Madrid. 06.06.93. El candidato socialista a la Presidencia del
Gobierno español, Felipe González, de 51 años, ha regido el país
durante más de una década con un amplio apoyo popular, en la cual
ha dejado atrás el maximalismo izquierdista por el pragmatismo de
la socialdemocracia.

Felipe González, elegido por primera vez jefe del Ejecutivo en
1982, con el respaldo de más de diez millones de votos (casi el
50 por ciento del electorado), sufrió varias la cárcel por su
oposición al régimen del general Francisco Franco, y comenzó su
militancia clandestina en el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE) en 1964.

Todos los medios de comunicación resaltan de González, abogado
laboralista, su carisma, su pragmatismo, sus dotes de orador y
una popularidad, que pese al desgaste del poder, se mantiene en
cotas muy elevadas.

Casado con Carmen Romero, una profesora de literatura y diputada
en la última legislatura, y con quien tiene tres hijos, González
se ha alzado con tres triunfos electorales consecutivos, aunque
los presentes comicios son los que mayores dificultades le están
planteando al afrontar cierto desencanto ciudadano y la
consolidación de la principal fuerza opositora, el conservador
Partido Popular (PP).

En su larga andadura política ha dejado muchas cosas atrás; su
republicanismo por una monarquía constitucional; el marximo por
el pragmatismo socialdemócrata; su oposición a la entrada de
España en la OTAN por la defensa de su inclusión, y el desgarro
personal por la pérdida de alguna de sus amistades más queridas,
como la del líder histórico del sindicato mayoritario del país
-la Unión General de Trabajadores-, Nicolás Redondo.

Hijo de una ama de casa sevillana y un vaquero santanderino fue
el único de sus cuatro hermanos que llegó a la Universidad. Los
vecinos del humilde barrio de Sevilla donde nació le recuerdan
como un buen muchacho que cuando no estudiaba, ayudaba a su
familia ordeñando vacas o cogiendo los huevos de las gallinas.

Durante su época estudiantil colaboró con la Juventud Católica
Obrera y la Hermandad Obrera de Acción Católica, y a los veinte
años se afilió a las Juventudes Socialistas, que operaba en la
clandestinidad.

Pocos años después, González ingresó en el PSOE -entonces muy
perseguido- y comenzó su fulgurante carrera política en el seno
de la formación que culmina con su designación como secretario
general en el Congreso de Suresnes, localidad francesa donde los
socialistas españoles celebraron su XIII Asamblea, en 1974.

Durante este congreso González adopta el seudónimo de "Isidoro",
su nombre de guerra hasta la legalización del PSOE, en 1977, y
comienza a mantener numerosos contactos con los líderes
socialistas europeos, especialmente con el alemán Willy Brandt,
considerado su mentor.

Entre sus aficiones favoritas destacan la navegación, la
fotografía, el billar, el cultivo de bonsais y la lectura, a la
que intenta dedicar dos horas diarias, y cada vez más busca el
alejamiento de los actos públicos, lo que es interpretado por sus
críticos como un deseo de distanciameninto de la realidad de la
calle.

Pese a reconocer un cierto cansancio al cumplir, el pasado
octubre, diez años en el poder, Felipe González se lanzó de nuevo
a la batalla electoral ante los problemas surgidos en el seno de
su partido y para hacer frente al deteriorio de imagen de los
socialistas por los presuntos casos de corrupción.

Decidido a sacar adelante su proyecto de modernización de España,
Felipe González, un hombre que no se considera "un profesional de
la política", a pesar de haber dedicado casi toda su vida a ella,
confiesa, sin embargo, que aceptará el resultado de las
elecciones "sea el que sea, sin un mal gesto, con el profundo
agradecimiento de haber podido prestar un servicio a mi país".
(EFE)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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