Madrid. 07.05.93. El rechazo de los diputados serbios de Bosnia
al plan de paz Vance-Owen ha generado preocupación y pesimismo en
la comunidad internacional, que ahora se plantea la adopción de
nuevas medidas destinadas a presionar a los rebeldes serbios para
que pongan fin a la guerra.

Serbia y la Federación Yugoslava, que integra junto con
Montenegro, decidieron cortar toda la ayuda menos los alimentos y
medicamentos que suministran a los serbios de Bosnia, tras su
rechazo al plan de paz de los mediadores internacionales Cyrus
Vance y David Owen.

"Puesto que el plan proporciona las condiciones necesarias para
la paz, no podemos permitir el agotamiento económico de la
República de Serbia", dice un comunicado del Gobierno serbio.

Ante la negativa del Parlamento rebelde a ratificar el plan de
paz firmado el domingo pasado en Atenas por su líder, Radovan
Karadzic, el presidente de EEUU, Bill Clinton, dijo que propondrá
a los aliados "medidas conjuntas más duras" contra los serbios y
opinó que el referéndum que el Parlamento serbio bosnio ha
convocado para el 15 y 16 de mayo es "una táctica dilatoria".

Clinton subrayó que las medidas que se aprueben en el futuro
deberán aplicarse "conjuntamente" por Estados Unidos y sus
aliados en Europa, incluida Rusia, y aseguró que la crisis de los
Balcanes "amenaza la estabilidad en Europa".

Por el contrario, Moscú rechazó cualquier intervención militar en
Bosnia hasta conocer los resultados del referéndum entre la
población serbo-bosnia sobre el plan Vance-Owen y está dispuesto
a tomar medidas que impidan tal acción, según el viceministro
ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov.

El presidente ruso, Borís Yeltsin, dijo que su país "no será
indulgente" con quienes rechacen la paz, aunque mostró su
esperanza en que el pueblo serbo-bosnio será más "responsable"
que sus diputados y aprobará el plan en la consulta.

Dentro de su gira por varias capitales europeas para presentar el
plan de su gobierno para acabar con la guerra en Bosnia, el
secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, logró en
Bruselas un principio de apoyo de la Alianza Atlántica y, aunque
más limitado, de la CE para recurrir a la fuerza, que no ha
levantado sus recelos a las iniciativas militares
norteamericanas.

Christopher pidió a la OTAN y la Comunidad Europea "medidas más
enérgicas y duras sobre el terreno" para acabar con la guerra en
Bosnia, propuesta que apoyó el secretario general de la Alianza
Atlántica, Manfred Woerner, mientras que los "Doce" se limitaron
a reiterar que es necesario "considerar nuevas medidas, sin
excluir las militares", aunque sin ningún compromiso concreto.

"No excluimos pasos adicionales, incluido el recurso a la fuerza
militar", dijo el jefe de la diplomacia danesa, Niels Helveg
Petersen, presidente de turno de la CE.

Mientras tanto, el secretario general de la ONU, Butros Gali,
aseguró que el rechazo del plan de paz "no es la última palabra"
y opinó que "habrá más negociaciones" y continuarán los esfuerzos
para superar las actuales dificultades y lograr un acuerdo sobre
la iniciativa de paz.

El mediador comunitario en la crisis yugoslava, David Owen,
calificó de "locura peligrosa" el rechazo de los serbios bosnios
al plan de paz (51 votos en contra, 2 a favor y 12 abstenciones),
dijo que esta postura empuja a la comunidad internacional a una
acción militar y abogó por el aumento de la presión sobre
Belgrado para lograr una ruptura definitiva con los serbios
bosnios.

El estadounidense Cyrus Vance, copresidente junto con Owen de la
Conferencia Internacional sobre la antigua Yugoslavia, señaló que
corresponde al Consejo de Seguridad de la ONU tomar las medidas
que considere más adecuadas para impulsar el proceso de paz, como
la creciente presión sobre los serbios bosnios y el uso de la
fuerza, aunque reiteró que ese debe ser el último recurso.

También el general francés Philippe Morillon, comandante de las
Fuerzas de Protección de las Naciones Unidas (UNPROFOR) en
Bosnia, subrayó que sólo se recurrirá a una intervención exterior
como "último recurso".

El jefe de la diplomacia española, Javier Solana, calificó de
"disparate" la decisión del Parlamento de los serbios bosnios y
no descartó la posibilidad de una acción militar "selectiva" bajo
cobertura de la ONU.

El primer ministro británico, John Major, mostró su esperanza en
que el presidente serbio, Slobodan Milosevic, "haga valer" su
compromiso con el plan de paz para Bosnia.

En cuanto a las repúblicas que formaban la extinta Yugoslavia,
Bosnia opinó que se dan todas las condiciones para el uso de la
fuerza internacional, y el gobierno croata mostró su confianza en
que la comunidad mundial adopte medidas enérgicas y urgentes,
incluida la fuerza militar.

El presidente de Serbia se declaró convencido de que las
negociaciones de paz para el fin de la guerra en Bosnia
continuarán y terminarán con éxito, mientras su colega de
Montenegro, Momir Bulatovic, calificó el rechazo de "enorme
error".

En cuanto a la situación bélica, el general Morillon ha negociado
con los serbios bosnios un acuerdo para establecer una "zona de
seguridad" en el enclave musulmán de Zepa (Bosnia oriental), que
incluiría un alto el fuego en torno a la localidad y el
despliegue de observadores de UNPROFOR.

El anuncio se produjo mientras el Consejo de Seguridad de la ONU
ultimaba detalles para una resolución que establecería "zonas
seguras" en Zepa, Gorazde, Tuzla y Sajarevo.

Según Radio Bosnia, las milicias serbias lograron penetrar la
línea de defensa de Zepa, donde viven unos 40.000 civiles y
donde, de acuerdo con el embajador bosnio ante la ONU, Mohamed
Sacirbey unos 400 civiles han muerto y centenares de personas han
sido heridas en los tres días de ataques serbo-bosnios. (EFE)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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