Quito. 15 mar 98. Solo una cama rota y un anaquel sostenían el
techo de la casa de Tomín Fernández que permanecía parado en
lo que antes era la cocina. Con su rostro desencajado y lleno
de lágrimas no terminaba de entender lo que había ocurrido la
tarde del viernes. En pocos minutos vio como se desplomó la
mitad de su vivienda y los utensilios se perdieron en el lodo.


Un riachuelo de solo un metro de ancho llamado Cumbe, que
atraviesa la parroquia del mismo nombre, del cantón Cuenca, se
convirtió en un río desbocado que invadió casi doscientos
metros a sus lados. En esa carrera destruyó doce casas, dejó
mal paradas a otras 20, e inundó más de 40 hectáreas de zonas
agrícolas. Las autoridades hasta ayer no conocían exactamente
cuántas personas resultaron damnificadas ni cuantas tendrían
que evacuar sus viviendas.

El desbordamiento fue entre las 14h00 y 16h00 y no se
reportaron víctimas ni heridos. Más de cien hombres del Cuerpo
de Bomberos, Ejército y Defensa Civil colaboraron en la
emergencia.

Casi cien personas se acomodaron en las casas de vecinos
porque no quisieron ocupar la escuela y el centro de salud.
Ayer la junta cívica local decidía qué hacer con los
damnificados: había la posibilidad de albergarlos en los
catorce cuartos del convento de la iglesia pero no había
comida.

Faltaban 15 minutos para las dos de la tarde del viernes
cuando un ruido comenzó a acercarse a Cumbe. Etelbina
Chuquimarca, con sus pies llenos de lodo y con un poncho de
lana, recuerda que se asomó a la terraza de su casa y vio la
crecida que bajaba. Sus hijas habían llegado de la escuela y
las regresó a la calle, ella corrió hasta la planta baja de la
vivienda para sacar lo más valioso que tenía la familia: un
equipo de sonido que el domingo pasado compraron en cuatro
millones de sucres. La correntada arrastró todas las
pertenencias de su hijo.

La casa de Etelbina se mantiene en pie apuntalada con palos
mientras sus parientes y vecinos sacaban los pasamanos de las
escaleras y las tejas. Es lo único que pudo salvar. Como
hormigas diez y doce personas hacían una cadena para desmontar
el techo. Estas imágenes se repetían en otros lados de Cumbe.

El adobe con el que estaban construidas las casas no resistió
el golpe de la correntada que bajó de la montaña cargada de
árboles y piedras. Las casas que todavía se mantienen en pie
tendrán que ser desarmadas ya que sus bases quedaron débiles y
sus paredes remojadas, lo que pone en riesgo a sus habitantes.
Todas las familias afectadas son gente pobre que viven del
comercio en la feria de Cuenca, de albañiles o jornaleros en
las haciendas de la zona.

El hilo de agua, que alimenta más adelante al río Tarqui,
creció uno y hasta metro y medio inundando a más de 40 casas
ubicadas en las orillas. En el barrio Tres de Noviembre, casi
al fondo del pueblo, ayer se escarbaba entre el lodo para
salvar algún bien.

El desbordamiento cubrió la avenida principal de esta
parroquia de más de dos mil habitantes y llegó hasta la
carretera donde interrumpió el tránsito por varias horas.

Algunas de las familias afectadas son las de Manuel Morocho,
de Manuel Lema, de Rogelio Pesantes, Areolfo Chuchuca, Dolores
Fernández, Moisés Lazo, Manuel Fernández, Teresa Buele, Carmen
Lazo.

En Guayas, dos vías no soportaron el temporal

La vialidad sufrió las consecuencias del fenómeno de El Niño
ayer. Durante las primeras horas, las lluvias se presentaron
en las provincias de Los Ríos y Guayas. En esta última, dos
vías resultaron afectadas : el tránsito vehicular estuvo
interrumpido durante mediodía.

Todo empezó alrededor de las 02h00, cuando a la altura del
kilómetro 78 de la vía Guayaquil-Salinas se hundió la
carretera en un tramo de ocho a doce metros, lo que obligó a
la Comisión de Tránsito del Guayas, CTG, a prohibir la
circulación.

Posteriormente maquinaria del Consejo Provincial se hizo
presente en el lugar, y después de seis horas de trabajo
intenso, la vía fue reabierta con algunas restricciones pasada
la hora meridiana. El tránsito se reactivó casi enseguida:
muchos usuarios esperaban poder transitar por esta vía.

Otro punto que colapsó a causa de las últimas precipitaciones
es la vía Santa Elena-Manglaralto, donde unos veinte metros de
carretera fueron desprendidos, a la altura de la comuna de San
Pablo.

El paso de vehículos fue totalmente cerrado, lo que agrava más
la situación del sector, donde otras comunas como Valdivia y
Colonche, se encuentran desde el martes en un paro de
actividades.

