Quito. 1 feb 98. Nueva York está de fiesta. Celebra los 100
años de creación de su municipio, gracias a la iniciativa del
activista Andrew H. Green, uno de los miembros del trío
considerado clave en la definición de la ciudad como es hoy,
junto al alcalde Fiorello La Guardia y el ingeniero Robert
Moses.

Un trío al que aspira ingresar el actual alcalde, Rudolph
Giuliani, que ha reducido los asesinatos en Nueva York al
promedio de los años sesenta, a base de poner en la calle
policías y cámaras de videovigilancia.

Nueva York celebra este cumpleaños en medio de un "boom".
Incluso los detractores del estilo férreo del alcalde Giuliani
reconocen que la ciudad no tiene nada que ver con aquella urbe
decadente y violenta de los 70.

Hoy Nueva York es el centro de un impresionante momento
cultural, como asegura El País de España que compara a la
ciudad con el Microsoft de Bill Gates: apta para todos los
públicos, imparable e irresistible.

Salvo los neoyorquinos, todos confunden a Nueva York con la
isla de Manhattan. Pero esta es solo la parte más pequeña
-pero la más visible- de la ciudad inmensa.

Manhattan existe como fuerte comercial -se llamaba Fort
Amsterdam- desde 1624. Nueva York, en cambio, cumplió cien
años la medianoche del ultimo año nuevo.

El dato salió en todos los diarios, pero casi nadie lo celebró
porque la fusión de los cinco burgos que forman la ciudad no
fue una gesta heroica sino un acto administrativo, que se
decidió a través de conciliábulos políticos y de elecciones
abiertas.

La confusión deriva, quizá, de la literatura y del cine, que
siempre -o casi- identificaron la parte con el todo. Walt
Whitman, por ejemplo, vivió la vida entera en Brooklyn y hasta
llegó a ser allí editor del Brooklyn Daily Eagle, entre 1846 y
1847. Pero los poemas de Leaves of Grass hablan del nombre
indígena de la ciudad -Mannahatta-, de los mástiles del puerto
y de los cazadores de dinero, de Broadway y de "mi ciudad que
anida entre bahías".

También George Gershwin y Woody Allen nacieron en Brooklyn,
pero cuando Allen decidió filmar una oda de amor a Nueva York,
su película se llamó Manhattan. Las primeras imágenes están
puntuadas por un estribillo famoso: "Capítulo I. Adoro New
York", y la música de fondo es la de Rhapsody in Blue -que
evoca los rascacielos de Manhattan inequívocamente-, pero los
cinco burgos de la ciudad no aparecen jamás: solo se habla de
Manhattan.

La película exalta las glorias arquitectónicas, los perfumes
matinales y las tristezas de la isla tanto de frente como de
perfil, pero no hay ningún otro paisaje urbano. La única vez
que se divisa Brooklyn es a lo lejos, junto a uno de los
puentes del East River.

Brooklyn, el Bronx, Queens y Staten Island son la opaca e
insulsa realidad. Manhattan es, en cambio, el mito. Casi
ningún turista se aventura por Staten Island, salvo cuando se
corre la maratón de la ciudad, a comienzos de noviembre, y la
travesía arranca desde el extremo nordeste de ese burgo, en el
puente Verrazano.

Las visitas de un día a Nueva York incluyen los almacenes
restaurados del SoHo, las callejuelas sin sol de Wall Street y
los tumultos de Port Authority -la estación central de
ómnibus-, pero no Park Slope, en Brooklyn, que es un lugar tan
apacible y pintoresco como Greenwich Village. La Nueva York
que se muestra no es, casi nunca, la Nueva York donde se vive.

Por eso el centenario ha pasado tan inadvertido: porque la
ciudad cambió de tamaño pero no de espíritu. De un día para el
otro se convirtió, hace cien años, en la más grande del mundo
después de Londres, y tanto los servicios de agua como los
sistemas ferroviarios empezaron a compartirse. Los cinco
burgos continuaron, sin embargo, dándose la espalda.

