano de la Facultad de Economía de la Universidad Espíritu
Santo, que no cuenta con capital propio para operar a largo plazo.

El problema es que no se puede ni pagar ni cobrar, por la
situación de crisis en que se encuentra el país.

Pero a pesar de ello, agregó que la reprogramación de las deudas
es una necesidad imperativa que debe darse. Para ello hay que
poner las reglas claras y anteponer buena voluntad para llegar a
acuerdos, si no se pasará años en lo mismo sin hallar solución,
expresó.

REQUISITOS PARA EMPRESAS:

Nómina de compañías subsidiarias y afiliadas a la compañía
deudora,
porcentajes de participación y origen de la inversión.

Estatutos vigentes de las compañías del grupo.

Manuales de funciones, políticas y procedimientos.

Definición de la estructura gerencial e indicación de la relación
obrero patronal.

Detalle de las deudas vigentes y vencidas con el sistema
financiero.
Declaración sobre depósitos.

Detalle de todos los activos, y último avalúo interno de activos.
Plan de negocios.

Análisis sectorial y perfil del deudor.

Resultados históricos y situación financiera actual de la
compañía.
Proyecciones de la empresa.

PARA PERSONAS NATURALES:

Saldo consolidado de las operaciones de crédito adeudado
al sistema financiero.

Nombre de la o las entidades acreedoras.
Monto de la deuda.

Calificación de la deuda de acuerdo al riesgo A, B, C, D y E.
Fecha de vencimiento del crédito.

Declaraciones juramentadas ante un juez o notario público que
incluyan el detalle de los activos y pasivos en el país
o en el exterior del deudor.

Declaratoria de no haberse acogido a ningún mecanismo de
reprogramación durante los últimos 360 días. (Texto tomado de El
Universo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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