La razón de la medida es reclamar atención de las autoridades
y la entrega de recursos para la reconstrucción de vías,
viviendas e infraestructura agrícola que han sido severamente
afectadas.

En el resto de las provincias, la situación no registró
mayores novedades, salvo las habituales, como el caso del
cantón Milagro.

Nuevamente, en algunas calles del centro se produjeron
inundaciones. Pero a diferencia de lo ocurrido dos semanas
atrás, el río que cruza la ciudad no creció en forma
alarmante, por lo que las aguas -al cierre de esta edición-
están evacuándose aunque de manera lenta. Al menos, el
fenómeno climático fue esta vez benévolo con esta población.

Mientras tanto, en la capital de Los Ríos, Babahoyo, las
lluvias se hicieron presentes por espacio de siete horas, lo
que produjo inundaciones en las zonas periféricas de la
ciudad.

A diferencia de otras ocasiones, cuando la intensidad de las
lluvias era superior y las aguas se evacuaban rápidamente,
hasta las diez horas esto no sucedía. Según constató este
medio, dos tramos de la vía que conduce a la comuna San Pablo
están interrumpidos luego de las lluvias. Las comunas de la
Península están prácticamente incomunicadas. Al cierre de esta
edición aún no se habilitan para la circulación vehicular.
Redacción Guayaquil.

Arenillas se queda sola...

Vicente Herrera tiene 26 años y dos hijas. Su cultivo de siete
hectáreas de limones está perdido. "Este es mi último viaje
con limón. Son diez sacos, da pena ver las plantas marchitas".


¿Y ahora qué va a hacer? "Me voy al Oriente a ver si encuentro
en qué trabajar y espero que cuando regrese pueda otra vez
sembrar limones".

Arenillas es uno de los sectores más devastados por El Niño.
La población campesina está emigrando a otros lugares del
país. El drama del momento actual lo siente la gente que se
aferra a permanecer en sus propiedades.

El pasado 12 de febrero se desbordó el río Zarumilla en varios
tramos, entre Carcabón y Chacras, con destrucción de 250
metros de muro de gaviones, en la parroquia Carcabón y el
puente de ingreso a esta población.

La destrucción de las vías de comunicación ha sido un duro
golpe para los agricultores. La incomunicación ha dejado
aislados a poblados fronterizos. La vía está interrumpida de
Palmales a Manabí de El Oro y desde San Pedro a Progreso, a la
altura de Quebrada Seca, La Bocana y Rancho Chico.

Asimismo, se encuentra interrumpida la carretera que va desde
Tahuín al sitio Santa Lucía en un tramo de 200 metros.

Las guardarrayas de los sectores La Cuca, Cayancas y Punta
Brava se encuentran en malas condiciones, lo que dificulta el
traslado de las pocas cosechas que todavía quedan.

Marcelo Loayza, un agricultor de la zona, dice que estos
recintos requieren urgente ayuda del Gobierno central y de los
organismos seccionales.

Según el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), en el
cantón Arenillas se han registrado pérdidas por más de 6.306
millones de sucres.

Fueron arrasadas unas 300 hectáreas de arroz, 73 de pimiento,
95 de cacao, 246 de maíz, 348 de banano, 48 de limón, 25 de
maracuyá, 20 de papaya y 116 de plátano.

A este cuadro de destrucción hay que agregar la inmensa
superficie de cultivos afectados: 1.000 hectáreas de banano,
700 de arroz, 1.000 de cacao, 2.000 de maíz, 75 de maracuyá y
3.500 de pasto. Para rehabilitar estos cultivos se requieren
13.387 millones de sucres, de acuerdo con el MAG.

Paradójicamente, los desérticos campos del cordón fronterizo,
que comprende los cantones orenses de Huaquillas, Arenillas y
Las Lajas, con más de 100.000 habitantes, se han convertido en
un inmenso colchón verde.

Los árboles y la vegetación han cobrado vida por las intensas
lluvias derivadas del fenómeno El Niño, que -no obstante-
tantos y tan graves destrozos causó en la zona rural.
Redacción Machala

Muestras de solidaridad

El Papa preocupado por las víctimas *

Juan Pablo II envió a la Conferencia Episcopal un donativo de
70 millones de sucres como contribución a favor de los
damnificados, especialmente de Esmeraldas. Desde julio de
1997, la Conferencia Episcopal ha emprendido diversas acciones
para asistir, preferiblemente, a quienes no son atendidos por
ninguna institución. La ayuda se ha canalizado a las
provincias de Cotopaxi, Esmeraldas, Guayaquil, Manabí, El Oro
y Los Ríos, en alimentos, medicinas y materiales de
construcción. Entre tanto, las lluvias continúan azotando a
los pobladores de las provincias. El Niño no solamente afecta
al Litoral, también las provincias de la Sierra están
afectadas por el fenómeno.

