Manta. 2 may 98. El sol volvió aparecer en Bahía de Caráquez.
Pero ayer no fue un día normal como antes, cuando su gente se
levantaba y salía rumbo a las camaroneras del estuario del río
Chone. Los familiares, amigos y pobladores del barrio María
Auxiliadora seguían llorando a sus muertos. Lo hacían en los
bajos del edificio del Municipio donde, desde el jueves por la
noche, los 12 cuerpos de las víctimas del hundimiento de
tierra eran velados. Mientras esto sucedía en la zona baja de
la urbe, los que habitan en los 14 barrios de la colina,
ubicada al lado izquierdo del balneario manabita, seguían
escuchando sonidos subterráneos que provienen de las entrañas
mismas de la tierra.

"La tierra sigue temblando allá arriba, en el sitio de la
cruz, donde unas 25 familias habitan allí pero nadie quiere
salir", manifestaba Juan Saltos, un pescador artesanal quien
se halla con su familia en el albergue de la iglesia Las
Mercedes en el barrio Mariana de Jesús. En la ciudadela Pedro
Fermín Cevallos, que está situada a espaldas de la iglesia,
las casas presentan rajaduras las mismas que son visibles
desde la calle Vinueza. Las viviendas de madera y caña guadua
penden de un hilo, los cerros de mediana altura, alrededor de
90 metros, están tan húmedos que han empezado a tomar un color
café rojizo contrario a su imagen regular de un café claro que
muestra en época de verano y de sequía.

Para Alémber Zambrano, de 58 años del barrio El Astillero, la
situación en Bahía no solo es desconsuelo. El miedo también
empieza ha apoderarse de todos quienes vivimos al pie o en las
superficies de los cerros. "Cada mes la tierra tiembla y
siempre esos movimientos aumentan la intensidad, solo en abril
sentimos tres, por eso aquí se duerme con un ojo abierto y
otro cerrado", añade. El peligro es latente, los dos tanques
de almacenamiento de agua que surten a la ciudad están a punto
de desplomarse, los cimientos de los embalses elevados están
casi en el aire. De ceder la tierra destruiría por lo menos
unas 70 viviendas, sin contar que los tanques que por el
momento están vacíos, agrega.

Las tareas de rescate se reanudaron a partir de las 09h00. 15
voluntarios más de la Defensa Civil llegaron desde Portoviejo
abordo de un helicóptero de carga de la Aviación del Ejército
de la capital manabita. La nave arribó cargada de raciones
alimenticias, tanques de oxígeno para el hospital e
implementos de rescate como cuerdas, picos y palas para
acelerar la remoción de escombros, que en esta ocasión no fue
tapada por la tierra y el lodo.

El jueves, cerca de las 19h00, fueron rescatados los cuerpos
de Ana María Santos y su hija de dos años. La madre abrazaba a
su hija, la sujetaba en su pecho y la niña se hallaba con su
manos entrelazadas al cuello de su progenitora. "Parecían una
escultura hábilmente trabajada. Pero todo era real y eso nos
duele", decía Patricia Rodríguez una vecina de las fallecidas.
Con esos dos cadáveres suman 14 , al parecer quedan entre los
escombros los cuerpos de seis personas más.

El fin de semana empieza con el mercado de la ciudad casi
vacío. Más de una veintena de restaurantes ubicados en el
malecón de la ciudad han cerrado sus puertas, apenas cuatro
que están al ingreso del embarcadero de pangas que transportan
pasajeros hacia San Vicente laboran con reducidos clientes y
poquísima variedad de platos.

No hay transporte urbano, los taxis salieron a trabajar desde
hace un mes a Santo Domingo de los Colorados, Portoviejo y
Manta; los triciclos chinos ocuparon su lugar y a punta de
pedal unos 50 de estos y sus dueños se ganan así la vida.

