Quito. 17 oct 99. Si tengo una empresa al borde de la quiebra,
¿será mejor repartir la cantidad de bordes de la quiebra entre
las 22 sucursales de la empresa o más bien sanear la matriz para
después salvar a las sucursales? He aquí un caso para el
análisis. ¿Cabe que el Estado ecuatoriano, al filo del
despeñadero, descentralice los servicios de salud, educación,
vivienda y obra pública entre sus 22 provincias?

Del, por y para el pueblo

La batalla decisiva de la Guerra Civil entre el Norte y el Sur
de los Estados Unidos tuvo lugar en Gettysburg entre el primero
y el tres de julio de 1863. El presidente Abraham Lincoln
pronunció un discurso cuidadosamente preparado para consagrar el
Cementerio Nacional de Gettysburg, el 19 de noviembre de 1863.

"A nosotros nos toca más bien", concluía el breve discurso, "que
aquí resolvamos con idealismo que estos muertos no habrán muerto
en vano, que esta nación, bajo Dios, tendrá un nuevo nacimiento
de libertad y que el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para
el pueblo no perecerá de la faz de la Tierra". En ese mismo año,
el presidente Gabriel García Moreno consolidaba la unidad de la
nación.

Cuatro años antes, Ecuador, como Estado unitario y soberano,
pasaba por una seria crisis de identidad. Había cinco Gobiernos:
el constitucional de Francisco Robles con jurisdicción en la
Sierra centro y Guayaquil; el Gobierno provisorio de Quito con
influjo en la Sierra norte; el Gobierno de Cuenca que abarcaba
las actuales provincias de Azuay y de Cañar; la Jefatura Suprema
del Guayas que comprendía las provincias de Guayas, Los Ríos,
Manabí y la ciudad de Machala; y el Gobierno federal de Loja en
las actuales provincias de Loja, El Oro y Zamora. El detonante
de la crisis fue el bloqueo de la costa ecuatoriana por la Armada
del Perú; pero la raíz subterránea era el centralismo de Quito,
Guayaquil y Cuenca.

Ciento cuarenta años después, firmada la paz definitiva con Perú,
se produce un estado de ánimo parecido: descentralizar la
administración pública y hasta dividir el país en regiones
autónomas. La invasión peruana y el Tratado de Río consolidaron
la unidad nacional. Removido el peligro de una guerra con Perú,
Ecuador ha regresado a su equilibrio inestable.

Y es que la geografía nacional, la diversidad étnica, la
experiencia colonial y de los primeros 29 años de vida
republicana como Estado dividido en tres departamentos pesan más
que la unidad fraguada por García Moreno, consolidada por Eloy
Alfaro y ensayada sin mayor éxito por los gobiernos de este
siglo. La democracia nació en la ciudad-Estado de Atenas. La
historia de Occidente ha comprobado que "el Gobierno del pueblo,
por el pueblo y para el pueblo" es más efectivo si se ejerce en
jurisdicciones pequeñas, igualadas por la cultura.

Pequeñas experiencias

Donde se ha experimentado siquiera un poco la descentralización,
el resultado ha sido positivo. La Junta de Beneficencia de
Guayaquil, entidad sui géneris entre pública y privada,
ciertamente no estatal pero protegida por un monopolio concedido
por el Estado, ha funcionado bien por más de cien años. Los
hospitales de Solca para los cancerosos, igualmente. Y ya en
pleno ámbito estatal, la reciente experiencia de
descentralización con muy buenos resultados en los hospitales
públicos de Bahía y El Puyo, por ejemplo.

Valga esta comparación con la Iglesia Católica. Allí donde una
congregación religiosa o un grupo de sacerdotes diocesanos ha
descentralizado su trabajo, el resultado es significativamente
más productivo. Así, los capuchinos en Sucumbíos, los curas
vascos de la diócesis de Vitoria en los Ríos, los padres
combonianos en Esmeraldas, los salesianos en Macas. No es, por
supuesto, un trabajo del Estado; pero este trabajo misionero se
parece al de la descentralización en cuanto se especializa en una
zona de la geografía ecuatoriana.

La originalidad de Cuenca con una arquitectura propia y unas
industrias especiales muestra también que cuando el Municipio
trabaja muy cerca de la gente, los resultados son superiores. En
el caso de Salinas, en Bolívar, la comunidad unida en torno a la
industrialización de lácteos y porcinos muestra el poder
igualador de lo local bien motivado y administrado.

Es muy probable que cada municipio, sobre todo los pequeños una
vez capacitados, llevaría con más productividad la educación, la
salud, la vivienda y los caminos cantonales. Y si se capacitara
a las parroquias, la productividad subiría. Se producirá el
efecto bienestar: la participación da gusto y crea lealtades, el
fruto obtenido convence de la utilidad del esfuerzo reiterado,
la cercanía de los pobladores permite crear comités de control.

La descentralización, hasta estas mínimas escalas, sería un
semillero de política sana e idealista.

Probables desencantos

La descentralización puede vararse en el doble escollo de la
burocracia. Ante todo, de la burocracia quiteña. Bien sabido es
que los procesos de producción administrativa se vuelven lentos,
no en la cabeza sino en el tronco, que tiene la función de
digerir, pero que lo hace con estreñimiento. Una parte de la
clase media quiteña vive de la burocracia. ¿Qué se haría con
tanto desocupado, cuánto costaría entrenarlos para otros oficios
y compensarlos por los despidos? Y luego el escollo de que crezca
una burocracia local en los municipios con desmedro de las
parroquias sobre todo rurales, y de los anejos.

También puede haber problemas con la descentralización educativa.
Surge el fantasma del MPD, al que no le conviene perder el poder
nacional del que ha venido disfrutando en los últimos 30 años.

E igualmente, se puede temer que algunos de los municipios de hoy
estén tomados por el cáncer de la corrupción que afecta a la mama
y a la próstata de ciertos partidos políticos ruidosos.

Quizás un comienzo de solución para estos probables nudos
consista en que los concejales sean elegidos por colegios
funcionales. En un Estado ideal, la descentralización es el
primer paso para la autonomía regional, que podría constituir la
condición óptima para el cobro de impuestos que permanezcan en
buen porcentaje en el lugar de generación y para un Gobierno
integralmente local. De aquí la importancia de las iniciativas
de las fuerzas vivas de Manabí o de la agrupación "Fuerza
Ecuador", que han presentado proyectos serios dignos de análisis
y discusión. La autonomía no hará sino reforzar la unidad
nacional siempre que haya solidaridad y no se la imponga por la
fuerza de una consulta popular hoy por hoy inconsulta.

El punto crítico radica en si será prudente pedir la ejecución
inmediata de la descentralización cuando el Estado anda en
soletas o esperar a que tenga dinero. Hay argumentos para las dos
opciones. Lo que importa es abrir la mente. Parafraseando a
Lincoln, "a nosotros nos toca más bien que aquí resolvamos con
idealismo que estos sacrificios de la crisis no habrán sido en
vano y que el Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo
germine por primera vez en la faz del Ecuador. (DIARIO HOY) (P.
11-A)
EXPLORED
en Ciudad Quito

Otras Noticias del día 17/Octubre/1999

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el