Guayaquil. 4 ago 98. La falta de infraestructura física y
operacional de las permisionarias (arrendatarios de las
bodegas portuarias) en el puerto de Guayaquil, el poco
profesionalismo de las verificadoras y el exceso de control en
las aduanas, ha originado un encarecimiento de los costos para
los importadores. Ese es en resumen el pensar de los
importadores que se sienten afectados en su bolsillo al tener
que pagar por la ineficiencia de otros, como son las
revalorizaciones a las que calificaron de antojadizas de las
verificadoras y la desorganización de las permisionarias que a
veces hasta desconocen dónde se encuentra un determinado
contenedor.

Diferencia abismal

Si se comparan los costos de importación cuando los servicios
portuarios y aduaneros no estaban concesionados con los que
hay en estos momentos, se observa que hay una diferencia
abismal.

Según un análisis de costo realizado por la firma Comexport
(terminal aduanero portuario), antes de la concesión de los
servicios se pagaba solo una tasa -que incluía el aforo y el
embarque- que sumaba 72,80 dólares por contenedor TEU (Twenty
Elements Unit-Unidad de Transporte de 20 pies), pues no se
cobraba por tasa de modernización ni inspección en origen.

Desde 1996 las cosas cambiaron para los importadores. De
acuerdo con el estudio solo por tasa portuaria que incluye
movilización, embarque, movilización para aforo y almacenaje
por contenedor por día representa mínimo 65,20 dólares, pero
como un despacho aduanero dura unos diez días, se agregan
otros rubros como la movilización por contenedor de 20 pies
que vale 70 dólares y el almacenaje 32 dólares, lo que suma un
monto total de 157 dólares.

A esta cifra habría que agregarle el costo del aforo físico
que va de 90 a 200 dólares (costo promedio 150 dólares), el
0,01% sobre el valor CIF de la importación por tasa de
modernización (aproximadamente 15 dólares por contenedor), y
el 1% también sobre el valor CIF por inspección en origen, que
representa 250 dólares considerando como base que el costo de
la mercadería por contenedor es de 25.000 dólares.

Resumiendo, el costo por importar un contenedor de 20 pies
representa para el importador un gasto aproximado de 572
dólares, sin incluir los posibles gastos que se pudieran
generar en caso de que sea necesario una desconsolidación o se
retrase la desaduanización.

Exceso de control

Jorge Bucaram, gerente de Importadora Nacional, afirmó que a
veces ha tenido que dedicar a gastos portuarios hasta el 10%
de una importación, cuando anteriormente lo normal era el 1% a
estos menesteres.

Bucaram atribuyó estos incrementos de gastos portuarios al
exceso de control en las aduanas por parte de los militares.
"Los militares no aceleran la liberación de la mercadería como
antes se hacía y uno se ve obligado a dejarla unos dos y hasta
tres meses en bodega", expresó.

"La última importación que hice se me quedó en el puerto dos
meses y se me encareció todo el producto. Más barato cuesta no
importar que importar, uno se ahorra mucho dinero, por eso
decidí no importar más hasta que cambien las cosas", comentó
Bucaram.

Para Carlos Olivares, jefe de Importación de la Importadora
New Yorker, el problema de los costos portuarios comenzó desde
que se concesionaron las bodegas al sector privado, momento en
que las tarifas fueron dolarizadas.

"Los costos de almacenaje están bastante altos en relación a
lo que se pagaba antes cuando el costo era manejado por la
Autoridad Portuaria de Guayaquil, (APG). La diferencia es
abismal", aseveró.

Para notar la gran diferencia, explicó, en 1997 New Yorker
registró como gastos portuarios y aduaneros cerca de 8
millones de sucres, mientras que en el primer semestre de este
año el monto por este rubro ya está cerca de los 6 millones de
sucres, lo que indica que al finalizar el año fácilmente se
llegará a los 12 o 14 millones de sucres.

Este problema -continúa en su explicación-, se empeoró con la
llegada de los militares. "La demora en el trámite burocrático
empeora las cosas porque antes se sacaba una mercadería en
tres días y ahora no es menos de una semana", afirmó.

Además, acotó, el exceso de control en la aduana significó
para el importador costos onerosos por almacenaje y se ve
obligado a trasladarlos al consumidor porque hay que reajustar
el precio de venta.

Lo único bueno que los importadores han recibido con la
concesión de las bodegas del puerto al sector privado es la
disminución en 95% de los robos, admitió.

Antes -recuerda Olivares-, era difícil sacar una importación
completa del puerto, pues los robos estaban a la orden del día
y no había importación que se la podía sacar completa.

