Quito. 07.11.93. Premio "Cervantes" en 1987 y "Menéndez y Pelayo"
en 1992, el escritor mexicano Carlos Fuentes, uno de los grandes
prosistas en lengua castellana, lanza dos nuevos libros - "El
naranjo" y "Geografía de la novela"- bajo la inquietante
sensación de que el tiempo que le queda a sus 65 años es
demasiado breve para todos los proyectos que mantiene en este
momento de excepcional lucidez creativa.

- Se acerca el fin de milenio. ¿Cómo lo ve un novelista tan
atento como usted a la realidad actual?

Creo que va a ser un fin de milenio muy conflictivo. La vrdad es
que vivíamos todos congelados en la Guerra Fría que hacía mucho
más fácil la vida de cada uno. Por lo menos la incertidumbre era
menor: unos eran los buenos y otros los malos y cada cual, según
sus ideas, se colocaba en un bando. Ahora hemos decubierto que
en los dos campos existían un montón de problemas muy graves que
se habían ido barriendo y ocultando bajo la alfombra.

-¿Cuáles son, en su opinión, los principales problemas que ahora
comienzan a aparecer?

Vamos a tener que resolver cuestiones como la del deterioro del
medio ambiente y de la ecología, en primerísimo lugar; la
demografía, el excesivo crecimiento de la población; el derecho
de las mujeres a disponer de su propio cuerpo, especialmente en
el caso del aborto; la lucha contra las pandemias que se han
constituido en azote de nuestra época, el sida sobre todo; la
crisis de la civilización urbana: gente sin hogar, el declive de
la educación, el crimen, la violencia y, por último, los
problemas derivados de la emigración masiva. Hasta los términos
Primer y Tercer Mundo deben ser revisados, también hemos
descubierto que cada país del Primer Mundo tiene dentro su tercer
mundo particular.

-¿Cree que la novela contemporánea reflaja todas estas
circunstancias?

La literatura es, a veces, metafórica. Es frecuente que tras una
peripecia individual se encuentre en panorama completo de un país
y una época. En Almas muertas de Nicolai V. Gogol, bajo la
apariencia de describir a un pícaro, lo que se cuenta en realidad
es la Rusia de su tiempo y en Paisaje después de la batalla del
escritor español Juan Gouytisolo hay un gran telón de fondo de la
emigración. No es necesario que la literatura adopte
directamente temas trascendentes políticos y sociales; si es
buena, acabará por reflejarlos y desde ese punto de vista creo
que hay mucha novela contemporánea que refleja este tiempo.
Aunque, muchas veces, hay que ejercitarse en la segunda lectura,
la que ve más allá de la acción inmediata que describe la obra.

-¿Cómo se encuentra tras más de 40 años de hacer literatura?

Me encuentro en un momento de angustia. Tengo la impresión de
que el tiempo se me acaba y no voy a tener ocasión de hacer todo
lo que quiero. Ahora me levanto todas las mañanas con la ilusión
de trabajar y sé muy bien lo que tengo que escribir. Así que mi
estado de ánimo es doble: de angustia y de alegría. En
compensación a la angustia, hay una cosa buena de envejecer que
es saber escribir la novela que uno quería hacer de joven.

-Además del tiempo ¿qué otras cosas se le han ido?

Se me ha ido gran parte de la energía. Aquella capacidad juvenil
de escribir, leer y vivir al mismo tiempo. No sé, de parrandear
y bailar el mambo y luego volver a casa con fuerza para escribir
de nuevo. Con los años uno se vuelve ecónomo de los horarios, se
adquiere una facilidad para evitar desgastes innecearios.
También, el mantenerse muy abierto al sueño y al subconsciente.

-Hay algunos escritores que, puestos a elegir, han elegido la
vida y han dejado la literatura.

A mí no me ha pasado eso. Para mí, la literatura sigue siendo lo
primero en mi vida y en mi actividad. Sigue siendo algo que me
apasiona y tengo la suerte de poseer una gran disciplina para
escribir.

