CUANDO EL CINE LLEGO A QUITO. Por Wilma Granda Noboa

Quito. 09.08.92. Imágenes involuntarias al ojo espectador,
contínuas y mecánicas, reflejándose en una pared blanca, sin
que nadie habite tras del telón.

Las vistas cinematográficas empezaban a involucrarse por una
magia química -como el amor-, en la vida cotidiana.

Al iniciar la centuria, Quito era una ciudad empinada y de
piedra. Se extendía apenas hasta la Alameda por el norte, y
hacia la Recoleta por el sur. Disponía de un servicio de
carruajes para los paseantes, aunque, la gente prefería
caminar conversando por sus calles angostas y apacibles. La
estatua del Mariscal Sucre, traída por indígenas cargadores,
adornaba la plaza de su nombre, frente a la Iglesia de Santo
Domingo.

Con menos de cuarenta mil habitantes tan ecuánimes (que ni a
médicos ni a abogados daban trabajo), en la pequeña ciudad de
las siete quebradas y las mil noblezas autotituladas que
imponían absoluta reverencia, la gente se comunicaba de oídas.

El diarismo aún no hacía presencia regular, aunque los
tabloides de virulencia partidaria constituían alta escuela de
un cisma ideológico liberal-conservador. Las costumbres
ancestrales, los miedos diarios y el más allá, se normaban o
asimilaban a través de la palabra oral. El nuevo tiempo en los
años terribles, empezaba a descomponer el letargo de los tres
tempranos (para comer y dormir) y a escandalizar el ambiente
de las clerecías, de los famosos mentideros y de las
tertulias. Curas, caballeros y damas, en la vecindad del
chisme, junto al perifoneo de noticias políticas -sin descuido
del sabroso pecado del indefenso prójimo- presentían la
modernidad. Para ahuyentar los espantos de la quebrada de
Jersusalem, hoy 24 de mayo, ya no se precisaba el préstamo de
focos de la botica Norteamericana, pues, una planta eléctrica
se había inaugurado en los márgenes del río Machángara. El
primer auto Dion Bouton, caminaba de retro, sin bueyes ni
caballos, y a bordo el señor presidente... Corrían de boca en
boca los novedosos inventos del diablo: la locomotora, el
teléfono cajón hablando por unos hilos. Faroles encendidos sin
que nadie los prenda, coches corriendo sin que nadie los hale
y podríamos añadir, imágenes involuntarias al ojo espectador,
contínuas y mecánicas, reflejándose en una pared blanca, sin
que nadie habite tras del telón.

EL CINE, COMO EL AMOR, EN LA VIDA COTIDIANA

Las vistas cinematográficas empezaban a involucrarse por una
magia química -como el amor-, en la vida cotidiana.

Desde un corral-lechería, una carpa de circo o un teatro con
luz de gas y pared de bahareque pero, adentro, con una araña
de filigrana tan grande que obligaba a los asiduos a retirar
bajo ella los desvencijados asientos traídos desde las casas.
Se formaba un círculo sin ocupar, por miedo que se les venga
encima trecientas bombillas de mecha. Entre la oscuridad, al
amparo de una luz, se empezaron a mirar imágenes reconocibles
por su parecido a sí mismas: "La sensacional Guerra
Ruso-Japonesa" que dicen que había sido filmada en los propios
campos de batallla de Extremo Oriente. (El Comercio Quito 29
de junio 1906). Se inauguraba entonces un día o una noche
diferentes, la connotación de una fiesta en la ciudad con
proyección de retratos o pequeños argumentos.

Al fin terminarán las noches de fastidio, sin distracciones ni
agrados -se comentaba en el recién fundado Diario El
Comercio-. El cinematógrafo Valenti presentará vistas con
claridad y limpieza extraordianrias: "El pozo encantado", "El
enamorado de la luna", "Las siete serpientes", etc.

Los quiteños ya no necesitaban viajar a la lejana Pompeya o a
Manchuria para conocer reyes y príncipes. Aparte de deleitar
instruyendo, el cinematógrafo que medía el progreso de un
pueblo permitía también soñar.

En los meses de julio y agosto de 1906, ataviados espectadores
capitalinos, tuvieron en el Teatro Sucre la oportunidad de
visionar las primeras imágenes filmadas en el país: la
Procesión del Corpus de Guayaquil. Además, lo que Valenti
había registrado en Quito: "El Conservatorio Nacional de
Música" y "Las festividades patrias del Diez de Agosto". El
conservatorio, en la época, añadía a su nombre el de Artes y
Declamación y lo dirigía un coterráneo del intaliano Valenti,
Domingo Brescia. En sus aulas se acogía a lo más
representativo del quehacer artístico del país.

Cabe destacar que Valenti inició para otros extranjeros y
nacionales, el registro artesanal y costumbrista . La noción
de filmar sucesos representativos para atraer público. Pues,
ello requería la exhibición comercial de un espectáculo que,
paulatinamente, devendrá en distracción de mayorías.

"Es de desear que así como a la fiesta patriótica no hubo
nadie que se quedara en casa, sin presenciarla, así todos
concurran al teatro a ver reproducidas con todas las galas del
arte la misma procesión cívica que desfiló por las calles de
nuestra población", El Comercio, Quito 10 de Agosto 1906.


LAS ASUSTADAS COMADRES

Pese al temor y súbito silencio de las comadres, cuando, sin
esconder al diablo en las calderas, el ferrocarril arribó en
1908 a la estación de Chimbacalle. También los
CASAJUANA-CASALLENA, aprovecharon la veloz locomoción para
estrenar en Quito las primeras cintas cómicas y parlantes. Un
primer intento de sincronización, con músicos en vivo, que
generó similar afición en pianistas quiteños: Segundo Luis
Moreno, José I. Canelos, Sixto M. Durán o Julio Cañar,
encontraron aquí una nueva modalidad de expresión y
subsistencia.

Anzola Montever, otro transeúnte, documentó en imágenes las
"Chingadas y disfraces por inocentes". El estreno se realizó
en funciones populares el 29 de Diciembre de 1911, al día
siguiente de la filmación y en el mismo lugar: el Portal de
Santo Domingo y la calle que conducía a la Quebrada
Manosalvas. Para la ocasión, el muncipio autorizó se ocupen
dichos espacios a fin de colocar, como cada año, las mesas y
chingadas de inocentes. En ellas, el pueblo podía beber, comer
y dedicarse a los juegos de azar. Desarrollando su humor -se
decía en la prensa- aunque a veces también escándalos y
desórdenes aceptados por la autoridad como desahogo necesario.
EXPLORED
en Ciudad N/D

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