Llegar a Bahía, es un calvario dice Franklin Macías, quien
trabaja en un laboratorio de larvas en la vía a Tosagua.
Salimos de la ciudad con destino a Bahía de Caráquez desde las
06h00, cinco trasbordos entre busetas, camionetas y moto nos
acercan al kilómetro 16, de allí se baja una pendiente hacia
la margen izquierda del estuario del río Chone y por último se
aborda una panga que en 50 minutos llega, tras sortear bancos
de arena y palizada abundante que llega al estuario arrastrada
por el desbordamiento de esteros y quebradas. Hemos gastado
70.000 sucres lo que en condiciones normales era un máximo de
5.000 sucres, cuenta Franklin.

La nómina de los fallecidos es: Juan Pablo Vera Escobar de 13
años, Miriam Vera Ferrín 37 años, Mariuxi Intriago Vera 4
años, Ana Cagua, Ana María Santos 28 años su hija de 2 años,
José Intriago Vera, Lusi Farfán 38 años, Colombia Caugoy 77
años, Maribel Cagua 2 años y Alejandro Cedeño Cagua.

Milagro está bajo el agua

Los habitantes de Milagro no se imaginaron el jueves que una
hora después de que la lluvia comenzó, la ciudad se inundaría.
Y hasta ayer, la calle más alta de la ciudad, la García
Moreno, por la que pasa la vía férrea, estaba inundada. La
situación de las otras calles no era mejor.

En el centro, el agua llegaba hasta 80 centímetros, pero en
los barrios de la periferia alcanzaba los dos metros de
altura. Esta era la situación de las ciudadelas Almeida, Techo
para los Pobres, Assad Bucaram, Pradera, y Chirijos. Pero a
pesar de la situación, el número de damnificados no aumentó en
los albergues. De haberlo hecho, la Defensa Civil y el
alcalde, Lister Andrade, deberían haber encontrado otro
albergue, pues la Escuela 24 de Mayo, la extensión de la
Universidad de Guayaquil, y el Hospital del IESS no tienen
capacidad para las cerca de 700 personas que ya se refugian
ahí.

A pesar de la cercanía del inicio de clases, estos
damnificados deberán mantenerse en esos sitios hasta que se
les pueda dotar de viviendas propias y seguras, según el
subsecretario regional de Bienestar Social, Rubén Loor. El
dice comprender la necesidad de iniciar el período lectivo
pero afirma que la atención a los más de 10 mil damnificados
es prioritaria y por esta razón dialogará con las autoridades
educativas con el fin de solicitar la postergación del inicio
de clases en estos planteles.

Mientras tanto, en Zapotal, en la vía Guayaquil-Salinas, los
trabajos continuaban ayer para reanudar el paso vehicular,
luego de que el jueves a las 09h00 el puente de esa localidad
colapsó. Según los moradores, el agua proveniente de los
cerros cercanos copó y superó el cauce del riachuelo de
Zapotal con tal fuerza que el puente de concreto y el puente
Bayley que estaba sobre éste se cayeron. Ahora, el único medio
de paso es un puente de caña construido por los habitantes del
sector.

Pero ante los problemas, se presentan alternativas, como en el
caso del puente marítimo que se ha establecido entre Manta y
Guayaquil. Ante la imposibilidad de abastecerse en Manabí, los
representantes de las empresas navieras que trabajan en el
Puerto de Manta llegaron a un acuerdo útil: disponer de una
nave para que se transporten productos entre Guayaquil y
Manta. La Marina también colabora. Ha facilitado el barco
Hualcopo para transportar arroz, azúcar, granos, y los
productos que actualmente escasean en la región. Redacción
Guayaquil

¿Los pronósticos errados?

Parecería que El Niño no quiere irse. Y si se va, dicen
algunos, lo hará lentamente. Los pronósticos hasta mediados de
marzo mencionaban a abril como el mes en que se iniciaría el
alejamiento del fenómeno. Pero la realidad mostró otra cosa.

El último informe de marzo del Comité Nacional de Estudios
Regionales del fenómeno de El Niño (Erfen) preveía que a fines
de abril y a principios de mayo se observaría una disminución
en las lluvias de la Costa, pero no la terminación definitiva
de la estación lluviosa .

