Bangkok. 17.10.91. La asamblea anual del Fondo Monetario
Internacional y del Banco Mundial, que concluyó este jueves en
Bangkok, tuvo tres facetas dominantes: a) la irrupción en
escena de la URSS y Europa del Este, b) unanimidad respecto a
lo que se debe hacer para tratar los problemas económicos del
momento y c) un virtual consenso de que Latinoamérica emerge
con fuerza de la crisis de los ochenta.

La necesidad de respaldar las transformaciones en la Unión
Soviética y Europa del Este fue reconocida por todos, tanto
como el hecho de que su integración a la economía
internacional será beneficiosa para todo el mundo.

Ese tema consumió la mayor parte del tiempo de los debates, lo
que resultó providencial, ya que de otra manera los delegados
hubieran tenido quizás demasiado tiempo libre para ceder a las
sibaritas tentaciones de Bangkok, con sus exóticos
restaurantes, finísimas sastrerías, ... y opulentos salones
"de relajamiento", atendidos por esculturales y siempre
sonrientes masajistas.

Los acontecimientos de los últimos doce meses, entre ellos el
colapso de las economías centralizadas, y el hecho de que los
programas de ajuste apoyados por el FMI y el Banco Mundial
comenzaron a dar frutos en varios países, contribuyeron a un
inusual consenso en torno a la necesidad de mantener el
rumbo.

América Latina aportó - especialmente con México y Chile, pero
también con Colombia, Venezuela y Argentina - las más
recientes evidencias de los buenos resultados que pueden
lograrse con perseverancia, sumándose a las economías de
rápido crecimiento del Asia Oriental entre los ejemplos a
seguir por el resto del mundo en desarrollo.

Desde el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Nicholas
Brady, hasta el normalmente prudente Director-Gerente del
Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, casi todo el
mundo estuvo de acuerdo en Bangkok en que México, Chile y
Venezuela dejaron atrás el problema de la deuda externa y
entraron en una fase "post-ajuste", que debería ponerlos en un
rumbo de crecimiento sostenido.

Economistas del Banco Mundial y del FMI vaticinaron que
América Latina está "a punto de despegar", y todos
coincidieron en que el único pasajero que está demorando el
vuelo es Brasil, sumido en el estancamiento a causa de
acciones intermitentes que no alcanzan a restablecer la
credibilidad en su moneda y la confianza en sus políticas
económicas.

Marcelo Selowski, economista principal del Banco Mundial para
América Latina, subrayó que, separando a Brasil, el
crecimiento económico promedio del resto de la región fue de 4
% en 1991, y estimó que ese indicador podría subir dos puntos
en 1992, siempre y cuando no haya desviaciones o
deslizamientos.

Otro de los temas resaltantes en Bangkok fueron los
coincidentes llamados a aprovechar la disminución de los
conflictos y el fin de la Guerra Fría para reducir los gastos
de defensa. Los países industriales fueron los más estridentes
al respecto, pero el punto fue incluido en el comunicado final
del Comité Interino, máxima instancia directiva del FMI, que
representa a todos los miembros.

Los países en desarrollo -entre los que hay muchos gobiernos
militares, incluyendo el anfitrión Tailandia- reconocieron que
sería ventajoso reducir los gastos en seguridad pero
recordaron que tanto al FMI como al Banco Mundial le está
vedado inmiscuirse en asuntos políticos.

Camdessus replicó a ese argumento señalando que si los gastos
militares son excesivos, ello compromete los programas de
ajuste, y el FMI está obligado a tomar eso muy en cuenta.

El presidente del Banco Mundial, Lewis Preston, dijo a su vez
que si un país dedica la tercera parte o más de sus ingresos a
gastos militares, no puede esperar que el banco le otorgue
fondos concesionales para programas sociales.

En Bangkok hubo también unanimidad respecto a la urgencia de
salvar la Ronda Uruguay de negociaciones comerciales del GATT.
Camdessus advirtió que su fracaso pondría en peligro tanto el
crecimiento como las reformas en marcha en muchos países.

El Director-General del GATT, Arthur Dunkel, expresó la
esperanza de que el consenso de Bangkok empujará la Ronda
hacia una conclusión feliz.

El ministro de Finanzas de Tailandia, Suthee Singhasaneh,
asestó en ese tema un lanzazo a las naciones industriales,
acusándolas de hipocresía cuando abogan por la libertad de
comercio. "Es irónico, dijo Singhasaneh, que muchas naciones
industriales reafirman públicamente su fe en el libre mercado,
(...) y son las mismas que ponen obstáculos y rehúsan
desmantelar o reducir sus barreras comerciales respecto a los
países en desarrollo".

El ministro tailandés denunció también que mientras los países
industriales son los mayores contribuyentes a la degradación
del medio ambiente mundial, están implantando restricciones
excesivas y poco científicas a todo proyecto del Tercer Mundo
que tenga la más mínima relación con la ecología.
EXPLORED
en Ciudad N/D

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