Quito. 9 mar 97. Tras siete semanas de intensas protestas,
Albania se sume en un completo caos que puede llevar al inicio
de una cruenta guerra civil.

Las manifestaciones que empezaron a mediados del mes pasado en
las ciudades de Tirana y Valona, luego de la quiebra y estafa
a miles de albaneses por cuatro instituciones bancarias de
ahorro piramidal, ahora se han extendido por todo el país,
centrándose principalmente en seis ciudades del sur de
Albania. Los perjudicados no sólo piden la devolución de su
dinero sino la renuncia del presidente Sali Berisha -al cual
consideran como principal responsable de esta estafa- y la
celebración de elecciones anticipadas.

La indignación en este pequeño país balcánico no es poca.
Cerca del un tercio de la población, estimada en 3,3 millones
de personas, fue defraudada de alguna manera por la quiebra de
las cuatro instituciones financieras. La suma de la estafa
alcanza los 2000 millones de dólares.

Y es que los planes de ahorro, que empezaron hace 5 años, eran
tan atractivos -tasas de hasta el 50 por ciento mensual- que
muchas personas vendieron todas sus pertenencias para colocar
su dinero a ganar intereses. Este sistema comenzó a colapsar
cuando, a principios de noviembre de 1996, ya no hubo más
inversores y los bancos se quedaron sin recursos con qué pagar
los los altos intereses que ofrecían.

Los planes de inversión tuvieron, en un principio, el claro
respaldo del Gobierno. Aún más, el presidente Sali Berisha se
valió de este mecanismo para manipular a los votantes en las
elecciones fraudulentas de mayo de 1996, diciendo que si no
era reelegido se vendrían abajo los planes de inversión
piramidal.

Ahora, luego de haber alcanzado la presidencia y haberse ido a
la quiebra las firmas de inversión piramidal, ha negado la
posibilidad de restituir su dinero a los ahorristas.

A la cabeza del Partido Democrático (PD), Sali Berisha subió
al poder en 1992 tras la crisis del sistema comunista que
prevaleció en Albania por casi 45 años. Dio paso a una serie
de reformas económicas con el apoyo de Estados Unidos y los
países europeos, pero sin alcanzar los éxitos deseados.
Albania es uno de los países más pobres de Europa.

La quiebra de las firmas de ahorro piramidal ha provocado el
surgimiento de una insurección ciudadana de dimensiones cada
vez más importantes. De una serie de protestas iniciadas el 15
de enero en Tirana y, al día siguiente en Valona, se ha pasado
a una revuelta popular que hace temer en la desestabilización
del sistema democrático y el peligro de que todo esto pueda
acabar en un lamentable baño de sangre.

Las intensas y fuertes protestas ciudadanas llevó en días
pasados al Parlamento a decretar el estado de urgencia en todo
el país. Pese a ello, la insurección popular, tildada por
Berisha como de los "terroristas rojos", no ha podido ser
apagada. El presidente ha culpado a los socialistas de estar
atrás del estallido insureccional.

Los focos de la rebelión civil se localizan en seis ciudades:
Valona, Gjirokaster, Delvina, Tepelena, Himaren y Saranda.
Varias de ellas se hallan fuera de control y estan en manos de
los rebeldes armas del Ejército y puntos estratégicos como
comunicaciones y transportes.

El número de muertos en los enfrentamientos con el ejército y
la policía ha dejado ya más de 30 muertos. Las condiciones de
inseguridad en el sur ha llevado a que parte de la población
esté atemorizada y dispuesta a huir como sea. Ello podría
causar una oleada masiva hacia los países vecinos de Italia y
Grecia. En días pasados, los primeros cien inmigrantes
llegaron en pequeñas embarcaciones a las costas de Italia. Sus
autoridades han dicho que todos los refugiados albaneses que
lleguen de manera clandestina serán devueltos.

La tregua militar propuesta por el Gobierno ha sido rechazada
por los sublevados, quienes se niegan a deponer las armas. La
posibilidad de una intervención militar en las ciudades
meridionales de Albania se hace cada vez más difícil. El
ejercito está dividido y varios militares, unos en servicio
activo y otros retirados, se han negado a atacar a la
población sublevada y, más bien, se han unido a ellos.

Frente a estos acontecimientos, la oposición al régimen,
encabezada por el Partido Socialista, se ha mantenido en
segundo plano sin poder hacer mucho. Los socialistas
consideran que la salida a la crisis política que vive Albania
sólo se logrará si Berisha acepta la formación de un nuevo
Gobierno de expertos, el final de estado de excepción y la
convocatoria inmediata a elecciones anticipadas, lo que ha
sido desartado de plano por Berisha. (DIARIO HOY) (P. 10-A)
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