Colombia

El exesposo de la secuestrada más famosa de las FARC exige el 50% de los bienes que adquirieron durante su relación matrimonial

Tras seis años de secuestro, el 2 de julio de 2008, América Latina y Europa pusieron los ojos en las pantallas de televisión para presenciar el regreso de la rehén más famosa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Íngrid Betancourt.

Al bajar por las gradas del avión que la devolvió a casa, Íngrid se reencontró con su esposo, el francés Juan Carlos Lecompte. No obstante, el saludo que se dieron no reflejaba los años de sufrimiento por los que ambos pasaron: ella apenas lo saludó y palmeó su mejilla, una señal interpretada por Lecompte como una bofetada.

Luego de aquella escena, quedó claro que el secuestro había acabado con el amor que ambos se tenían. Días después, Betancourt anunció que viajaría a Francia solo en compañía de sus hijos, y a su regreso, le pidió a su esposo que abandonara la casa.

Desde entonces, se sucedió una historia llena de denuncias de parte y parte que llegó a su punto más alto el pasado 30 de noviembre, cuando un juez oficializó el divorcio entre Betancourt y Lecompte.

Aparentemente, las cosas terminarían con la separación oficial: ambos dejaron de vivir juntos en 2009, pero ahora, empieza otra etapa dolorosa en esta historia, pues el exesposo solicitó la división de la sociedad conyugal, es decir, reclamó el 50% de los bienes que adquirió junto a Betancourt durante el matrimonio.

Los abogados del francés ya adelantaron que pelearán por los derechos sobre un departamento en París (Francia) que tiene un valor comercial cercano a los $780 mil; una casa de campo y dos terrenos en Idaho (EEUU), además de un apartamento en Bogotá.

No solo eso. Como el divorcio solo se formalizó legalmente en noviembre pasado, Lecompte va a pelear parte de las regalías por derechos de autor que Íngrid ha obtenido de la publicación de sus dos libros: La rabia en el corazón y No hay silencio que no termine, ambos basados en la experiencia del secuestro.

Los asesores jurídicos de Lecompte solicitaron el embargo de sus ganancias obtenidas por las casas editoriales Grupo Santillana, Grijalbo Mondadori, Editorial Planeta, Editorial Gallimard y Editorial XO Editions, que han manejado en los distintos países los libros.

Según recoge el portal de noticias políticas Globedia, Íngrid ha recibido más de $6 millones por No hay silencio que no termine. Cuando fue liberada, le entregaron un cheque de $600 mil de regalías por el primero de sus libros, La rabia en el corazón.

Cuando los colombianos recibieron la noticia de su secuestro el 23 de febrero de 2002 y Lecompte inició una caravana por todo el país y otras ciudades del mundo cargando con él una foto de tamaño natural de su esposa, nadie imaginó que la historia terminaría así, pues él incluso ofreció a los guerrilleros canjearse por ella.

Años después, y con su regreso a casa, Íngrid acusó a su marido de haber despilfarrado el patrimonio familiar durante su ausencia, en fiestas y drogas, mientras él la acusó de haberle sido infiel durante el cautiverio con otro de los secuestrados.

Las pruebas que Lecompte dice que tiene para justificar su acusación son los libros escritos por los rehenes que compartieron el secuestro con Betancourt, donde recogen que la política colombiana vivió no solo uno, sino varios romances durante su estadía en la selva.

Los apoderados de Lecompte dijeron en su momento que el hecho estaba evidenciado en el libro Fuera de cautiverio, de los estadounidenses Keith Stansell, Marc Gonsalves y Tom Howes, en el que se vincula sentimentalmente a Betancourt con el excongresista Luis Eladio Pérez, también exrehén de las FARC.

Los abogados de Lecompte solicitaron asimismo el embargo de los derechos contractuales de una sociedad constituida por Íngrid en Panamá denominada Antee Housing Corporation. Nadie sabe cuánto dinero se ha movido allí.

Pero hay algo aún más curioso. Durante la investigación para ubicar las cuentas y propiedades de la pareja, se ha conocido que en sus cuentas de España, Francia, Panamá y los Estados Unidos, Íngrid utiliza su mismo nombre, pero con distinto apellido. Por ejemplo: Íngrid Betancourt, Íngrid Pulecio o Íngrid Delluove Pulecio, que es su nombre de casada con el padre de sus dos hijos, Mélanie y Lorenzo.

Betancourt no ha respondido aún a las intenciones de Lecompte de quedarse con la mitad de sus bienes. Lejos de terminar esta historia dramática con el divorcio, la pelea apenas comienza. (DPA-YA)

Detalles

En enero de 2010, el exesposo de Ingrid Betancourt Juan Carlos Lecompte publicó el libro Íngrid y yo, una libertad agridulce, en el que recoge la experiencia posterior a la liberación de su esposa.

"Cuando bajó del avión solo me cogió el mentón y me dijo: 'Hola Juanqui'. Yo me imaginé de todo, pero nunca eso", cuenta el exesposo de Íngrid en su libro. "Me dio una palmada en la mejilla, pero yo lo tomé como una bofetada", agrega.

Según la prensa francesa, Betancourt pasa su vida entre Nueva York, donde su hija Melanie estudia cine; las islas Seychelles, donde vivió con su primer esposo en los años ochenta, y París, donde pasó parte de su infancia.

En esos lugares, busca su recuperación psicológica tras los duros años del cautiverio en la selva. Además, está haciendo un libro de reflexión sobre el secuestro.

Paralelamente, la franco-colombiana participa en un proyecto de película autobiográfica cuyos derechos fueron vendidos a la productora de Hollywood Kathleen Kennedy.
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