Quito. 9 ene 98. El sistema no brinda estabilidad laboral.
Empero, cientos de personas se someten a sus condiciones. El
empleo es escaso

Por Andrea Rodríguez B.

Tres de cada diez empresas públicas y privadas acuden,
actualmente en el país, a más de 1.800 intermediarias
laborales o colocadoras de empleo para satisfacer la necesidad
de una mano de obra temporal bajo condiciones flexibles. El
número de agencias se ha incrementado en casi un 60 por
ciento, desde 1994. Reconocidas, en la Dirección de Rentas,
como empresas de prestación de servicios temporarios, las
colocadoras funcionan avaladas por el Ministerio de Trabajo y
responden a dos situaciones distintas.

EL DESEMPLEO SE VUELVE NEGOCIO

El anuncio de prensa desconcierta, pero no deja de ser una
posibilidad para hallar empleo. "Obtenga trabajo en 48 horas.
Requisitos: amplia experiencia, disponibilidad de tiempo,
responsable, buena presencia, con iniciativa".

El cargo de contador parece inalcanzable, pues más de 50
personas aspiran al cargo, pero con un golpe de suerte, Fabián
Andrango resulta elegido para un empleo en el que permanecerá
apenas cuatro meses. La decisión es difícil; pero, finalmente,
acepta las condiciones de la compañía colocadora de personal.

Frente a la escasez de trabajo, las compañías de
intermediación laboral se han convertido para muchos
ecuatorianos en uno de los pocos caminos para salir del
desempleo, que este año alcanzó al 10.4 por ciento de la
población.

En los últimos tres años, el número de agencias empleadoras se
incrementó en un 59.4 por ciento. Amparadas por el Ministerio
de Trabajo, alrededor de 1.800 compañías a nivel nacional
dotan de mano de obra temporal a más del 30 por ciento de las
empresas públicas y privadas del país, de acuerdo con cifras
del centro de información de la Dirección General de Rentas.

Aunque las agencias colocadoras no proporcionan estabilidad
laboral, pues solamente requieren mano de obra para
determinadas áreas de producción y por un tiempo limitado,
cientos de personas optan por este servicio cada año. Solo en
el 97, una compañía, que pidió no ser identificada, llegó a
contratar más de mil personas para diferentes cargos:
saloneros, personal de limpieza, recaudadores, cajeros,
secretarias, carreras intermedias en las que existe mayor
demanda.

Se calcula que cerca del 30 por ciento de desempleados que
acuden a la intermediaria no pueden conseguir trabajo con
facilidad. "Es muy difícil encontrarles empleo a los médicos,
arquitectos, abogados. Los tiempos actuales demandan otro tipo
de mano de obra", dice Mireya Mendoza, gerente nacional de
servicios de la agencia CorpoGrumer.

Para el trabajador, el contrato con la agencia colocadora le
aleja de una posible estabilidad laboral. Está obligado,
además, a entregar alrededor de un 10 por ciento del sueldo a
la compañía que lo contrató.

Para las empresas, que demandan mano de obra, el sistema de
contratación indirecta les permite ahorrar recursos. Rafael
Terán, gerente general del Hotel Hilton Colón, advierte que
"no pierde tiempo ni dinero" en seleccionar a los trabajadores
que necesita; la colocadora se encarga de dotarle del personal
idóneo. Al no existir una relación directa con los empleados,
la empresa disminuye, además, el riesgo de conflictos
laborales al interior de la institución.

Respuesta a distintas necesidades: la formación de
intermediarias aparece como una tendencia en el país. Frente a
un elevado índice de desempleo, los sistemas de contratación
laboral se flexibilizan y las condiciones quedan sujetas al
juego del mercado.

DESAPARECE EL CONCEPTO DE ESTABILIDAD LABORAL

Con la autorización del Ministerio de Trabajo y la
Superintendencia de Compañías, las colocadoras de personal
funcionan, actualmente, bajo sus propios estatutos.

Edgar Ribadeneira, ministro de Trabajo, señala que su cartera
solo se encarga de verificar que las intermediarias cumplan
con las disposiciones del Código de Trabajo: pago de sueldos,
horas complementarias, bonificaciones de ley, afiliación al
seguro social. "Son derechos sociales a los que los
trabajadores no pueden renunciar, aunque su empleo dure uno o
dos meses".

Sin embargo, una vez que se efectúa el contrato de trabajo, el
empleado de la intermediaria debe olvidar otras aspiraciones.
Las alzas salariales, sobresueldos, ascensos, préstamos,
bonos, utilidades y otro tipo de beneficios solo se vuelven
posibles mediante un contrato colectivo o un contrato directo.

Para el titular, los trabajadores subcontratados no pueden
exigir el pago por estos rubros porque, simplemente, no pueden
formar una organización sindical. Según Ribadeneira, este es
uno de los beneficios del contrato indirecto. "En caso de que
surja el sindicato, este no pertenecerá a la empresa, sino a
la intermediaria que lo contrató y, por lo tanto, el momento
en que concluya el contrato entre la colocadora y la
institución, aquel queda disuelto".

Aunque para el ministro, no existen "marcadas desventajas"
para el obrero contratado por una intermediaria, admite que el
tiempo que este permanece en el cargo no depende, en este
caso, de su dedicación y eficiencia, sino de la duración del
contrato.

"Con la aparición de las intermediarias desaparece el concepto
de estabilidad laboral, pero este se compensaría si el sueldo
que se recibe es elevado".

Ribadeneira asegura que el obrero no queda desprotegido. "Si
la colocadora no cumple con las obligaciones, la empresa que
contrató sus servicios debe asumirlas".

AHORRAN TIEMPO Y DINERO

Entre el 10 y 15 por ciento de los empleados que trabajan en
el Hotel Hilton Colón de Quito es contratado a través de una
intermediaria. Se trata de un personal itinerante- saloneros,
personal de limpieza y secretarias- que labora por un tiempo
fijado por la empresa.

Rafael Terán, gerente general del Hotel, considera que la
contratación, mediante las agencias de empleos es necesaria,
puesto que, en muchos casos, solo se requiere mano de obra
para un determinado período de producción.

El empresario indica, además, que las personas contratadas
mediante las agencias de empleo tienen la capacidad de
adaptarse más fácilmente al puesto donde se las ubique. "Es un
personal flexible", dice.

Aunque el empresario no precisa cuánto gasta el Hotel en
contratar los servicios de la intermediaria, asegura que el
costo vale la pena, porque la empresa no tiene que pasar el
tiempo en seleccionar a los aspirantes.

Advierte que quienes son colocados por las intermediarias se
esfuerzan más por conservar su empleo, pues saben que si hacen
bien su trabajo pueden ser requeridos nuevamente o, quizás,
contratados directamente por la empresa.

Y Carlos Balseca, empleado del Colón, sueña con esa
posibilidad. Hace un par de meses firmó un contrato temporal
con el Hotel. Aunque recibe a tiempo su salario y las
bonificaciones de ley, Balseca señala que no tiene estabilidad
laboral y prefiere no pensar en el poco tiempo que le queda en
la empresa. Quiere ser optimista y, con frecuencia, piensa que
"el rato menos pensado" lo llamarán para decirle que se le
extenderá el contrato. Si esto no ocurre, volverá a ingresar
su hoja de vida en alguna otra intermediaria, porque "es el
modo más rápido de conseguir un trabajo, aunque sea solo
temporal". (DIARIO HOY) (P.3-B)
EXPLORED
en Ciudad Quito

Otras Noticias del día 09/Enero/1998

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el