¿POR QUE VIVE EN ESE BARRIO?

Quito. 02.03.92. ¿Por qué usted vive en la Carolina y no en el
Pintado? ¿Es que realmente usted resolvió donde vivir o,
quizá tuvo que conformarse con hacerlo en donde pudo encontrar
departamento? ¿Tiene algún significado su barrio?
Estas y otras preguntas formuló HOY a moradores de distintos
barrios del sur, norte y centro de Quito, para intentar
dibujar una visión sobre este hecho.

En quito existen 208 barrios, según un registro elaborado por
el Municipio entre 1988 y 1989. Esta división fue hecha de
acuerdo con las informaciones de los habitantes de cada
sector, según la percepción del barrio en el cual habitaban.

Sus respuestas enseguida:

En el centro

En los barrios del centro de Quito todavía es posible
encontrar a sus habitantes en las puertas de sus casas, en el
parque central, en las ventanas y balcones o sentados en las
veredas, compartiendo algún momento ameno con sus vecinos.

Los parques mantienen un papel importante, ya que son el punto
de encuentro entre los vecinos.

Los barrios ubicados en el centro histórico de Quito se han
caracterizado también porque sus moradores conservan
costumbres y tradiciones que se resisten a cambios ligados con
el desarrollo y crecimiento de la urbe. Aunque ahora esto
parece cambiar.

"Los barrios tradicionales de Quito van perdiendo su
tradición" dijo Hugo Bermúdez, morador de la Tola con 52 años
de vida. Bermúdez nació en su barrio y recuerda que la Tola
"antes era una peña, por lo que hacíamos mingas que hoy ya no
se hacen. En la actualidad el barrio está inundado de gente
de afuera, somos pocos los toleños, una colonia dentro del
barrio".

Angélica de Freire, residenta en San Marcos, aseguró que "las
costumbres se mantienen en el barrio y la gente sigue unida
como antes".

La mayor parte de los moradores de San Marcos concordaron
conque sí existe unión y amistad entre ellos, y que siguen
luchando por rescatar y mantener las tradiciones.

Doña Angélica informó a HOY que "en el sector todavía se
realiza el pase del niño y algunas fiestas en las que concurre
la mayor parte del barrio".

Los habitantes de la Loma "no son unidos como antes, el barrio
ha perdido su olor a perfume" dijo con nostalgia Jorge
Escobar, lomeño de 68 años de edad. "Antes la gente era
decente", sostuvo.


Más optimismo se mostró Carlos Correa quien consideró que "la
Loma es el barrio más sano de Quito donde reina la amistad y
la tranquilidad".

Aquí aún "se dan serenos por el día de la madre o por un
santo" dijo Jaime Suasnavas, de 64 años.

Además de estos moradores estos barrios albergan a muchos
ciudadanos que viven en estos sectores por factores
económicos, especialmente.

César Estupiñán, quiteño de 80 años, afirmó que "todos estos
barrios son para gente pobre. Por eso vivo aquí en San
Marcos".

Coincidió con él María Romero quien vive en la Tola 40 años,
"pues solo me interesa tener un lugar donde vivir". Al igual
que Ana Pérez quien encontró en la Tola un cuarto y por "eso
vivo ya tres años".

San Juan es quizá uno de los barrios centrales donde se puede
percibir fácilmente que el aroma a barrio se ha perdido con
gran facilidad.

María Valencia, vecina de San Juan afirmó que "no me gusta el
barrio pero no tengo donde vivir".

Otro morador, José Guerrero de 64 años, dijo que "vive allí
hace 40 años, "el sector no es tranquilo pero uno se enseña y
ya no hay para qué moverse".

Quizá los jóvenes son los que más se desinterés expresan por
el lugar donde viven. "Me interesa vivir con mis padres y
conocer amigos para divertirme" dijo Grace Caternia, moradora
de San Juan, de 19 años.

En el norte

Muchos barrios del norte cuando Quito nacía eran laderas,
terrenos lejanos o potreros. Ellos surgieron como una
necesidad por el crecimiento de la ciudad. Quizá por este
detalle es en esta zona, especialmente en las residenciales,
es donde la gente se siente más a gusto por vivir allí y no en
otros sectores de la ciudad.