Verificadoras revalorizan

El importador Estuardo Sánchez, dueño de los almacenes que
llevan el mismo nombre, comentó en son de protesta mediante
una carta enviada a la verificadora ITS: "No entiendo qué
quieren hacer con nuestro comercio honesto, nosotros somos
importadores serios que trabajamos por más de 50 años en el
mercado local, pero hoy nos topamos con autosuficiencia de
parte de ustedes, porque al verificar en los países de origen
nuestra mercadería imponen valores exageradamente mayores a la
realidad".

Sánchez concretamente se refiere a tres certificados de
inspección que según el valor de la factura corresponden a
61.256, 9.830 y 10.837 dólares, los que son valorados con una
diferencia asombrosa de 96.720, 24.576 y 26.010 dólares.

Aparte de estos tres certificados en cuestión, Sánchez aseguró
que tuvo problemas parecidos anteriormente pero con la
diferencia que la empresa podía asumir y que se lo pagó por
evitar molestias como la impugnación, pagar piso por bodegaje
en los módulos, costos financieros y pérdidas por dejar de
vender.

El importador exige la revisión de los precios que está
imponiendo ITS en los certificados de inspección, pues lo
único que hace es perjudicar el comercio ecuatoriano.

Mientras tanto, Manuel Maldonado, gerente de Importadora
Yokasa, asegura que las verificadoras son las únicas culpables
de los altos costos que ahora se tienen que pagar por
bodegaje.

"La labor de los militares en la aduana es buena. Los únicos
culpables son las verificadoras, ellas cobran según un
porcentaje, entonces, si valoran más a un contenedor cobran
más", manifestó.

Las verificadoras ocasionan muchos problemas al importador
porque revalorizan las mercaderías por lo que se tiene que
mantener el contenedor en bodega hasta llegar a un acuerdo,
aseveró.

Según Maldonado, "la verificadora dice: el contenedor está
declarado en 14.000 dólares, igual los recibos y es mercadería
que en realidad vale eso. Si me da 4 millones de sucres, se lo
dejo en 18.000 dólares y sino se lo pongo en 32.000 dólares.
Así dicen, esa es la nueva trinca de las verificadoras".

Estas acciones de las verificadoras dijo, encarecen en 30% y
40% la mercadería porque la verificadora duplica o triplica la
valoración del contenedor sin ninguna razón técnica.
"Hemos dejado de importar. Más barato a mí me sale comprar en
plaza y evitarme esos costos que importar", concluyó
Maldonado.

Servicio no es el mejor

En cambio, para Aparicio Valero, presidente de la Comisión de
Aduanas de la Cámara de Comercio de Guayaquil, pese a que las
concesiones de las bodegas portuarias se hicieron con el
propósito de mejorar los servicios, no se lo ha logrado.

"El importador más que por los costos reclama por servicios",
aclaró, pues muchos importadores hacen su comparación de
costos y dicen "estamos pagando más por un servicio que no es
mejor", ya que hay demoras en la entrega de los contenedores,
un vehículo tiene que ingresar en la mañana para que pueda
salir cargado en la tarde y todo esto encarece los costos para
el importador.

Valero afirmó que hay intereses creados dentro de las
permisionarias pues "hay módulos que abarcan muchas compañías
navieras porque son intereses de grupos que lo quieren manejar
todo para tener el negocio redondo pero, físicamente ni el
espacio ni la maquinaria les da para la cantidad de mercancía
que reciben".

Atribuyó a la falta de infraestructura física y operacional
tanto en personal capacitado como en maquinaria, los elevados
costos que representan para el importador mantener su
mercadería embodegada.

Por otro lado, Valero recalcó que las verificadoras
últimamente están confundiendo su papel porque la aduana les
ha pedido mayor eficiencia. "Ellos creen que hacerlo es
valorar los contenedores fuera de todo contexto", dijo.

Las verificadoras están haciendo valoraciones antojadizas,
"hay importadores que han peleado por una revalorización de
2.000 dólares -que más les ocasiona el gasto del almacenaje
temporal que el que hubieran pagado de impuesto- solo por el
principio de no dejarse revalorar una mercancía en términos
inadecuados".

Las verificadoras han estado equivocándose mucho y deben ser
observadas por la aduana para que cambien, indicó, pues están
exagerando su papel y no lo están cumpliendo con
profesionalismo.

"Hay que poner punto de orden a las permisionarias y a las
verificadoras y poner reglas del juego claras", enfatizó
Valero.

