Quito, 14 Ago. 2000. El 12 de agosto de 1965, la empresa
American Tun Products del Ecuador (ATPE), hoy Confites
Ecuatorianos C.A. (Confiteca), incursionó por primera vez en el
mercado nacional con sus dos primeros productos: el chicle
pastilla y el chicle bola. Para fines de ese año, la producción
de chicles, caramelos y chupetes promedió los siete mil kilos
mensuales, elaborados por unos 30 empleados.
Hoy, a pesar de la crisis y de que el sector confitero
experimentó un decrecimiento del 5%, Alfonso Arroyo, gerente de
Confiteca, asegura que en el primer semestre de 2000, comparado
con igual período de 1999, la empresa elevó del 33% al 41% su
participación en el mercado nacional.
Ello permitió crear 164 nuevos empleos, 23% dentro del país y 77%
distribuidos en los 24 países hacia donde exporta el 65% de su
producción total que hoy es de 1 millón de kilos de confites
por mes.
El ejecutivo señala que, en 1999 las ventas totalizaron diez
millones de dólares, mientras en lo que va de 2000 el rubro
supera los 6,5 millones, pero hasta diciembre la meta es de más
de 35 millones de dólares: 15 millones por exportaciones, diez
por consumo local y diez por comercializar productos de terceras
empresas.
La apertura de Confiteca al resto del mundo se inicia el 31 de
diciembre de 1992, cuando Ecuador se incorpora al Pacto Andino.
"Los ecuatorianos creíamos que los confites colombianos eran lo
máximo y, pese a que estábamos seguros de la calidad de los
nuestros, teníamos pánico, por ello nos preparamos para entrar en
Colombia y lo hicimos de manera exitosa", enfatiza.
En marzo de 1993 los accionistas hacen un aporte de $4 millones
para establecer una comercializadora en ese país y, el 7 de junio
de ese año, Confitecol inicia la venta de sus productos en La
Sabana, uno de los principales mercados de Bogotá. Los resultados
fueron contundentes: en 1995 la producción anual de confites pasó
de 600 mil a 800 mil kilos.
Esta primera expansión hacia el exterior le permitió a la
confitera ecuatoriana paliar el impacto del fenómeno El Niño, que
contrajo dramáticamente el mercado interno.
Pese al fantasma del conflicto limítrofe, Confiteca estableció
una segunda comercializadora en Perú, en 1994. Confiperú captó
25% de ese mercado en solo un año. La expansión continúo con
Centroamérica y en 1998 con Venezuela, mediante un joint venture
comercial con Galletera Carabobo.
Tecnología y calidad
La primera etapa de Confiteca, comprendida entre 1965 y 1979, se
caracteriza por un enfoque centrado en la elaboración de
productos de calidad, dice Alfonso Arroyo. El primero fue el
chicle pastilla que debió librar una ardua competencia con el de
Adams, frente al cual había una gran desventaja tecnológica.
Luego nace el chicle bola, que por mucho tiempo fue el producto
estrella en el Ecuador sino en Colombia y Perú.
En este lapso los ejecutivos deciden darle un vuelco clave a la
compañía e inician un proceso de innovación tecnológica que
incide directamente en los niveles de ventas y de producción: de
7 mil kilos mensuales de chicle bola en los primeros años, se
pasÿ a más 200 kilos.
De1975 a 1977 la empresa empieza a diversificar la produccción.
En el año 77 se estrena como pionera en la presentación de
caramelos y chicles con cobertura de plástico, técnica hoy
utilizada por las más importantes confiteras del mundo.
La inversión hasta 1979 bordeó los 10 millones de dólares. Fue la
era del boom petrolero, pese a lo cual, la producción y ventas
crecieron apenas 4% en términos reales, debido a la política
monetaria aplicada por los dos Gobierno militares de la época.
"Se mantuvo un tipo de cambio estable, pese a que teníamos una
inflación anual que fluctuaba del 8% al 12%. Es decir que las
importaciones eran baratísimas, hecho que aniquiló al productor
nacional", enfatiza el ejecutivo.
Como consecuencia, confites de todas partes del mundo, a precios
inferiores que los nacionales, inundaron el mercado local.