20.000 raciones alimenticias *

Nueve provincias serán las beneficiadas. Un programa de
entrega de raciones alimenticias y medicinas para los
damnificados del fenómeno de El Niño intentará ayudar a los
pobladores de Manabí, Esmeraldas, Guayas, El Oro, Cotopaxi,
Los Ríos, Bolívar, Chimborazo y Cotopaxi.

Veinte mil raciones alimenticias serán entregadas. Cada ración
incluye un paquete de leche en polvo, que sirve para preparar
cuatro litros de leche. El programa es desarrollado por el
Comité Internacional para el Desarrollo de los Pueblos (CISP),
una organización no gubernamental italiana sin ánimo de lucro
que lleva a cabo proyectos de desarrollo, investigación y
difusión. Para la ejecución, colaboran el Fondo Ecuatoriano
Populorum Progressio (FEPP), comités zonales y el Programa de
Manejo de Recursos Costeros (PMRC).

Autogestión: nuevo sistema *

Un sistema de autogestión se pondrá en marcha para entregar
ayuda a los damnificados por el fenómeno de El Niño, anunció
la Defensa Civil. Los donativos otorgados por la empresa
privada serán dados luego de un análisis de los sectores más
afectados y necesitados. El sistema consiste en que los
perjudicados realicen los trabajos necesarios, para recibir la
ayuda.

Las donaciones -implementos de rescate y utensilios de uso
doméstico- fueron hechas a la junta provincial por parte de
Nestlé y del Departamento de Ayuda Humanitaria de las Naciones
Unidas. El Ministerio de Salud trabaja para superar el
problema del saneamiento ambiental, que afecta a Guayas por
las inundaciones y la contaminación del agua potable con las
aguas servidas. Redacción Guayaquil

El Carmen de Pijilí en riesgo *

El Carmen de Pijilí -en Ponce Enríquez, provincia del Azuay-
está en emergencia. Según el balance de la Defensa Civil, 22
familias están afectadas, alrededor de 130 personas. Una
vivienda se destruyó y tres más están en mal estado. Las
familias fueron evacuadas hasta la parte alta de la zona a
casas de parientes y amigos y posiblemente se organicen
campamentos ante la falta de albergues. Según la Defensa Civil
si la tierra continúa deslizándose el río Pijilí se represaría
e inundaría la zona.

Chibunga incomunicada *

La parroquia Chibunga, en Pedernales, también se encuentra
incomunicada. Tres moradores de ese pueblo visitaron este
Diario para solicitar ayuda a las autoridades competentes y al
Gobierno. La vía de acceso está completamente cerrada debido a
los continuos derrumbes que han ocurrido en los últimos meses.
Mientras tanto, las autoridades de Pedernales no han hecho
nada para ayudar a la gente que ha perdido sus casas. Por otro
lado la Defensa Civil no ha podido llegar con su ayuda debido
a que son ocho horas de camino desde la carretera hasta la
comunidad.

Contaminación en Esmeraldas *

La provincia de Esmeraldas está hoy al borde del colapso, los
niveles de insalubridad por la rotura de alcantarillas, la
falta de agua potable y las inundaciones diarias conforman un
cuadro de dolor y desesperación.

Entre tanto, en Guayaquil los habitantes del cerro de Bastión
Popular reclaman por ayuda urgente de las autoridades, los
deslizamientos de tierra amenazan con acabar con sus vidas.
Por lo menos 30 viviendas han sido arrasadas por la furia de
El Niño y muchas más están a punto de caer.

Testimonio

Alegría Beletanga

DAMNIFICADA, 80 AÑOS

Nunca había visto algo así...

En 50 años que estoy en Cumbe es la primerita vez que vivo
esto. Diosito ha de saber por qué lo hizo.

Hace 40 años llovió fuerte y el río también se hizo grande
pero no causó ningún daño, solo inundó unos maizales y ahogó
los cuyes.

En estos días estaba lloviendo poquito por aquí, pero dicen
que en el cerro el Gañadel la lluvia fue larga y fuerte. Lo
del viernes fue terrible. El río se metió a la casa y las
paredes se cayeron en pedazos.

Mi hija Ana no pudo sacar nada y ahora no sé como vamos a
vivir. Ella me mantenía, me curaba... pero ahora no tiene ni
el negocio de colas, solo trastos llenos de lodo que no
sirven. ¿Quién nos va a ayudar si hasta los vecinos perdieron
sus casas? Perdimos nuestras cédulas, y ahora ¿cómo vamos a
votar?

Mi nieta se salvó de morir aplastada porque justo había salido
a la calle, mi otro hijo solo quedó con lo puesto. Voy a morir
de tristeza antes que de vejez. Ayer (viernes) no comimos y
hoy tampoco sabemos si habrá qué comer. (Texto tomado de El
Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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