Es difícil contestar la pregunta que sirve de título a este artículo. Me parece que principalmente por la dificultad que tenemos de concertar en los planes de desarrollo que se plantean en el país. No estamos preparados para discutir seriamente sobre temas opinables; por eso, hablamos de falta de gobernabilidad. Generalmente esta expresión se asocia a la idea de ‘orden’; por lo tanto, asociada a un poder autoritario, cuando en realidad puede aplicarse igualmente en la democracia representativa. Con toda razón un autor dice: “La gobernabilidad es un problema particular de los países democráticos por la dificultad de trasladar el mandato de los votantes en una elección en políticas ejecutables”.
Cuando uno medita sobre las dificultades de nuestro país para progresar, está tentado de culpar a los hombres que lo dirigen; pero si reflexiona, en este momento, encuentra que la Presidencia de la República la ejerce un hombre inteligente, honesto a carta cabal y acostumbrado por su formación doctrinaria a la discusión de sus ideas. Y la democracia tiene como primer compromiso la discusión, origen a su vez del consenso. La Presidencia del Congreso la ejerce un hombre de méritos, al tiempo que a la cabeza de la Corte Suprema está una persona de experiencia y honorabilidad innegable. Así pues, los poderes del Estado se encuentran en buenas manos.
Sin embargo, el déficit comercial los cinco primeros meses de este año llegó a 590 millones de dólares. Las exportaciones han caído enormemente, mientras las importaciones han crecido en 26%. Si observamos el uso de la tierra, encontramos que solamente 11% tiene cultivos permanentes (cacao, banano, café, flores, etc.) y 10% son cultivos transitorios (arroz, papas, etc.).
¿Por qué estamos, pues, retrasados en nuestro desarrollo? Porque, entre otras cosas, no sabemos aceptar y acatar las ‘reglas del juego’ que sustentan el régimen político y que han nacido del consenso. En la política ecuatoriana, lejos de predominar el discurso racional y los argumentos pertenecientes a los programas políticos, la discusión y los planteamientos se hacen como un enfrentamiento entre el bien y el mal.
Hay leyes que deben dictarse pero que no se dictan por esa peculiar manera de conducirnos; por ejemplo, la relacionada con las autonomías provinciales y la de elección de diputados en la segunda vuelta electoral.
Cinco provincias fueron consultadas sobre si querían someterse a un régimen autonómico y contestaron que sí querían, el presidente Noboa mandó un proyecto de ley sobre este asunto al Congreso, y este lo ha arrumado a pesar de que la voluntad de medio Ecuador ha sido favorable a gobiernos autónomos, lo que no significa provincias independientes del Estado ecuatoriano. España tiene gobiernos autónomos y sin embargo, a nadie se le ha ocurrido decir que no existe el Estado español.
Otro asunto que merece tratarse es el relacionado con la elección de diputados en la segunda vuelta, pues de esa manera los votantes, en su gran mayoría, votarán por los diputados que figuren en la lista o listas que auspicie el ciudadano que sea elegido Presidente.
En un país como el nuestro, donde la idea predominante es que el Presidente de la República debe resolver todos los problemas del Estado, es menester darle un fuerte apoyo legislativo.
EXPLORED
en Ciudad Quito

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