Quito. 6 dic 2001. (Editorial) Guayaquil antes y después de Febres
Cordero. Antes un caos, una ciudad abandonada a su suerte, sumida en la
basura, en la desorganización, en el fracaso, en el desaliento, saqueada,
sin obras, sin realizaciones. La municipalidad quebrada, corrupta, sin
rentas, sin ingresos; los impuestos y contribuciones se cobraban en
cuentas particulares; los contratos eran obras fantasmas; los rellenos se
justificaban con placas de volquetas inexistentes, de carros robados o
desaparecidos.

Después del 10 de agosto de 1992, cuando asume la Alcaldía el ex
presidente León Febres Cordero, la ciudad comienza a cambiar, el
Municipio se reorganiza, se limpia, se depura; las ratas, ratones y
rateros son expulsados y fumigados; los sindicatos municipales, que
también habían contribuido a su desgracia, son liquidados, y todas las
sanguijuelas, garrapatas y parásitos, que habían chupado hasta la última
gota de su sangre, son eliminados y exterminados. La decisión de un
hombre y su equipo de trabajo, los mejores profesionales de la ciudad de
todas las áreas y especialidades, empiezan la inmensa tarea, de cambiar
la cara y el destino de la ciudad.

Hoy, Guayaquil es una ciudad muy diferente, bonita, ordenada, limpia,
alegre, optimista, orgullosa de sus logros y reivindicaciones. El nuevo
alcalde, Jaime Nebot, le imprime su propio sello, mantiene y continúa la
obra anterior, tiene su propia agenda, su estilo particular, sus propias
prioridades. Las obras continúan y se emprenden nuevas, el
embellecimiento es permanente, la recolección de basura mejora su
eficiencia, las obras anunciadas del Malecón y rescate del Salado cumplen
con un viejo anhelo, de recuperar nuestro añorado brazo de mar, que la
convirtió, años atrás, en una de las más hermosas ciudades balneario del
Pacífico Sur. La rápida ejecución de ampliación de la pista y mejoras del
aeropuerto actual, y la búsqueda del nuevo concesionario, demuestran la
ejecutividad y efectividad de Nebot.

La obra cultural también es vasta y elocuente. Las exposiciones
municipales son continuas y variadas, se organizan conferencias de todos
los temas, y se realzan aquellas que nos enseñan y recuerdan las gestas
gloriosas y realizaciones de la ciudad. El nuevo malecón es el sitio de
reunión, de paseo, de esparcimiento de guayaquileños de toda condición
social, que orgullosos se pasean y recrean, bañados por la fresca brisa
del caudaloso río Guayas. Los proyectos de regeneración urbana del Barrio
Centenario, las Escalinatas del Cerro, los murales de los pasos a
desnivel, son obras nuevas de Nebot. Los conciertos al aire libre en el
malecón, las presentaciones de orquestas sinfónicas de todo el país, de
grupos de ballet y los programas que mezclan diferentes géneros de
música, cada día tienen más éxito y reconocimiento popular.

Quito, nuestra hermosa capital, orgullo del Ecuador y de América, puede
lograr mucho más, si se lo propone. Antes, todas las ciudades del país
envidiaban las administraciones municipales de Quito, que eran modelo de
organización, de planificación, de ejecución, de honestidad. Todavía
conserva mucho de sus virtudes, pero la ciudadanía reclama mayor acción
y transcendencia en la obra municipal. Se requiere mayor eficiencia, más
efectividad. La carga burocrática y sindical debe ser depurada o
eliminada.

Es necesario una nueva visión del futuro de la ciudad y emprender grandes
transformaciones, mejoras inmediatas del aeropuerto, completar la obra
del Trole, la salida a Tumbaco debe ser rehabilitada; si el Municipio no
dispone de los recursos, que estas obras se concesionen. Que después de
esta administración se establezca también un antes y después.

E-mail: [email protected] (Diario Hoy)
EXPLORED
en Autor: Luis Villacrés - [email protected] Ciudad Quito

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