Quito. 30 may 97. La respuesta mayoritaria de los
ecuatorianos para que la elección de los diputados se cumpla
en la primera y no en la segunda vuelta electoral, parece
obedecer más al temor de que las minorías pierdan su
representación en el poder, antes que a la intención de
torpedear la gobernabilidad.

La experiencia de gobiernos con parlamentos adictos, que no
escucharon la voz del pueblo, habría pesado más para que los
ciudadanos ratificaran, por segunda vez, en las urnas, que los
partidos pequeños tengan representación en el Congreso.

Por eso, ni la voz de los ex presidentes, que narraron su
experiencia al enfrentarse con un Congreso de oposición, fue
escuchada.

Rodrigo Borja, por ejemplo, recordó, a lo largo de la campaña
de la consulta popular, que en el segundo periodo de su
administración, prefirió "sacrificar" a sus ministros, al
permitir que sean censurados, pero no "negociar" los votos con
los diputados.

Pero los ecuatorianos recordaron, asimismo, aunque no lo
mencionaron, que en los dos primeros años de su mandato, Borja
tuvo una cómoda mayoría en el Congreso, que fue aprovechada
para tramitar leyes y proyectos en bien del país.

Esta vez la memoria de los ecuatorianos estuvo lúcida. No
pocos recordaron que, durante la administración de Jaime
Roldós, la mayoría congresil tampoco le sirvió para enrrumbar
su Gobierno.

Estos antecedentes, da la impresión, fueron decisivos al
momento de la reflexión, frente a la papeleta electoral;
aunque los ciudadanos también habrían meditado en aquella
regulación mediante la cual los partidos y movimientos
políticos que no alcanzaran el cinco por ciento serán borrados
de los registros, con lo que se disminuirá la diversidad
ideológica, que, es evidente que inquieta a muchos dirigentes.

Un tema que sigue pendiente

El analista político Julio Echeverría considera lamentable que
el "SI" en las dos primeras preguntas haya arrastrado consigo
al resto de temas de la consulta popular del 25 de mayo.

Ante el temor de que los Bucaram regresen, la gente votó
mayoritariamente por el SI en el resto de preguntas, que
requerían de reflexión y debate, como la que indagaba si los
diputados debían ser elegidos en la primera vuelta electoral o
en la segunda. Ganó la primera opción, que estaba en el
casillero "a" de la papeleta. Pero el resultado de la
consulta, en este aspecto, no representa un consenso sólido ni
activo.

Un Gobierno que sea fuerte

"El tema está pendiente. La sociedad debe seguir discutiendo
para fortalecer la gobernabilidad", expresa Echeverría,
partidario de que los legisladores sean elegidos luego de
saberse los candidatos finalistas en pos de la Presidencia. De
esa manera, se podría construir un Gobierno fuerte que esté en
capacidad de enfrentar los problemas de la globalización de la
economía.

El analista afirma que las minorías, que actualmente obtienen
espacios de poder en el Congreso durante la primera vuelta, no
dejarían de estar representadas si los diputados se escogen en
la segunda vuelta presidencial. "Es necesario fortalecer
también la representación social y abrir espacios de
participación política a la gente".

¿Cómo conciliar participación con concentración de la
Legislatura en dos o tres partidos fuertes?

Echevería cita el ejemplo de las "asambleas ciudadanas", que
tuvieron un papel protagónico en las jornadas de febrero, que
acabaron con el bucaramato. Son espacios propicios para que la
gente exponga sus ideas y poponga soluciones a los problemas
del país. Lo ideal sería que aquellas propuestas ciudadanas
sean acogidas e impulsadas por los políticos.

El analista recuerda que el asunto de la elección de diputados
se ha preguntado ya por dos ocasiones, lo que refleja la
necesidad de encontrar la vía que fortalezca la gobernabilidad
y la participación social en las decisiones políticas. Por
eso, el tema debe seguir siendo discutido.

Gobernabilidad a costa de la diversidad

Tras el tema de la elección de diputados, está el afán de los
políticos por asegurar el escenario para un "buen gobierno".
No obstante, el electorado vuelve a desconfiar de las bondades
de las hegemonías.

Se argumentó para pedir el voto por la elección de la
Legislatura en la segunda vuelta, que la dispersión de fuerzas
representadas en el parlamento le impedía el Ejecutivo
gobernar. El tema se volvió uno de los ejes de la llamada
"gobernabilidad". Pero¿ en qué reside el arte de la
gobernabilidad?

La última etapa de la democracia ecuatoriana se inauguró con
una legislatura electa en la segunda vuelta y, a renglón
seguido vino una grave pugna entre el Congreso y el presidente
Roldos, Y más allá: cabría preguntarse si el país debate este
momento una gobernabilidad a corto plazo o a plazo largo; si
la gobernabilidad es la posibilidad de "ir haciendo" Gobierno
cada día, o la posibilidad de crear escenarios de
participación para volver gobernable el país. Las
insatisfacciones que dan origen a la ingobernabilidad, se
expresan en las minorías, los conflictos regionales encuentran
una vía de escape en las organizaciones políticas locales o
regionales. Por tanto, depende qué se entienda por
gobernabilidad. Si se trata de fdarle respiro al presidente; o
se trata de organizar el país desde sus bases. La
gobernabilidad como concertaciones y acuerdos en la cúpula o
como consensos que traspasen a toda la sociedad.
Gobernabilidad y diversidad parecen dos hermanos gemelos. Se
necesitan mutuamente.

La desconfianza en las concertaciones ha vuelto a primar.
Aunque, y eso también es cierto, a la sombra de esa intuición
del electorado se cocine toda la corrupción parlamentaria.
(DIARIO HOY) (P. 3-A)
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