San Carlos es un barrio invadido por el concreto con forma de
edificios, donde hace mucho tiempo atrás -diez años- existían
tradiciones como la fiesta de San Carlos afirmó Lucy de
Barros, para quien la falta de transporte que afronta el
sector es el principal problema.

Otro problema del que la mayor parte del barrio está
consciente es el peligro delictivo que sufre. "La juventud
aquí se está dañando, hay muchas cantinas" aseguró Magdalena
Arias, ama de casa.

Marta León dijo que las invasiones del noroccidente dañaron al

barrio.

Al igual que en San Carlos la relación entre los moradores en
la Rumiñahui se reduce a un simple saludo con el vecino de al
lado.

A pesar de esto, Fany Bermeo dijo estar satisfecha con su
barrio pues es "limpio y sin tradiciones".

Nora Muriel y otros moradores dijeron habitar este sector
porque les gusta su imagen y porque "el clima es agradable y
su aspecto es bonito".

La situación es diferente para los moradores de la Mariscal,
uno de los primeros barrios del norte.

Sus habitantes se han desbandado por ser hoy la Mariscal un
sitio estratégico para la prostitución y el alcoholismo, dijo
Tamara Erazo.

En esta zona lo que predominan son los comercios, bares,
restaurantes, bancos y más bien el número de moradores es bajo
en relación con años pasados.

"Las tradiciones quiteñas se han convertido en simples
recuerdos" afirmó Estela Ordóñez, quien vive en un edificio de
la Reina Victoria y solo conoce a su vecina.

Pero son los barrios residenciales del norte los que muestran
más indiferencia en cuanto a amistad y vecindad se refiere.

"Estos barrios se han convertido en un lugar donde la gente
puede vivir tranquilamente, sin contaminación ni ruido" afirmó
Juan López, morador de la Granda Centeno.

En efecto, la Granda Centeno es un barrio donde no se ve a
nadie conversando en la calle, muy poca gente transita por sus
calles, la limpieza y el silencio reinan en el lugar.

Algo similar acontece con el Batán, donde el parque de
recreación, equipado con una cancha, pasa desapercibido y
desolado la mayor parte del tiempo.

"Aquí vivo hace años, desde cuando esto era barato y potrero,
hoy tiene gran valor y no pienso cambiarme de casa" dijo
Héctor Zapatier, morador del Batán. El se definió como "una
persona tranquila por tal motivo no molesto de ninguna manera
a los vecinos, de quienes no sé absolutamente nada".

El sur

Los barrios del sur de la ciudad mantienen la misma actitud
indiferente que los del norte, quizá en menor escala. Muy
pocos conservan algunas costumbres, como la minga en la
Magdalena.

Pedro Parra, morador de la Magdalena, a quien solo le interesa

vivir en paz, comentó que "el barrio ha mejorado en su
infraestructura".

"Solo hay amistad en el barrio en las fiestas de Quito" se
quejó Ramiro Pillajo, otro vecino de la Magdalena.

Los residentes en la ciudadela Tarqui calificaron al barrio de
excelente, por no tener ahí ningún problema.

"El barrio no guarda tradiciones y no existe vecindad en la
mayor parte de vecinos" aseguró Xavier Estrella, quien opinó
que "no hay amistad porque la gente es egoísta". El vive allí
desde hace cuatro años.

Pedro Argüello, morador del Camal desde hace 12 años, aseguró
que lo tradicional de su barrio es el mercado del Camal al que
concurre mucha gente de diferentes áreas de la ciudad "por su
exquisita carne".

Para Alex Calles, morador de la Villa Flora el barrio debería
tener protección policial en las horas de la tarde,
especialmente en el redondel del barrio. El redondel de la
Villa Flora alberga un movimiento comercial grande, por lo
cual sus moradores aseguran que los actos delictivos son
realizados por personas de afuera.

La Magdalena, el Camal y la Villa Flora son barrios en los que
sus moradores admitieron que la amistad entre ellos es
"buena". Manifestaron que no existe ahí delincuencia ni
alcoholismo, "por lo que nos sentimos a gusto en nuestros
barrios". (6-C)



EXPLORED
en Ciudad N/D

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