Comercio directo, es la clave
La segunda causa del bajo crecimiento inicial en las ventas,
según Arroyo, era la política de comercialización encargada a
terceras empresas. Eran cuatro distribuidores que justificaban la
poca demanda en una baja aceptación por parte del consumidor.
Ante tal situación, la empresa aceptó la devolución de todos
aquellos productos que no se vendían y salió a comercializarlos
directamente.
Era el año 1980 cuando "en un garage ubicado entre las calles
San Javier y San Ignacio, formamos nuestra primera fuerza de
ventas en Quito; y en las calles Maldonado y Villavicencio en
Guayaquil", recuerda entusiasta Arroyo.
El resultado obtenido tres años más tarde fue contundente: las
ventas registraron un crecimiento real de 100%; la producción
pasó de 180 mil kilos al mes a cerca de 500 mil, nivel que
permaneció estable hasta 1991.
En 1992 incorporó innovaciones tecnológicas y puso énfasis en la
capacitación. Nacieron productos como el cataboom (chicle con
centro líquido), con técnicas ideadas por la gente de la empresa
que intrigaron a la competencia, gracias al cual las ventas
subieron 20%. Luego vinieron los tofees, con y sin licor y de
varios sabores.
35 años de historia
En 1963, año de auge de la sustitución de importaciones, Gonzalo
Chiriboga C., actual presidente de Confiteca, mientras revisaba
el anuario de comercio exterior observó que uno de los productos
que más importaba Ecuador eran los chicles y decidió producirlos
localmente.
La historia la cuenta Alfonso Arroyo, quien recuerda que la idea
de Chiriboga se hizo realidad gracias a un crédito de la
Corporación Financiera Nacional, que fue el capital semilla de la
empresa.
Dos años después, los ejecutivos de la compañía iniciaban
conversaciones con ATP, para lograr un joint venture, que no se
concretó por la desconfianza de los inversionistas en el país,
acota.
Por ello, la primera razón social de la empresa fue ATP del
Ecuador, nació con 100 accionistas nacionales, y un capital de
$1,5 millones.
En octubre de 1965 Warner Lambert ingresa a Ecuador con sus
productos Adams. "Competir con una transnacional de primer orden
fue lo mejor que le pudo ocurrir a Confiteca. (DIARIO HOY)(P.7-A)
American Tun Products del Ecuador (ATPE), hoy Confites
Ecuatorianos C.A. (Confiteca), incursionó por primera vez en el
mercado nacional con sus dos primeros productos: el chicle
pastilla y el chicle bola. Para fines de ese año, la producción
de chicles, caramelos y chupetes promedió los siete mil kilos
mensuales, elaborados por unos 30 empleados.
Hoy, a pesar de la crisis y de que el sector confitero
experimentó un decrecimiento del 5%, Alfonso Arroyo, gerente de
Confiteca, asegura que en el primer semestre de 2000, comparado
con igual período de 1999, la empresa elevó del 33% al 41% su
participación en el mercado nacional.
Ello permitió crear 164 nuevos empleos, 23% dentro del país y 77%
distribuidos en los 24 países hacia donde exporta el 65% de su
producción total que hoy es de 1 millón de kilos de confites
por mes.
El ejecutivo señala que, en 1999 las ventas totalizaron diez
millones de dólares, mientras en lo que va de 2000 el rubro
supera los 6,5 millones, pero hasta diciembre la meta es de más
de 35 millones de dólares: 15 millones por exportaciones, diez
por consumo local y diez por comercializar productos de terceras
empresas.
La apertura de Confiteca al resto del mundo se inicia el 31 de
diciembre de 1992, cuando Ecuador se incorpora al Pacto Andino.
"Los ecuatorianos creíamos que los confites colombianos eran lo
máximo y, pese a que estábamos seguros de la calidad de los
nuestros, teníamos pánico, por ello nos preparamos para entrar en
Colombia y lo hicimos de manera exitosa", enfatiza.
En marzo de 1993 los accionistas hacen un aporte de $4 millones
para establecer una comercializadora en ese país y, el 7 de junio
de ese año, Confitecol inicia la venta de sus productos en La
Sabana, uno de los principales mercados de Bogotá. Los resultados
fueron contundentes: en 1995 la producción anual de confites pasó
de 600 mil a 800 mil kilos.
Esta primera expansión hacia el exterior le permitió a la
confitera ecuatoriana paliar el impacto del fenómeno El Niño, que
contrajo dramáticamente el mercado interno.
