Quito. 07.06.94. La nueva etapa democrática del Ecuador, iniciada
en 1979, nació con un nuevo ordenamiento jurídico cuyo marco
central fue la "nueva Constitución" que rige hasta la fecha.
Alrededor de ella se dictaron nuevas leyes, como la de Elecciones
y la de partidos políticos. había, junto a la necesidad de
fortalecer y desarrollar la democracia, la decisión de hacerlo en
un marco de institucionalización de las ideologías en partidos
políticos, instrumentos indispensables en la mediación entre el
poder y la sociedad civil.

La Ley de Partidos Políticos creó todo un marco apropiado para
la creación, financiamiento y fortalecimiento de partidos
políticos que deberían ser los actores de la nueva etapa
democrática. Todo ello coincidió con el declinamiento de los
viejos y tradicionales partidos, como el Liberal y el Conservador
que habían dominado la escena político electoral de las últimas
décadas, en disputa de espacios con el Velasquismo que basó
buena parte de su extraordinaria fuerza popular en el combate a
toda forma de partidarismo. Fruto de la experiencia de cinco
velaquismos -de los cuales uno solo concluyó normalmente con la
entrega del poder al sucesor elegido popularmente, son una serie
de disposiciones, como la no reelección presidencial, por
ejemplo, o la necesidad de afiliación partidista para intervenir
como candidato en un proceso electoral. La sombra de Velasco
Ibarra reelegido cada vez que aparecía en escena luego de haber
sido sacado del poder y obligado a su exilio en Buenos Aires
gravitó poderosamente sobre los autores de la nueva Constitución
y del nuevo engranaje jurídico de la recuperada democracia de
1979. La idea era que tras la formación de los partidos
políticos, mediante un mecanismo maltusiano, sobrevivieran solo
aquellos que lograsen una adecuada organización y un mínimo
respaldo popular. Se creía que poco a poco habría de agruparse
las tendencias en no más de unos cuatro o cinco partidos
políticos claramente representativos de las ideologías
dominantes. Ello no ocurrió, pues tras la desaparición de unos
partidos políticos, se han ido cerrando nuevos. No hace mucho
desaparecieron dos: el PCD, creado a la sombra del presidente
Jaime Roldós, cuando se produjo el distanciamiento entre éste y
su partido, el CFP, entonces liderado por Assad Bucaram; y el
Partido Assad Bucaram, creado por Avicenas Bucaram una vez que
perdió la disputa por la dirección del partido con su hermano
Averroes. Pocos han sido, en realidad, los paridos que han
permanecido invariablemente en el listado desde 1979. Entre
ellos, Conservador, Liberal, CFP, Democracia Popular, Partido
Social Cristiano, FADI, Izquierda Democrática, Socialista, FRA,
y MPD.

También resulta interesante analizar la variable conducta de los
electores frente a los partidos. La supremacía en calidad de "el
partido más grande del Ecuador" ha sido ocupados a su turno por
tres partidos: CFP, Izquierda Democrática y Partido Social
Cristiano.

En 1978, una vez que Assad Bucaram fue impedido de participar en
las elecciones (era el gran favorito para triunfar), se dio una
alianza entre su partido el CFP, que ponía los votos, y la
naciente Democracia Popular (fusión de la democracia Cristiana de
Osvaldo Hurtado con los conservadores progresistas de Julio César
Trujillo) que ponía el sustento ideológico y el equipo de
gobierno. Jaime Roldós fue candidatizado con todo el apoyo de
Bucaram en binomio con Osvaldo Hurtado. Triunfaron ampliamente en
la segunda vuelta frente al actual presidente Sixto Durán Ballén.
El CFP se consolidó como la primera fuerza electoral con un
bloque de diputados que bordeaba los 30. Dominó ampliamente el
Parlamento y Assad Bucaram fue elegido su presidente. Pronto surgió
la pugna entre Bucaram y Roldós, el primero de ellos resentido
por la poca importancia que daba el mandatario al CFP y por la
independencia que Roldós se esforzaba en lograr respecto de su
gestor político.

Esa pugna desgastó gravemente al CFP, y desde entonces no dejó
de bajar en su aceptación popular. Tras la muerte de Bucaram le
sucedió su hijo Averroes, con la audacia de su padre pero sin su
talento político. La declinación continuó aceleradamente, hasta
llegar a la situación actual en que CFP apenas tiene un diputado.