Lo que pasó un siglo atrás fue lo que se conoce como "la
consolidación" de Nueva York. Los propietarios de terrenos en
el Bronx y en el norte de Manhattan veían la fusión de los
burgos como una operación ventajosa que los aliviaría de las
cargas impositivas. En cambio Brooklyn, un bastion
protestante, temía que su identidad se viera dañada por los
aluviones migratorios y las costumbres exóticas de los recién
llegados a Manhattan, donde se hablaban más de cien lenguas y
se veneraban decenas de dioses.

Las finanzas de Brooklyn no estaban, sin embargo, a la altura
de su arrogancia y el municipio carecía del dinero
imprescindible para tender nuevas tuberías de agua, abrir
cloacas y construir escuelas. La presión para unir las cinco
partes de la ciudad fue tal que se llamó a un referendo. El
proyecto de fusión triunfó en todas partes, salvo en dos
pequeños barrios al este de Queens, por 176.170 votos contra
131.706.

El 31 de diciembre de 1897, Nueva York tenía dos millones de
habitantes. A la mañana siguiente, la poblacion era -al
expandirse hacia el Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island-
de casi tres millones y medio.

A diferencia de cualquier otra ciudad de la tierra, Nueva York
es la única donde un extranjero jamás es extranjero. Hay
comunidades hindúes, árabes, haitianas y colombianas al frente
de vastas flotas de taxis. Todas ellas controlan el servicio
usando su propia lengua.

LA CIUDAD JUDIA MAS GRANDE DEL MUNDO

Es la ciudad judía más grande del mundo y aquella donde se
hablan más variantes del español, del italiano, del ruso y del
japonés que en ninguna parte. Cada rincón de Manhattan o del
Bronx es una metáfora del exceso: los chinos se quejan de que
hay demasiados rusos y los italianos se quejan de que hay
demasiados periodistas. Todos tienen razón: a la ciudad le
sobran pasiones y le falta silencio.

En teoría no debiera haber diplomáticos, porque la capital del
país es Washington, pero las Naciones Unidas tienen embajadas
en Manhattan que ni los propios Estados Unidos admiten, como
las de Cuba y Corea del Norte. Los diplomáticos son, por lo
tanto, más numerosos que en cualquier otra ciudad de la
tierra.

También son más numerosos que en cualquier parte los turistas,
los terroristas, los ladrones, los mendigos falsos y
verdaderos, las mujeres hermosas y los obesos. Los seres más
altos del planeta, los más gordos, los más solitarios: todos
están allí, en la ciudad que acaba de cumplir cien años y
parece tener diez mil.

METAFORICO REFUGIO

El 1 de enero de 1998, a las tres de la madrugada, aún
quedaban unos pocos cientos de parejas bailando en el inmenso
vestíbulo de la Grand Central Station, metafórico refugio de
los enemigos de Ciudad Gótica en todas las películas de
Batman. La mayoría de las parejas portaba pequeños botones con
la leyenda "I love NY".

En un rincón contiguo a las escaleras mecánicas, que llevan a
las oficinas bancarias y pizzerias del primer piso, se
congregaban familias taiwanesas e hindúes junto a hondureños,
nicaragüenses y dominicanos que esperaban, desvelados, el
primer "subte" del amanecer a Washington Heights. Uno de los
hondureños se encaramó de pronto sobre una balaustrada de
mármol y gritó:

"¡Acá en Nueva York me quedo hasta la muerte!". Pocos
entendieron lo que el hombre decía pero todos aplaudieron.
Entendieron Nueva York o New York y eso fue suficiente.

Cien años es nada en la historia de la especie humana, pero
Nueva York es algo más que cien años: es el resumen de todo lo
que alguna vez sucedió en el mundo, y también el presagio de
lo que esta por pasar.

HISTORIA DE LA FANTASIA

Nueva York está dedicado por entero al festejo de sus 100
años. La New York Historical Society ofrece dos exposiciones
dedicadas a Times Square: una sobre sus carteles luminosos y
otra en la que se comparan fotos de 1915 con imágenes tomadas,
hace dos meses, en el mismo sitio.

En esta página se recogen algunas famosas fotografías de la
gran ciudad. Imágenes que reflejan la historia de una de una
ciudad que es una inmensa fantasía.

