¿PRACTICAR LA EUTANASIA?. Por Tania Laurini

Quito. 23.01.92. Precisamente charlábamos de eutanasia, muerte
sin dolor ni agonía, cuando la radio le informó sobre la
emergencia en la clínica. Paro cardíaco. Se levantó de un
salto, cogió la llave del auto y me dijo:

- Es fácil hablar de eutanasia cuando nunca se ha vivido todo
lo que pasa en un hospital. Pero en la realidad te enfrentas a
cada caso que no puede encerrarse en una regla. ¿Quieres saber
cómo es esto?

- Claro, ese es mi trabajo.

- Mira -me dijo mientras manejaba el auto a toda velocidad- si
este paciente fuera un anciano de 90 años, que tiene días
contados para morir, el tratamiento que se le está realizando
es un infierno de dolor, pero sus familiares quieren que viva
dos o tres días más, yo preferiría que tenga una muerte digna
en su hogar rodeado de su familia. Si es un jovencito con toda
una vida por delante me sacaré la madre toda la tarde para
sacarle del paro. ¿Entiendes?

-Ahá.

LLegamos a la clínica, detuvo a los otros pasajeros del
ascensor para llegar sin interrupciones al último piso.
Corrimos por pasillos blancos y llegamos. Una mujer de 65
años, totalmente desnuda, rodeada de todo un arsenal de
aparatos médicos, respiraba agitadamente sobre una cama de
sábanas blancas. Cinco segundos después estaba muerta. Su
cerebro hace 15 minutos no recibía irrigación sanguínea.

Así es la muerte

¿Cuándo muere un ser humano? Cuando muere su cerebro, cuando
su corazón deja de latir, cuando los pulmones no respiran,
cuando el sistema vivo pierde su capacidad para usar la
energía que mantiene, cuando muere la última de sus células,
¿cuándo?

Ni siquiera en eso se ha llegado a converger, aunque la
versión generalizada actual es aceptar la muerte con la
inactividad definitiva del cerebro.

Y después de esto, qué es vida. ¿Tiene vida un niño que nació
descerebrado o una persona que quedó así y, por más que sus
signos vitales estén activos, nunca tendrán ni la más mínima
actividad cerebral?

No. Actualmente es casi general la negación de esta situación
como vida. Pero, qué hacer entonces con ellos si su corazón
funciona. ¿Matarlos o dejarlos en una vida vegetal para no
practicar eutanasia? ¿Y qué hace un médico que está seguro de
no obtener ningún triunfo sobre la muerte de su paciente, y
que a lo sumo logrará la prolongación de su vida por unas
semanas y, de ser así, con un costo de dolor y martirio
inagotable e irremediable?

La discusión no es solo actual, es tan antigua como los
griegos que eliminaban a los neonatos malformados, como Platón
y Aristóteles que defendían la aniquilación de los elementos
débiles de la sociedad, como Santo Tomás Moro con sus teorías
sobre la eutanasia nunca aceptadas por la Iglesia, como los
nazis que aniquilaban a la "raza inferior", como el control
poblacional y social "natural" que practican algunas
sociedades tribales.

Pero hace 20 ó 30 años que esta discusión se ha metido a un
laberinto inusitado, pues inusitado es el avance
científico-tecnológico, que hoy permite mantener a un ser
humano muerto en vida, en un estado vegetativo, por años de
años.

Resolver estos dilemas implica no sólo el derecho del ser
humano a elegir una muerte digna, sino la grave consecuencia
psicológica y económica que la prolongación innecesaria de una
vida puede provocar en la familia, la sociedad y el Estado que
deben mantener con sus recursos a este ser, recursos que
pueden faltarle a otro con una enfermedad curable.

Es entonces cuando cada Estado debe decidir legalmente y cada
médico individualmente entre desconectar una máquina o no,
dejar de administrar una droga, administrar otra que acelere
una muerte inevitable y dolorosa o continuar un proceso de
alargamiento artificial de la vida.

En el Ecuador: divergencias

El Ecuador aún no tiene claro el panorama en este sentido.
Aunque no permite la eutanasia, al igual que el resto de
países latinoamericanos, las disposiciones legales son
insuficientes y dan lugar a diversas interpretaciones y
contradicciones.

El Código de Salud, uno de los más caducos de América,
promulgado hace más de 60 años y modificado con reformas
insustanciales, no contempla en absoluto el caso de eutanasia.

En el Código Penal no está especificada, por lo que la
eutanasia es considerada como un simple homicidio. No existe
el derecho subjetivo a disponer de sí mismo, hasta aún de la
propia vida y a consentir que otra pueda quitarla sin incurrir
en ilicitud penal.

Unicamente el Código de Etica de la Federación Médica
Ecuatoriana dedica un capítulo a la eutanasia. El Código no
autoriza al médico a abreviar la vida del paciente, solo a
aliviar la enfermedad incurable. Pero no justifica las
acciones excepcionales cuando se ha establecido la muerte
cerebral. Y pone a criterio del médico y familiares la
suspensión de procedimientos extraordinarios ante situaciones
insalvables e incompatibles con la dignidad humana. Hay
médicos que definen esto como eutanasia pasiva, aunque la
Federación niega esta interpretación.

¿Cuáles son procedimientos extraordinarios y cuáles
ordinarios?