-Acaba de editar dos obras a la vez. ¿Es eso una forma de quemar
etapas?

Bueno, son dos libros que de formas distintas vienen a incidir en
la misma cuestión. Ambos quieren salir al paso de ese concepto
de que la historia ha terminado. El naranjo es un libro
interessado en decir que el tiempo sigue y que el hombre aún no
ha dicho su última palabra. Al mismo tiempo, el hombre de hoy
tiene el reto de replantearse el pasado que no está, ni mucho
menos, concluido. La historia continúa su marcha, con sus
justicias o injusticias, pero sigue. En cuanto a Geografía de la
novela también quiere desmentir esa teoría de que la novela ha
muerto.

Resulta que, contra todos los pronósticos agoreros, la novela
actual está llena de vitalidad e incluso aparecen nuevos
novelistas de nuevos países. Aparecen escritores que no existían
hace solo unos cuantos años. Son escritores de Africa, del
Caribe, de todas partes. También he querido subrayar la
modernidad de la cultura hispana que se ha hecho contracorriente.
Nosotros hemos sido capaces de crear un lenguaje de la gente
frente al lenguaje del poder.

-Ha señalado las injusticias de la historia ¿Son especialmente
graves en Iberoamérica?

América Latina está pasando momentos muy graves, con problemas
lacerantes: la gente asesina niños en Brasil, se elimina a los
indígenas en Amazonía, continúa su criminal actividad Sendero
Luminoso en Perú y están las enormes necesidades de las masas
emigrantes. Son problemas gigantescos, desde luego. Sin
embargo, hay síntomas que me parecen positivos, entre ellos el
ascenso de la sociedad civil que yo creo que es la que va a
protagonizar el siglo XXI.

Está creciendo la desconfianza hacia los poderes económicos y
políticos, que no son capaces de resolver los conflictos. El
movimiento de la sociedad civil ha roto con la tradición del
poder político en este continente que proviene en parte de los
imperios indígenas y en parte del sistema político de los
Habsburgo. Este fenómeno de la irrupción de la gente común en la
vida pública por medios propios y no encauzados está sucediendo
prácticamente en todos los países del continente, en Perú, en
México, en Colombia...

-Volviendo a su obra futura, ¿qué es lo que quiere contar?

Quiero contar la historia del encuentro del hombre con la
historia. Yo creo que hay tres tipos de realidades: una objetiva
y material, otra íntima del individuo y una tercera colectiva,
que es precisamente ese punto de encuentro. En definitiva, me
gustaría que en algún momento del futuro se me pudiera recordar
como aquel escritor mexicano que vivió en tal época del siglo XX
y se interesó por su tiempo.

Si la pregunta es sobre mis proyectos concretos, le diré que
quiero terminar mi serie La edad del tiempo de la que me faltan
cinco o seis novelas. También quiero hacer una trilogía que
trate de la América Latina contemporánea con una acción que
transcurra en México, Chile y Colombia.

-El mundo ha cambiado sustancialmente en los últimos años. ¿Qué
opina del "nuevo orden mundial" auspiciado por Estados Unidos?

Los Estados Unidos van a fracasar si creen que pueden prsentarse
como la única superpotencia y ejercer de gendarmes del mundo. No
es un secreto que padecen enormes problemas internos a los que
tienen que hacer frente. Resultaría muy chocante que un país que
está con el agua al cuello en muchos aspectos económicos,
sociales y culturales intentaran guiar a los demás. Ya se ve que
por ahora no han sido capaces siquiera de detener los conflictos
que tienen lugar en Europa. Y también están fracasando en su
intervención en Somalia. Lo que ocurre es que arrastran una mala
costumbre de los tiempos de los presidentes norteamericanos
Ronald Reagan y George Bush.
EXPLORED
en Ciudad N/D

Otras Noticias del día 07/Noviembre/1993

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el