Quito. 07.02.95. En Cuba, la situación sigue turbia. Hasta los
líderes de la isla reconocen que la economía ha tocado fondo
mientras, paralelamente, va creciendo la corriente de
inversiones extranjeras.

Los canadienses, europeos y latinoamericanos ya han hecho
inversiones significativas en ciertos sectores. Según el
gobierno cubano, en los últimos dos años se han firmado
contratos de inversión por alrededor de US$ 500 millones.
Claro, esta cifra incluye proyectos que tal vez jamás verán la
luz del día, pero ya hay varios en operación.

Las empresas canadienses Sherritt Gordon, Jutel Resources y
Miramar se están involucrando en la exploración de níquel y
petróleo. Petrobrás, de Brasil, aparentemente se retiró por
presiones estadounidenses, pero sus plataformas ya están
siendo retomadas por Andrade Gutiérrez, uno de los mayores
contratistas privados brasileños. La empresa francesa Total,
la sueca Taurus y la inglesa Premier están buscando petróleo,
mientras Mexpetrol, un consorcio mexicano de empresas públicas
y privadas, está negociando la compra de la refinería
Cienfuegos.

En el sector turístico, los inversionistas extranjeros
-empresas de administración, operadores de excursiones y
aerolíneas charters- están promoviendo un aumento importante
en la llegada de turistas. El año pasado más de 600 mil
personas visitaron Cuba, más de la mitad provenientes de
Europa. La cadena española Melia realizó la primera
coinversión hotelera, pero pronto fue seguida por su
compatriota Guitart y los Super Clubs, de Jamaica. Ahora el
líder es LTI, de Alemania, apoyado por los vuelos charter de
su dueño LTU. Por su parte, Air Europe, de Italia, ya tiene
cinco vuelos semanales.

Hay movimiento también en el sector agroindustrial. Los
cítricos son comercializados por Pole de Chile, BM de Israel,
y Lomar Shipping y W.O. Sims, ambas empresas de Inglaterra.
Nuevos jugadores han entrado en las manufactureras, donde
grupos mexicanos están invirtiendo en textiles y cemento. CDM,
una empresa de Curacao, ya compró el astillero Casa Blanca en
La Habana.

SIN DEFINICION

Pero el trasfondo económico de estas iniciativas es sumamente
oscuro. Los autoridades cubanas han dejado de publicar las
cifras económicas, tornando imposible saber cómo se está
comportando la economía. Sin embargo, fuentes financieras
europeas calculan que en los últimos tres años el PIB
disminuyó en US$ 3 mil millones, mientras que los ingresos de
divisas por la inversión extranjera, las exportaciones
biotecnológicas y los ingresos netos del turismo, en su
conjunto, generaron cerca de US$ 1.500 millones anuales. Por
otra parte, el gasto de divisas para las importaciones bajó de
US$ 8.000 millones, hace cuatro años, a menos de US$ 2.000
millones en 1993, lo que da una idea del enorme ajuste externo
que ha debido soportar la Isla.

Los primeros pasos de una reforma económica se dieron recién
el verano pasado con la legalización del trabajo independiente
y del uso del dólar, y el arrendamiento de tierras agrícolas a
las cooperativas. Ahora el gobierno tiene que encarar un
desafío titánico: la ineficiencia de una gran parte de la
actividad económica. Según estimaciones oficiales, sólo un 31%
de los negocios existentes en Cuba son rentables, mientras que
el 69% restante recibió del estado subsidios por US$ 54
millones en 1993, un aumento de 73% desde 1989, según señaló
el Ministro de Finanzas, José Luis Rodríguez, en su discurso a
la Asamblea Nacional en diciembre pasado. El dinero en
circulación aumentó simplemente porque el gobierno imprimió
más billetes. La inflación se puede medir por el brinco en el
tipo de cambio en el mercado negro, que subió de 6 pesos al
dólar en 1989 a 85 al final de 1993. Para los próximos meses
se requerirán, por lo tanto, medidas fuertes para controlar la
inflación y bajar la carga de los grandes subsidios sobre
el estado. Pero
no está claro si existe la voluntad política
para reducir el inmenso papel del estado en la última economía
comunista del hemisferio occidental.

ALINEANDOSE.

La recuperación básica también requerirá un cambio importante
en las relaciones extranjeras de Cuba. El tema central en esta
área sigue siendo -como desde hace un cuarto de siglo- el
embargo estadounidense, cuyo impacto no es sólo bilateral,
sino que pesa sobre las políticas de varios países y numerosos
organismos multilaterales. Según sus propias declaraciones, no
obstante, los funcionarios cubanos ya no buscan terminar por
adelantado el embargo, sino que están fomentando relaciones
económicas más estrechas con otros países de América Latina,
Canadá, Europa y Asia, para evitar la dependencia excesiva
sobre un solo país, tal como ocurrió con la ex-Unión Soviética
y, antes de la Revolución, con Estados Unidos. En un gesto
claramente orientado a la distensión diplomática, el gobierno
cubano anunció en febrero que compensará a cerca de 1.500
ciudadanos españoles por las expropiaciones efectuadas durante
la Revolución de 1959 que derrocó a Fulgencio Batista. La suma
ascendería a US$ 40 millones por concepto de propiedades
inmobiliarias, acciones y activos productivos. No se habló,
sin embargo, de devolución de las propiedades, lo que es
extremadamente importante no sólo para los extranjeros, sino
que para los propios capitalistas cubanos. El frente
diplomático es crucial para que Cuba vuelva a tener acceso a
los mercados internacionales de capitales y seguros. Para la
mayoría de los grandes proyectos, las finanzas son una
pesadilla. Pocos bancos están dispuestos a prestarle a Cuba
por más de 6 ó 12 meses, lo que es un buen indicador de cómo
consideran el riesgo cubano, y con la excepción de España y
Francia, los créditos de exportación avalados por los
gobiernos o Eximbanks son casi inexistentes. La deuda
extranjera es otro gran obstáculo para aumentar el comercio y
la inversión. Además de una importante deuda en rublos, Cuba
tiene una deuda en divisas que supera los US$ 7.000 millones,
sin incluir los intereses atrasados. Como resultado de la
falta de una renegociación con el Club de París, Cuba ha
carecido de créditos nuevos por más de una década. El cambio
real para Cuba vendrá sólo cuando se abra la válvula del
financiamiento.

SUMA DE FACTORES.

Las nuevas inversiones extranjeras son todavía modestas y no
tendrán un impacto inmediato. Además, hasta la fecha estas
inversiones están muy concentradas en turismo, un sector con
una fuerte dependencia de las importaciones y en el cual hay
que compartir ingresos con los organizadores de excursiones.
Otros dos sectores que podrán empezar a contribuir a un
aumento de divisas son el níquel y el petróleo. La producción
de níquel en 1993 generó unos US$ 315 millones. Como resultado
de las inversiones de las empresas canadienses, entre otras,
la producción podría generar para 1996 más de US$ 500
millones. La producción petrolera, por su parte, fue de 1,1
millones de toneladas el año pasado, doblando las 522.000
toneladas de 1991. Si se encuentran depósitos grandes, Cuba
podrá empezar a tapar su déficit energético y encontrará un
camino abonado para la renegociación de su deuda externa. Pero
sin un descubrimiento importante de petróleo o un aumento de
la producción de minerales, mucho dependerá del apoyo político
externo. Y hasta que no cuente con él, la percepción de riesgo
comercial y político cubano quedará en lo mismo, con una
economía estancada por falta de financiamiento y créditos de
exportación.

*Texto tomado de: revista AMERICA ECONOMIA #83 (pag.65-67)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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