Pese al fantasma del conflicto limítrofe, Confiteca estableció
una segunda comercializadora en Perú, en 1994. Confiperú captó
25% de ese mercado en solo un año. La expansión continúo con
Centroamérica y en 1998 con Venezuela, mediante un joint venture
comercial con Galletera Carabobo.
Tecnología y calidad
La primera etapa de Confiteca, comprendida entre 1965 y 1979, se
caracteriza por un enfoque centrado en la elaboración de
productos de calidad, dice Alfonso Arroyo. El primero fue el
chicle pastilla que debió librar una ardua competencia con el de
Adams, frente al cual había una gran desventaja tecnológica.
Luego nace el chicle bola, que por mucho tiempo fue el producto
estrella en el Ecuador sino en Colombia y Perú.
En este lapso los ejecutivos deciden darle un vuelco clave a la
compañía e inician un proceso de innovación tecnológica que
incide directamente en los niveles de ventas y de producción: de
7 mil kilos mensuales de chicle bola en los primeros años, se
pasÿ a más 200 kilos.
De1975 a 1977 la empresa empieza a diversificar la produccción.
En el año 77 se estrena como pionera en la presentación de
caramelos y chicles con cobertura de plástico, técnica hoy
utilizada por las más importantes confiteras del mundo.
La inversión hasta 1979 bordeó los 10 millones de dólares. Fue la
era del boom petrolero, pese a lo cual, la producción y ventas
crecieron apenas 4% en términos reales, debido a la política
monetaria aplicada por los dos Gobierno militares de la época.
"Se mantuvo un tipo de cambio estable, pese a que teníamos una
inflación anual que fluctuaba del 8% al 12%. Es decir que las
importaciones eran baratísimas, hecho que aniquiló al productor
nacional", enfatiza el ejecutivo.
Como consecuencia, confites de todas partes del mundo, a precios
inferiores que los nacionales, inundaron el mercado local.
Comercio directo, es la clave
La segunda causa del bajo crecimiento inicial en las ventas,
según Arroyo, era la política de comercialización encargada a
terceras empresas. Eran cuatro distribuidores que justificaban la
poca demanda en una baja aceptación por parte del consumidor.
Ante tal situación, la empresa aceptó la devolución de todos
aquellos productos que no se vendían y salió a comercializarlos
directamente.
Era el año 1980 cuando "en un garage ubicado entre las calles
San Javier y San Ignacio, formamos nuestra primera fuerza de
ventas en Quito; y en las calles Maldonado y Villavicencio en
Guayaquil", recuerda entusiasta Arroyo.
El resultado obtenido tres años más tarde fue contundente: las
ventas registraron un crecimiento real de 100%; la producción
pasó de 180 mil kilos al mes a cerca de 500 mil, nivel que
permaneció estable hasta 1991.
En 1992 incorporó innovaciones tecnológicas y puso énfasis en la
capacitación. Nacieron productos como el cataboom (chicle con
centro líquido), con técnicas ideadas por la gente de la empresa
que intrigaron a la competencia, gracias al cual las ventas
subieron 20%. Luego vinieron los tofees, con y sin licor y de
varios sabores.
35 años de historia
En 1963, año de auge de la sustitución de importaciones, Gonzalo
Chiriboga C., actual presidente de Confiteca, mientras revisaba
el anuario de comercio exterior observó que uno de los productos
que más importaba Ecuador eran los chicles y decidió producirlos
localmente.
La historia la cuenta Alfonso Arroyo, quien recuerda que la idea
de Chiriboga se hizo realidad gracias a un crédito de la
Corporación Financiera Nacional, que fue el capital semilla de la
empresa.
Dos años después, los ejecutivos de la compañía iniciaban
conversaciones con ATP, para lograr un joint venture, que no se
concretó por la desconfianza de los inversionistas en el país,
acota.
Por ello, la primera razón social de la empresa fue ATP del
Ecuador, nació con 100 accionistas nacionales, y un capital de
$1,5 millones.
En octubre de 1965 Warner Lambert ingresa a Ecuador con sus
productos Adams. "Competir con una transnacional de primer orden
fue lo mejor que le pudo ocurrir a Confiteca. (DIARIO HOY)(P.7-A)
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