La ID se apresta a un proceso de renovación de su directiva nacional; pero, a diferencia de otras ocasiones, ya no estará presente la "figura tutelar" de Rodrigo Borja. ¿Podrá el partido superar el cambio sin un fraccionamiento interno?

Con la presencia del presidente nacional de la Izquierda Democrática (ID), Rodrigo Borja Cevallos, en el Swissôtel de Quito, ayer se efectuó un "cónclave" reservado, al que solo asistieron 15 dirigentes de ese partido, con el propósito de organizar la convención nacional que marcará el retiro de la política activa del cinco veces candidato a la Presidencia de la República.
Por cerca de cuatro decenios, Borja ha sido un referente de la política nacional, desde finales de la década de los sesenta cuando lideró un grupo de militantes del Partido Liberal, que se separaron para conformar el movimiento Izquierda Democrática. Este se interesó en hallar respuestas a los problemas contemporáneos en consonancia con el socialismo democrático, propugnando un "cambio de estructuras".
El movimiento se convierte en partido en 1978, en vísperas de las elecciones presidenciales que se efectuarían tras siete años de las últimas dictaduras militares. Antes, Borja y los primeros militantes habían recorrido todos los rincones del país, montando la estructura del partido en las parroquias y cantones más apartados, por eso en su momento la ID fue catalogada como la tienda política "mejor organizada".
Mucha agua ha corrido desde entonces: entre 1988 y 1992 el partido "naranja" estuvo en el poder, pues no solo se alzó con la Presidencia de la República sino que obtuvo 29 escaños en el Congreso Nacional, lo que le permitió hacer alianzas con otros sectores para ejercer el control de la Corte Suprema de Justicia (CSJ).
Luego vino el declive: en sucesivas elecciones el partido ha ido perdiendo representatividad en las provincias de la Costa, Amazonía y algunas serranas; actualmente tiene dos bastiones: Pichincha y Azuay, donde tradicionalmente sus candidatos han obtenido altas votaciones.
Esto ha motivado críticas por parte de militantes de base, que cuestionan la estructura "vertical" y "cupular", de un círculo de dirigentes encabezado por Borja y Andrés Vallejo (ex director nacional, ex presidente del Congreso, ex diputado y actual concejal de Quito), que no habría dado paso al surgimiento de nuevos liderazgos, pues aseguran que solo se promociona a los incondicionales de esa cúpula.
Según los críticos, que piden omitir sus nombres para que no se los califique de "resentidos", estos hechos habrían repercutido en el sostenido retroceso electoral en la mayoría de provincias, ya que "no se dejaron crecer algunos liderazgos locales porque los dirigentes empezaron a mirarlos con recelo y había que volar esas cabezas".
Esta actitud se evidencia en el caso del ex diputado de Pichincha Antonio Rodríguez Vicens, cuya elección a la Presidencia del Congreso se malogró por dos ocasiones. La primera vez circuló en el Parlamento una carta atribuida a los líderes del partido, en la que se destacaban las cualidades del congresista, pero al mismo tiempo se consignaba que la ID no consideraba conveniente que accediera a esa posición. La Presidencia fue para el entonces militante de la DP, Wilfrido Lucero (ahora es diputado de la ID); en otra ocasión, el partido prefirió apoyar al liberal Samuel Belletini en lugar de Rodríguez.
Allí primaron los acuerdos legislativos. Varios militantes dicen que los liderazgos deben "ganarse", pero otros consideran que la dirigencia debe diferenciar entre "lealtad e incondicionalidad". (AA-LB)

Cinco candidatos entran a disputarse la "herencia" de Borja

Guillermo Landázuri sería el "ungido" por la actual cúpula de la ID

Al momento hay cinco candidatos para suceder a Borja en la Presidencia de la ID: Guillermo Landázuri (presidente del Congreso Nacional), Carlos González (diputado del Azuay), Ramiro González (prefecto de Pichincha), Dalton Bacigalupo (ex diputado de Cotopaxi) y Marco Morillo (diputado de Pichincha).
Landázuri no ha confirmado ni ha negado su candidatura, aunque fuentes cercanas a la dirigencia de la ID sostienen que su postulación es apoyada por la cúpula del partido. De todas maneras, Alfredo Vera considera que "también puede surgir un hombre de la base que tenga respaldo".
Entre tanto, Carlos González se encuentra en pleno trabajo "preelectoral" con recorridos periódicos por el país para obtener respaldo y asegura tener el apoyo de siete provincias.
Su campaña plantea modernizar a la ID con propuestas para los problemas del país. "Actualmente no tenemos propuestas en el tema bananero, ambiental, de género...", lo que le impide ser una tienda política nacional, "hay que descentralizarlo de Quito y Cuenca", sostiene, al añadir que "la ID tiene que liderar la centroizquierda, promoviendo acuerdos con otros partidos de la tendencia".
El prefecto de Pichincha también sostiene que debe haber un cambio radical, pues el partido "se ha "parlamentarizado" y únicamente atiende una agenda legislativa impuesta por el Ejecutivo".
Ramiro González critica a su partido (y al sistema de partidos en general) al señalar que "actualmente se hace política desde la cúpula", por lo que plantea la necesidad de "encarar el día a día de la gente", incorporando a todos los actores sociales.
Ante el hecho de que Borja no encuentra compatible su labor como prefecto y al mismo tiempo presidente de la ID, señala que respeta ese criterio pero no lo comparte. "Yo estoy interesado en la Dirección del partido, como un compromiso ético con mi país y mi generación que exige un cambio", dice. (AA-LB).