La declinación de CFP coincidía con el auge de la Izquierda
Democrática liderada por Rodrigo Borja, quien fue candidato en
1978 en que ocupó el cuarto lugar, volvió a ser candidato e 1984,
en que ganó la primer vuelta y perdió la segunda con Febres
Cordero, y volvió a ser candidato en 1988, en que ganó la primera
y la segunda vueltas frente a Abadalá Bucaram.

A partir de 1984 viene el predominio partidista de la ID, que se
convierte en la primera fuerza, aunque la elección presidencial
de ese año la ganó Febres Cordero por estrecho margen. La ID
llega a la cúspide de su popularidad en 1988, cuando logra el
triunfo presidencial y un gran bloque legislativo de alrededor de
30 diputados, lo cual le permite configurar una alianza
mayoritaria para los dos primeros años de gobierno.

A partir de la selecciones de 1990, comienza a cambiar el
panorama con la irrupción del partido Social Cristiano, que ya
había sido poder con Febres Cordero y que empezaba a recuperarse
del desgaste del ejercicio del poder. En este caso el proceso de
recuperación socialcristiana coincide también con la declinación
de la ID. La subsiguientes elecciones de 1992 y 1994 han marcado
la consolidación de este partido en las preferencias electorales,
pese a que la elección presidencial última la perdió.

Curiosamente en 1984 ganó Febres Cordero pero no el PSC, en
cambio en 1992 ocurrió a la inversa: ganó el PSC pero perdió su
candidato presidencial Jaime Nebot.

Desde estos tres partidos dominantes de los últimos 15 años (ID y
PSC) parecen tener asegurada su influencia por muchos años más.
Pero la situación del CFP es muy precaria y no sería aventurado
pronosticar su desaparición del listado de partidos en un futuro
cercano.

Adicionalmente otros partidos, como el PRE, la Democracia
Popular, el MPD, el partido Socialista, de algún modo el FRA, y
últimamente el partido Conservador, han mantenido su vigencia. Y
Muchos otros membretes políticos han aparecido fugazmente. Entre
ellos el partido demócrata, el Republicano (del ingeniero
Sotomayor) el PAB, el PCD, la Unión Popular Latinoamericana.
Otros partidos ideológicos, como el FADI y Liberación Nacional
atraviesan una grave crisis, especialmente tras la última
elección en que parece que sus huestes se han reagrupado
alrededor de la propuesta del MPD.

No hay duda que el sistema de partidos atraviesa por una grave
crisis y requiere de una reformulación acorde con los nuevos
tiempos. La ciudadanía ha perdido credibilidad en sus dirigentes
y en las formas de organización ideada por ellos. Frente a esta
evidencia hay quienes sostienen que ha llegado el momento e
liquidar el régimen de partidos. Opinan que el régimen de
partidos ha fracasado por cuanto no ha conseguido el objetivo de
reducir el número de partido al número de tendencias ideológicas
representativas. Yo discrepó de esa opinión. No encuentro
negativo para la democracia el hecho de que se multiplique
partidos, pues ello no es otra cosa que el pleno ejercicio e la
libertad política de expresar ideas y plasmarlas en programas de
gobiernos, planes de acción articularlas en un movimiento
oficial. La dinámica observada en las preferencias populares
hacia los partidos, nos enseña que ninguno tiene la vida
asegurada, ni su extincíon fatalmente decretada. hay un amplio
campo para la reflexión que puede ser aprovechado. Y será el
dictámenes popular, a través de las elecciones el que dictamine
el futuro de cada uno de ellos. Pero además no parece aparecer
una alternativa clara de mediación con el poder, que no sean las
estructuras partidistas. Los movimientos sociales que juegan un
importantísimo papel no tienen la representatividad que mal o
bien confieren a los partidos los electores. Y el momento en que
un movimiento social llegue a tener ese grado de
representatividad, habrá llegado la hora que se convierta en
partido político. de hecho se habrá convertido en eso, aunque
prefiera no optar por ubicación genérica.

Hay un amplio campo para el debate. Inquietudes como la
democratización de los partidos, su modernización, una mejor
estructuración de cuadros dirigentes, su preparación para el
ejercicio del poder, y la, posibilidad de flexibilizar la
legislación en materia de participación de independientes -en
algún grado y medida- son temas que están en el debate y que no
pueden ser soslayados, a riesgo de precipitar aún más hacia el
desprestigio al régimen de partidos.

¿Auge y caída de los partidos? ¿Resultará exacto quitar los
signos de interrogación a esta pregunta cuando han transcurrido
tres lustros de la reinauguración democrática del Ecuador? (11A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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