Marzo era, hasta antes del inicio de abril, un mes récord en
precipitaciones, con 903.8 milímetros de lluvia (un superhábit
de 248 mm) solo en Guayaquil. Pero el mes terminó y las
lluvias siguieron cayendo con igual intensidad.

El 20 de abril, al término de la Expedición a la Antártida del
buque científico Orión, el entonces director de la escuela de
Ciencias del Inocar, Rodney Martínez, aseguró que ese mes El
Niño daría claras muestras de llegar a su fin. Sin embargo, el
boletín del Erfen del 24 de marzo indicaba que El Niño se
mantenía estable.

Aunque mar adentro la cálida temperatura del mar comenzaba a
disminuir, las lluvias iban en aumento. Tanto, que el récord
de lluvia del 27 de febrero de 1998 de 110 mm. en Guayaquil se
mantuvo en marzo. No sucedió así en abril, mes en que alcanzó
la precipitación más grande en 30 años: 224.7 mm.

En abril, el acumulado en 29 días mostraba un superávit de
1.061,3 mm., cinco veces más de lo que se podría esperar en un
mes normal, no comparable con ningún registro en treinta años.


Para el Inocar, aunque en las muestras obtenidas en la última
lectura de las condiciones de El Niño frente a costas
ecuatorianas, el 29 de abril, se observa una disminución,
éstas se presentan de manera lenta. Esto aún a pesar de que ya
se observa una creciente entrada de aguas relativamente frías
desde el sur, como anticipo de la corriente fría de Humboldt.

A José Luis Santos, de la Escuela Politécnica del Litoral
(Espol) le costó un poco reconocer que los pronósticos no
necesariamente reflejaban lo que pasaba en la realidad. Ahora
se toma a mayo como el mes al que los pronósticos recurren
para mostrar un retroceso de El Niño. Aunque las lluvias no
perderán su intensidad, según Humberto Enríquez, del Instituto
Nacional de Meteorología e Hidrografía (Inamhi). Redacción
Guayaquil

Testimonios

Un ficus le salvó la vida...

SIXTO GARCIA MENDEZ, DEL BARRIO MARIA AUXILIADORA
...
Eran aproximadamente las 04h20 y mi vecino de la casa contigua
comenzó a gritar. Me desperté y sentí que todo empezó a
moverse y los gritos se agudizaron. Fidel, mi vecino, gritaba
por la señora y me pedía ayuda. Le respondí que estuviera
tranquilo, que se quedará donde estaba y que no se moviera
porque todo se estaba bajando. La tierra arrastraba las casas,
árboles... Yo me tiré por la ventana trasera de mi casa y me
subí a un ficus que estaba a cinco metros y que lo había
sembrado hace 10 años. Ahí permanecí hasta que bajó todo el
lodo y llegó la calma. Siempre decía, a modo de broma, que
algún día me iba a salvar y la madrugada del jueves se cumplió
esa premonición. Esa noche estaba oscuro y llovía
torrencialmente. Lo único que se alcanzaba ha escuchar era
algo que rodaba de manera estruendosa, como el ruido del mar
cuando rompe en las rocas.

La tierra roncaba y se convirtió en avalancha

LUIS TENORIO, DEL BARRIO MARIA AUXILIADORA

Esto fue como una especie de terremoto. Comenzó a llover desde
las 22h00 y seis horas después, en la parte de abajo, unas
casas empezaron a deslizarse sobre la loma. Primero fueron las
paredes y la gente no le puso atención; luego pasaron bloques,
ladrillos, cañas...y tampoco les preocupó. Lo que nadie sabía
era que las casas se estaban cayendo.

Después vino lo peor. La tierra empezó a roncar y poco a poco
todo se convirtió en una avalancha. La loma sonaba. Era un
ruido ensordecedor. Todos querían salir de sus casas. Yo
alcancé a rescatar a mi familia y empezamos a correr como
locos hasta lograr alcanzar el cemento en la avenida Abdón
Calderón. No pude ver nada, sino hasta después que pasó todo.
Ahí nos unimos con otros vecinos y empezamos a excavar para
tratar de recuperar algo de nuestras pertenencias, pero fue
inútil... .. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Manta

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