Antes la penicilina era extraordinaria, ahora no lo es, un
trasplante de corazón hoy es extraordinario, ¿después?

Hay medicamentos, como la morfina, que a la vez que alivian el
dolor, aceleran la muerte. Entonces ¿eso es aliviar o
abreviar?

Además puede entenderse una contradicción con aquel Código en
sus disposiciones sobre el aborto, pues, si se tiene la
certeza de que un niño nacerá con algún tipo de deformación
congénita, la madre tiene el derecho de abortar. ¿No es la
eugenesia, eliminar a niños con malformación aunque sea antes
de que nazcan, equivalente a la muerte por compasión?

!Dios mío, llévatelo!

El Papa Pío XII, en 1957, declaró que los médicos deben
emplear medios ordinarios, pero no extraordinarios, para
prolongar la vida de los pacientes cuando su curación es
improbable. Parece que el ­Dios mío, llévatelo! con todo lo
que implica esta frase, tantas veces pronunciada, influyó en
una aprobación cristiana de la muerte digna, al contrario de
lo que muchas veces se sostuvo acerca del sufrimiento como vía
para el arrepentimiento y el paso a la vida eterna.

"La moral supone los hechos científicos y se apoya en ellos,
es justificada la manera de concebir el fin de la vida con la
muerte del cerebro", afirmó el padre jesuita José González
Poyatos, director académico de la Universidad Católica del
Ecuador.

"Dentro del cristianismo siempre ha habido una estima profunda
por la vida" pero, "el paciente tiene el derecho a elegir una
muerte digna". "El no usar medios extraordinarios para
mantener la vida, decidir no hacerse la operación, renunciar
al tratamiento, dar a un enfermo un analgésico fuerte para que
no sufra, eso no es eutanasia". "Muchas veces se prolonga la
vida innecesariamente cuando no hay razón de prolongar el
sufrimiento de una persona".

Sin embargo, el padre González está en desacuerdo con la
legislación sobre el aborto: "aunque se sospeche que un feto
vaya a nacer con taras físicas no se lo puede eliminar".

El presidente de la Federación Médica Ecuatoriana, Carlos
Sánchez, negó que el Código de Etica permita una denominada
eutanasia pasiva, y la eutanasia practicada en el aborto. "La
vida del feto en el interior de la madre es un período que
tiene su realización en el parto. Antes de eso es solo una
alternativa de vida".

Para Simón Zavala Guzmán, asesor jurídico de la Federación
Médica, la "situación de la eutanasia es muy discutible, hay
fundamentos en favor y en contra, pero cuando realmente la
ciencia ya no da posibilidades, hay que evitar ese problema
psico-social y practicar la eutanasia". Al mismo tiempo se
pronunció por un necesario cambio en la legalidad ecuatoriana
para reconsiderar el problema de la eutanasia.

Jean Raad, jefe de Terapia Intensiva del Hospital del IEES,
Quito, enfatizó en la necesidad de conformar una comisión de
ética en todo hospital que vigile cada caso particularmente y
que se llegue a la decisión definitiva de no tomar medidas
extraordinarias en casos irreversibles. "Es hora también de
que exista un debate nacional sobre el tema".

Eutanasia social en el Ecuador

Conversando con un médico ecuatoriano surgió la inquietud de
si realmente vale la pena discutir sobre eutanasia mientras
prácticamente en el Ecuador se tolera una eutanasia social,
una eutanasia natural en los sectores económicamente
desposeidos que mueren sin atención de salud, por negligencia
política, económica, médica.

En nuestro país, el 25 por ciento de la población no tiene
acceso al servicio de salud. En la zona rural el 60 por
ciento. Hay un índice de mortalidad en general y mortalidad
infantil altísimo.

¿Es justo que se utilicen recursos en salvar hasta el último
hálito de vida de un enfermo irreversible, mientras mucha
gente muere indiscriminadamente por falta de recursos?

Según el médico Antonio Crespo, del Museo de Historia de la
Medicina, la eutanasia, si se instaurara, sería el derecho de
una clase que puede elegir entre vivir o no. Otros no pueden
elegir, simplemente mueren por falta de atención, por
deficiencias económicas, estatales y de servicio de salud.

¿No hace tambalear en parte este hecho a la actual ética
médica?

Para el presidente de la Federación Médica ecuatoriana "el
terminó eutanasia social no traduce el verdadero problema de
salud de los ecuatorianos. Dudo que la negación de los medios
de vida sean deliberados para matar al pueblo. Si así fuese
concebido, la planificación familiar fuera eutanasia".

Simón Zavala Guzmán, abogado y asesor jurídico de la
Federación Médica, se pronunció totalmene de acuerdo con la
existencia de una eutanasia social: "El Estado practica
eutanasia con una gran parte de la población ecuatoriana. El
Estado es responsable y cae en la figura de una eutanasia
social pero nadie ha querido abordarlo en este sentido".

El padre González alegó que "es cierto que a veces hay muchas
personas que mueren de hambre, es cierto que discutir la
eutanasia es para una élite; sin embargo, los problemas
sociales no se deben a que alguien esté matando, sino que
somos todos culpables; no una culpabilidad consciente, sí una
culpabilidad social. Debemos procurar que no exista".


EXPLORED
en Ciudad N/D

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