Recordó que el importador es el que al final paga las
consecuencias de sus errores, sin embargo, hasta ahora no se
conoce que haya habido una sanción por parte de la aduana a
alguna verificadora, por los perjuicios que le ha causado al
importador.

APG también tiene culpa

Entre tanto, el agente de aduana Roberto Calderón Viteri,
precisó que la Autoridad Portuaria de Guayaquil (APG) lleva
parte de la culpa en el encarecimiento de los costos a las
importaciones, pues no obligó a los permisionarios y a los
operadores portuarios a mantener costos por servicios acordes
con los arriendos de los módulos y bodegas, como también a
unificar el valor de las tarifas.

Tampoco se las obligó -recalcó- a que mantengan nuevas sus
máquinas para el manejo de la carga dentro de los patios ni a
que mejoren sus instalaciones arrendadas en los tiempos
estipulados en los contratos.

Este descontrol y falta de organización de los operadores
portuarios ha dado como resultado el elevado costo de
movimiento de carga debido a que se produce un manipuleo
duplicado.

Incluso dijo, esto ha hecho que "algunos contenedores queden
fuera de los recintos de seguridad y son en ciertos casos
abiertos por inescrupulosos, perdiéndose parte de la
mercadería".

Y sobre los aforos físicos, Calderón dijo que no es dable que
los importadores tengan que volver a pagar valores elevados
por una revisión de mercancías, que en mucho de los casos ya
viene inspeccionada en origen.

Si este acto es parte de las formalidades aduaneras, señaló,
el costo de esta operación le corresponde al Estado, ya que
jamás se cobró este rubro en las aduanas hasta que se
eliminaron los vistaforadores en 1996.

Se hace necesario dijo, que se revisen los acuerdos
ministeriales que prorrogan los contratos de concesión de
aforo físico de mercaderías en destino suscritos por las
compañías verificadoras, "ya que estas son juez y parte y se
han dedicado a desprestigiarse entre ellas sin observar las
normas del valor y la ética profesional", subrayó tras
mencionar que solo el Ecuador cobra el aforo desde 1996.

Verificadoras se defienden

Tras rechazar de plano que las verificadoras tengan parte de
la culpa en el encarecimiento de los costos portuarios, estas
afirmaron que hacen su trabajo sobre la base de normas
internacionales del comercio exterior.

"No hay valoraciones de mercancías antojadizas y caprichosas",
aseguró el gerente general de la verificadora ITS (Intertek
Testing Service), Charles Canning.

Lo que sucede, explicó, es que a veces no se puede comprobar
el precio de la transación entre el exportador (compañía que
vende) y el importador (empresa que compra) y uno se ve
obligado a aplicar el precio del mercado.

Pues, dijo, el parámetro primordial de valoración indica que
"la verificadora tiene que hacer el análisis de la transacción
de la mercadería y respetar el valor indicado siempre y cuando
la transacción sea transparente, de lo contrario hay que
irrespetarla".

Comentó que las demoras a veces se producen porque no hay la
buena voluntad de la compañía que vende la mercancía
(exportador) al importador ecuatoriano. Se dan casos en que
"cuando la verificadora llama y solicita una aclaración al
exportador cierra el teléfono y si es por escrito nunca
contesta", dijo.

Esa falta de voluntad es suficiente, aclaró, para que haya
demoras y para que la valoración de esa mercancía lleve el
precio del mercado y no el que se utilizó en hacer la
transacción.

Es decir, que si la transacción se efectuó por ejemplo en 5
dólares por unidad del producto, lo cual es lo que se indica
en la factura y la declaración del importador pero el precio
del mercado es de 7 dólares, si la verificadora no pudo
comprobar que la transacción se hizo en determinado valor se
valorará la mercadería según el precio del mercado
internacional.

Resumió que si la verificadora puede constatar el precio de la
transacción lo acepta, pero de lo contrario tiene que usar el
precio del mercado irrespetando la declaración del importador
y de la factura presentada.

Evitar las discrepancias en las valoraciones muchas veces
depende de la buena voluntad tanto del que vende la mercancía
(exportador) como del que la compra (importador), entregando
información que compruebe el verdadero valor de un producto,
manifestó.

Por lo tanto, continuó Canning, si la factura dice una cifra y
la valoración de la verificadora es otra, "no es cuestión
nuestra, es cuestión de que algo está mal".

Sin embargo, expresó, "no digo que no haya equivocaciones o
que no sea posible interpretar algo diferente de lo que es",
admitiendo que puede haber equivocaciones.