NUEVA YORK EN UN POETA

"Un poeta en Nueva York" es uno de los poemarios más
importantes de Federico García Lorca. El poeta conoció la
metrópoli en los años veinte y le produjo una honda impresión.

En sus lecturas de "Un poeta en Nueva York", García Lorca
habló sobre su visión de la gran ciudad. Aquí algunos
extractos de esas lecturas que fueron recogidas por la
editorial Aguilar.

UN POETA EN NUEVA YORK

"Los dos elementos que el viajero capta en la gran ciudad son:
arquitectura extrahumana y ritmo furioso. Geometría y
angustía. En una primera ojeada, el ritmo puede parecer
alegría, pero cuando se observa el mecanismo de la vida social
y la esclavitud dolorosa de hombre y máquina juntos, se
comprende aquella típica angustia vacía que hace perdonable
por evasión hasta el crimen y el bandidaje.

"Las aristas suben al cielo sin voluntad de nube, ni voluntad
de gloria. Las aristas góticas manan del corazón de los viejos
muertos enterrados; estas ascienden frías con una belleza sin
superar, como en la arquitectura espiritual sucede, la
intención siempre inferior del arquitecto. Nada más poético y
terrible que la lucha de los rascacielos con el cielo que los
cubre. Nieves, lluvias, y nieblas subrayan, mojan y tapa, las
inmensas torres, pero estas, ciegas a todo juego, expresan su
intención fría enemiga de misterio y cortan los cabellos a la
lluvia, o hacen visibles sus tres mil espadas a través del
cisne suave de la niebla".

ASESINADO POR EL CIELO

En una de sus lecturas de "Asesinado por el cielo", que hace
parte de "Un poeta en Nueva York", García Lorca decía:

"En Nueva York se dan cita las razas de toda la tierra, pero
chinos, armenios rusos, alemanes, siguen siendo extranjeros.
Todos menos los negros. Es indudable que ellos ejercen enorme
influencia en Norteamérica y pese a quien pese son lo más
espiritual y delicado de aquel mundo . Porque creen, porque
esperan, porque cantan y porque tienen una exquisita pureza
religiosa que los salva de todos sus peligrosos afanes
actuales.

"Si se recorre el Bronx o Brooklyn, donde están los americanos
rubios, se siente como algo sordo; como de gentes que aman los
muros porque detienen la mirada, un reloj en cada casa y un
Dios a quien solo se atisba la planta de los pies.

"En cambio en el barrio negro hay como un constante cambio de
sonrisas, un profundo temblor de tierra que oxida las columnas
de níquel y algún niñito herido que le ofrece su tarta de
manzanas"

LA AUSENCIA TOTAL DEL ESPIRITU

"Oda al rey de Harlem" es un poema incluido en el capítulo
"Los negros" del poemario de García Lorca. En una de sus
lecturas de este poema, decía:

"Y sin embargo, lo verdaderamente salvaje y frenético no es
Harlem. Hay vaho humano y gritos infantiles, y hay hogares y
hay hierbas y dolor que tiene consuelo y herida que tiene
dulce vendaje.

"Lo impresionante, por frío y por cruel, es Wall Street. Llega
el oro en ríos de todas partes de la tierra y la muerte llega
con él . En ningún sitio del mundo se siente como allí la
ausencia total del espíritu; manadas de hombres que no pueden
pasar del precio de la ciencia pura y valor demoníaco del
presente.

"Y lo terrible es que toda la multitud que lo llena cree que
el mundo será siempre igual y que su deber consiste en mover
aquella gran máquina día y noche y siempre, resultado de una
moral protestante que yo, como español típico, a Dios gracias,
me crispaba los nervios.

"¿Y la multitud? Nadie puede darse cuenta exacta de lo que es
una multitud neoyorquina, es decir, lo sabía Walt Whitman...".

* Escritor argentino, Tómas Eloy Martinez es autor de algunas
de las novelas mayores de estas dos últimas décadas; Santa
Evita, La vida de Perón, entre otras (DIARIO HOY) (P. 6-A y
7-A)

EXPLORED
en Ciudad Quito

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