Un precandidato "abona el terreno" durante seis meses

Varios reclaman un presidente a tiempo completo, pero eso no consta en los estatutos

El "punto fuerte" de la candidatura de Dalton Bacigalupo es la posibilidad de dedicarse a tiempo completo al trabajo partidista, como hizo Rodrigo Borja durante los primeros tiempos de la ID.
"Soy de los pocos dirigentes que, por no estar en la función pública, puede dedicarle tiempo completo al partido", manifiesta, al revelar que en los últimos seis meses ha recorrido 16 provincias, para propiciar la renovación de las directivas locales. Esto lo hace por encargo de Rodrigo Borja.
Añade que solo con el trabajo de un presidente nacional a tiempo completo se podrá llenar el "vacío que dejará en el partido el retiro de la política activa del doctor Borja"... "Y yo estoy ofreciendo esa posibilidad", afirma.
Bacigalupo sostiene que, en sus desplazamientos a provincias, los pedidos de la militancia se centran en dos cosas: "Capacitación y tener un presidente nacional a tiempo completo", porque las bases "reclaman a gritos ser visitadas permanentemente por el presidente del partido y no por secretarios o asesores parlamentarios".
El ex diputado también asegura que el perfil enunciado reclama toda la militancia del país y la máxima dirigencia del partido. No obstante, Alfredo Vera (de la vieja guardia) indica que esta no es una condición para asumir la Presidencia, pues "no está en los estatutos y por eso nadie la puede poner como premisa". Anota que esa prioridad partirá de la "presión de la militancia y de la propia conciencia del compañero al que le toque la Presidencia del partido".
Otro candidato a ostentar esa dignidad es Marco Morillo, quien dice estar meditando la propuesta formulada por el núcleo de profesionales de la ID, presidido por él. Propone una reforma de los estatutos del partido para "sintonizarlos" con la corriente actual de América Latina.
Tras bastidores, en la ID se señala que la cúpula habría decidido colocar a Bacigalupo como secretario del partido, mientras la postulación de Morillo sería una opción para negociar con otras candidaturas, dentro del proceso de renovación de la directiva. (LB-AA)

Dirigencia "histórica" plantea una fórmula de transición hacia el nuevo liderazgo

Borja siempre será el referente de consulta y una "guía" para el partido, pero los candidatos hablan de otro estilo

El anuncio de Borja de que se retirará de la actividad partidaria ha ocasionado un "tira y afloja" entre los miembros de su entorno, calificados de "dirigentes históricos", y los nuevos cuadros de que buscan abrirse un espacio.
El ex ministro de Educación y ex asambleísta, Alfredo Vera, manifiesta que "debe haber una fórmula de transición entre la dirigencia antigua y el nuevo liderazgo", mientras otros militantes de base señalan que la renovación necesariamente deberá implicar la pérdida de influencia de los miembros de la actual cúpula.
Señalan que hay malestar en la militancia, porque lo operativo, como la designación de candidatos para las elecciones, se ha manejado sin participación de las bases. Indican que para los últimos comicios, los listados de todas las candidaturas seccionales debieron pasar por la oficina de Vallejo, quien daba la aceptación final. En el caso de las concejalías de Quito y algunas diputaciones de Pichincha, se colocó en las listas a un grupo de personas de fuera del partido, dejando de lado a militantes propuestos por la ID. Diego Monsalve, actual diputado por Azuay, fue incorporado al partido pocos meses antes de la elección.
También está el caso del diputado Rafael Dávila, que fue auspiciado por la ID, pero actúa como independiente.
Pero Vera señala que el repliegue de Borja no implicará una actitud igual de los viejos dirigentes, pues "son espacios recogidos o ganados a lo largo del tiempo" y, aunque no lo dice abiertamente, deja notar que algunos esperan formar parte del equipo cercano del nuevo director nacional del partido. De esta forma, perduraría el actual modelo de liderazgo centrado en una cúpula, que es cuestionado por el diputado Carlos González, cuya candidatura propugna por la descentralización de la ID a partir de fomentar los liderazgos locales.
Esta es la clave de la próxima convención: ¿construir un liderazgo nacional a partir del trabajo en las provincias (como hizo Borja en los primeros tiempos) o desde la visión de una cúpula instalada en Quito? Vera aspira a que el nuevo presidente "sea un reflejo de lo que ha sido Borja, con todas sus cualidades", pero candidatos, como el prefecto de Pichincha, Ramiro González, tras poner de relieve las virtudes del ex presidente, deja claro que el nuevo dirigente debe imprimir su estilo propio.
Señala que Borja siempre será el referente de consulta y "una guía" por la experiencia acumulada, "pero el manejo del partido debe correr de cuenta del nuevo lider". En esto coinciden los demás aspirantes. (AA-LB)