En todo caso, "si nos hemos equivocado el importador tiene el
derecho de reclamar y demostrar el equívoco con catálogos
porque a veces incluso la verificadora llama a la empresa con
la que el importador hizo la transacción en el exterior y la
respuesta es: no lo conocemos".

En cuanto al importador Estuardo Sánchez, que acusa a ITS de
imponer valoraciones exageradas a las mercaderías, Canning
afirma que la compañía ITS se mantiene en esos valores
impuestos.

El hecho que haya habido antecedentes con este mismo cliente
indica que "puede haber algo" en cualquiera de las dos partes
(verificadora-cliente) y una equivocación sería muy
perjudicial, tanto para la verificadora como para el
importador, recalcó.

Pero advirtió, que hay un proceso de reclamos e impugnaciones
al que el importador debe dirigirse si cree que la
verificadora ha valorado mal su mercadería.

Los máximos representantes de la verificadora SGS del Ecuador,
en cambio, animaron a los importadores que presenten
argumentadamente sus inconformidades.

El gerente de la División de Asuntos Económicos de SGS, Carlos
Strianese, dijo que "con documento en mano deben decir (los
importadores), miren esta verificadora me atrasó por gusto
imponiendo valores que no son correctos".

"Nosotros sí sustentamos con pruebas y documentos porque se le
hace una observación a algún importador", manifestó Strianese.

Paralelamente, Eduardo Barros, gerente general de SGS del
Ecuador, afirmó que se está trabajando apegado a las leyes, lo
que pasa es que cuando se les observa sus mercancías y se les
pide factura la presentan con precios irrisorios.

En cuanto a SGS, dijo, siempre ha trabajado con eficiencia y
ahora con los militares la situación se ha ordenado y estamos
trabajando más fácilmente que antes.

Tanto es así -expuso-, que si están todos los documentos en
regla, la función de SGS no demara más de 24 horas.

Strianese explicó que si son 100 aforos que se hacen, el 90%
se soluciona en el momento, porque hay base de datos
portátiles. Así por ejemplo, si algo vale 1.000 dólares y el
importador lo declara en 900 se lo acepta porque es un margen
comprensible, pero si lo declara en 100 esa mercaderia es
observada.

Rechazando el comentario de un importador de que las
verificadoras piden dinero, Strianese aseveró que "se han dado
situaciones en que ellos (importadores) ofrecen dinero y no se
les recibe".

Informó que en todas partes debe haber personal corrupto: en
la aduana, en las verificadoras y también en los importadores,
porque "si le piden dinero quiere decir que en verdad ese
contenedor no vale lo que se ha declarado".

Hay ocasiones en que "han intentado tentar a nuestro personal
(los importadores informales) y como han intentado coimar y no
se les aceptó entonces después viene la retaliación y la
amenaza", indicó Strianese.

Los casos de discrepancia en las valoraciones, señala, "creo
que llegan al 5% desde que están los militares y a ese 5% es
al que se les observa".

Ricaurte: Problema fue superado

Tras reconocer que se registraron demoras en la salida de los
contenedores en el puerto de Guayaquil debido a las lluvias
que afectó el piso de las bodegas y a desorganización de las
permisionarias, el gerente de la Autoridad Portuaria de
Guayaquil (APG), Nelson Ricaurte, afirmó que estos problemas
ya fueron superados.

Hoy, las reparaciones tanto de la red vial del puerto como la
de los permisionarios (operadores de las bodegas del puerto)
se encuentran bastante avanzadas, aseguró.

Y en cuanto al reclamo de los importadores de que los
permisionarios se demoran en encontrar los contenedores,
Ricaurte aclaró que estos ahora tienen un sistema de control
de ubicación de contenedores y otro de automatizado y
computarizado de mantenimiento de inventario en el que se
registra qué entra, qué sale y qué debe haber en las bodegas.

Respecto al reclamo que hacen de falta maquinarias, observó
que este problema también está resuelto. "Hace mes y medio se
puso en marcha un sistema que consiste en que una vez que se
recibe la orden de entrega del contenedor en el puerto, se va
al módulo y le dan una hora determinada para el retiro sin más
demora", comentó.

Así se logró organizar la salida de los contenedores y "sé que
están saliendo quince contenedores por hora por módulo, así
termina la entrega antes de las cuatro de la tarde sin ser
necesario aumentar el número o cantidad de maquinarias",
señaló.

Explicó que antes, aparentemente no había suficientes
maquinarias para transportar los contenedores porque sucedía
que en las horas de la mañana nadie se presentaba para
sacarlos, pero en la tarde, unos 200 camiones hacían fila
queriendo sacar contenedores al mismo tiempo. (Texto tomado de
El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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