Quito. 08.01.95 Una cita tan larga como la que sigue tiene
algunas justificaciones. Los niños cuentan, narran. Nosotros
discurrimos. De alguna manera, mediatizados por la literatura,
emprendemos el viaje, al fondo de nosotros mismos. Al niño que
fuimos. Y solo quizá desde esta condensación, feliz y dolorosa
de lo que somos pueda surgir al menos una precaria y frágil
palabra.

El gato sonrió al ver a Alicia. Parecía tener buen carácter,
consideró Alicia; pero también tenía unas uñas muy largas y un
gran número de dientes, de forma que pensó que convendría
tratarlo con el debido respeto.

*Menimo de Cheshire*, empezó algo tímidamente, pues no estaba
del todo segura de que le fuera a gustar el cariño
tratamiento; pero el Gato siguió sonriendo más y más. *Vaya!
Parece que le va gustando*, pensó Alicia, y continuó: *¿Me
podrías indicar, por favor, hacia dónde tengo que ir desde
aquí?*.

*Eso depende de a dónde llegar*, contestó el gato.

*A mí no me importa demasiado a dónde...*, empezó a explicar
Alicia.

*En ese caso, da igual hacia dónde vayas*, interrumpió el
Gato.

*...siempre que llegue a alguna parte*, terminó Alicia a modo
de explicación.

*Oh! Siempre llegarás a alguna parte*, dijo el Gato, *si
caminas lo bastante*.

El país de las Maravillas al igual que cualquier País, es
también el país de los absurdos, de las paradojas
comunicacionales, de la fragmentariedad de lenguaje, de la
búsqueda permanente del sentido, pero al mismo tiempo de la
imaginación, del encuentro con el otro. Y Alicia se asombra,
discute pero no se pierde.

DESDE LA VIDA Cuando planteamos desde la VIDA, el País parece
que existiera común desnivel lógico. La vida es como el
símbolo, y el País es lo concreto. Lo real, lo construido, lo
que enmarca y en cierta manera determina la vida.

Pero como que se nos invita a pensar al revés. Desde el
símbolo la realidad concreta, desde lo profundo lo que emerge,
desde lo de adelante lo de hoy.

La pregunta es cómo los niños pueden construir el país que
ellos quieren y desde dónde pueden hacerlo, con que materiales
edificarlo, dónde están las canteras y sobretodo, ¿cómo se
juntaron las piedras que nos dejaron lo que tenemos y cómo hay
que juntar las piedras para edificar la nueva morada del
hombre? Nosotros, lo comunicadores, los maestros trabajamos
con los mismos materiales símbolos, significaciones,
creaciones culturales. La pregunta para nosotros es la
siguiente ¿Qué hacemos, frente a los niños, los manejadores de
símbolos, los que imponemos o pretendemos imponer el sentido
del País y de la vida, y cómo podríamos generar un espacio
para que los niños y los jóvenes construyan el planeta, el
mundo, el país, que ellos quieren?.

VIENTOS NUEVOS, ¿POR QU_ MALOS? Pero no podemos dejar de
percibir ciertos vientos que portan signos de los tiempos.
Como que hay una crisis de la razón nacional. como que la vida
cotidiana de la gente obedece más a un ejercicio retórico y
menos a un ejercicio lógico. Como que el conocimiento tiene
múltiples y nuevos campos de circulación y está disponible en
la calle, en las empresas, en los medios de comunicación, en
los bancos de datos, en los CD-roms, y no exclusivamente en
las escuelas y en los aparatos tradicionales portadores del
saber.

Todo esto ha ido provocando un desencanto de la idea
cartesiana del progreso, del discurso sistemático del método.
Walter Benjamín hablaba de una cultura de la dispersión.

Parecía que los niños tienen la televisión en su imaginación,
en sus formas de pensar. "Competencia" dirían los lingüistas.
Una lógica del video-clip.

Pero al mismo tiempo como que surge una razón comunicativa,
dialógica, tolerante. como que la realidad es mirada en su
diversidad y se construye desde una multiplicidad de puntos de
vista.

4. La creación de un espacio ¿Cómo nosotros, intoxicados de
contenidos, podríamos abrir los espacios para que los niños y
jóvenes puedan construir el país que ellos quieren?. Siempre
me costó entender que la arquitectura no trabaja con piedras y
ladrillos sino con el espacio. Y que la arquitectura, en este
sentido, era el arte más abstracto, quizá más que la
filosofía.

Este espacio no sería tanto un espacio de transmisión de
contenidos, sino un espacio de generación de conocimiento, del
encuentro con el otro, del reconocimiento de lo justo y lo
injusto, de la búsqueda del sentido de la vida.

Un espacio donde poder situarse para mirar la realidad desde
todo los puntos de vista posibles.

Un maestro y un comunicador se arriesga a vivir con intensidad
la experiencia humana.

El poeta y el maestro nos ofrecen la posibilidad de otros
mundos posibles de construir. El maestro es un mediador social
que hace que los niños entren a un escenario desde donde
pueden mirar el mundo.

Es un proveedor de espacio, de oxígeno. Y si los niños viven
hoy la lógica del video-clip, hay que hablar desde la levedad,
esto no significa necesariamente desde la frivolidad.

5. Leer en el gran libro de la naturaleza....

Esta suerte de mirar el mundo, es una suerte de leer el mundo.

"Así era, mi maestro dice Aldo de Melk, en el Nombre de la
Rosa, de Umberto Eco, no solo sabía leer en el gran libro de
la naturaleza, sino también en el modo en que los monjes leían
los libros de la escritura y pensaban a través de ellos".

Los mejores medievales encontraban en la Escritura al menos
cuatro sentidos. La letra, la historia, la historicidad, las
piedras ineludibles. Un discurso racional, la razón
pensante...

Aquello que demanda un hacer moral y ético y lo que permite
contemplar y que puede suscitar la esperanza del hombre, la
memoria, y el asombro, el imaginario.

El espacio pensado como un lugar de aprendizaje de leer el
mundo es un lugar del espíritu. Puede estar en algún lugar. La
realidad se descifra desde la historia, desde la razón, desde
la contemplación, desde el hacer moral del hombre.

Todos los niños tienen derecho a la vida y a la vida en
abundancia, todos los niños tienen derecho a descubrir el
sentido maravilloso de sus vidas. Es un crimen pensar que los
niños más pobres solo necesitan vacunas, lo mínimo para no
morir. Es una injusticia privarlos de espacios plenos de vida.

Francoise Dolto, esta gran sicoanalista ha escrito "los padres
educamos a los niños como los príncipes gobiernan a los
pueblos... Tenemos un mito de la progresión del feto, desde el
nacimiento a la edad adulta, que nos hace identificar la
evolución del cuerpo con la de la inteligencia. Sin embargo la
inteligencia simbólica es la misma desde la concepción hasta
la muerte. Para el adulto es un escándalo que el ser humano en
estado de infancia sea su igual...". (11B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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