"Grandes electores" designan al nuevo presidente nacional

Cuatro ex presidentes del partido se han desafiliado y uno está "en rebeldía"

La renovación de la directiva nacional de la ID puede darse de dos maneras: mediante una convención o una asamblea.
De acuerdo con los estatutos, a la convención asisten las directivas de cada provincia, acompañadas de un número de delegados, que resulta de calcular el número de afiliados por el porcentaje de votos objetivos en la última elección; también asisten los diputados nacionales, pero como actualmente todos son provinciales, al Consejo Ejecutivo Nacional (CEN) le corresponderá resolver quiénes deben acudir. A ellos se suman los ex presidentes nacionales.
Se trata de un sistema de grandes electores, que designan al nuevo presidente nacional de la ID.
De acuerdo con los últimos resultados electorales, Pichincha tendría alrededor de 170 delegados; Azuay, un número importante. También lo tendría Guayas, pues aunque allí no se eligió a un solo diputado de la ID, habría un número importante de afiliados.
Militantes del partido indican que no sería factible realizar, por el momento, una convención nacional, debido a que no han sido renovadas todas las directivas provinciales, por lo que la salida para cambiar de presidente sería convocar a una asamblea.
De acuerdo con el reglamento, esto lo puede hacer el CEN, que está integrado por el presidente nacional más los presidentes provinciales.
A pesar de que en el estatuto consta que en la convención tienen voz y voto los ex presidentes nacionales, no estarán todos porque varios se han desafiliado del partido.
Ellos son Raúl Baca, quien dejó la ID para ser ministro de Energía de Fabián Alarcón; Nicolás Issa Obando, que en las últimas elecciones fue candidato a diputado del Guayas por el Partido Roldosista; Jorge Gallardo, ex ministro de Economía de Gustavo Noboa; Luis Jarrín Ampudia, desafiliado; y Efrén Cocíos, que no se ha ido del partido pero ha criticado duramente a Rodrigo Borja. (AA).

PUNTO DE VISTA

La renovación de la ID será un espejo para los demás partidos políticos

El retiro de la política activa de Rodrigo Borja simboliza un punto de quiebre en la Izquierda Democrática, porque junto a él deberá replegarse una generación de dirigentes de ese partido, para dar paso a un nuevo liderazgo y estilo de hacer política.
Esta no será una operación sencilla: el nuevo presidente deberá tener las cualidades y la capacidad cohesionadora de Borja para procesar las inquietudes de cambio que bullen en la militancia, sin causar cismas internos, y tener la suficiente seguridad en sí mismo para evitar interferencias de cierta dirigencia histórica, que eventualmente podría sentirse afectada por la renovación.
Actualmente, el primer reto que tiene la ID es no caer en los personalismos y empujar un proceso de definición de su proyecto político, entre mantener un partido encerrado en las actuales estructuras o abrirlo a la ciudadanía, sin someterse a las coyunturas electorales, y más bien por medio de la incorporación de nuevos actores.
El segundo reto es configurar una propuesta con sentido nacional, que incluya los temas que preocupan a los ecuatorianos del siglo XXI, pero para esto deberá acercarse a la gente de todos los rincones del país (no solo de sus enclaves electorales), recoger sus inquietudes y hacerla participar en la construcción de ese proyecto.
Es que tras la llegada al poder en 1988, la ID ha experimentado un declive, pues si bien ha tenido importantes triunfos electorales, estos se han reducido a pocas provincias, mientras en sus antiguos bastiones ha crecido el populismo.
La crisis que afecta a la Izquierda Democrática se refleja en otros partidos políticos, que no han sido capaces de formar nuevos líderes y cuyos resultados electorales están circunscritos a determinadas provincias, es decir, que tampoco proyectan una propuesta nacional.
Por eso, una renovación ordenada de la ID puede repercutir para bien en las demás tiendas políticas, porque el deterioro de los partidos considerados "ideológicos" ha dado lugar al florecimiento de personajes que han irrumpido en la escena política con mensajes sin contenidos claros y con objetivos que no rebasan la coyuntura electoral. (AA)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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