Quito. 27 abr 1997. El 29 de abril se cumplen tres años de la
muerte de Luis Noboa Naranjo, el empresario ecuatoriano más
importante en este siglo.

La historia de cómo Luis Noboa Naranjo alcanzó el triunfo y la
prosperidad, gracias a su audacia y buena fe, después de haber
vivido en la miseria, siempre será recordada.

En entrevista concedida a este Diario en 1969, cuando Xavier
Benedetti Roldós le preguntó a Luis Noboa Naranjo si se
consideraba un hombre que había triunfado, respondió:
"Aparentemente he triunfado; sin embargo, recién estoy
procurando consolidar los diversos negocios que he creado,
pero como en nuestro país no hemos olvidado el juego del palo
encebado de nuestra niñez, cuando se cree que un hombre va
trepando demasiado arriba, hay muchos, muchísimos, que al
igual que en aquel jueguito se empeñan en hacerlo resbalar".

Pero Noboa Naranjo no resbaló. Su audacia y su genialidad para
los negocios, puestas de manifiesto desde que era un niño que
vendía revistas y lotería en las calles lo llevó a consolidar
más de 90 empresas y, mucho antes de que llegara a morir a los
78 años de edad, ya se había convertido en el ecuatoriano con
mayor proyección financiera en este siglo.

El triunfo de Noboa se agiganta si se considera que fue un
hombre que nació sin fortuna, sin conexiones y que llegó solo
hasta el sexto grado de primaria.

Su primer golpe

Nació en Ambato el 1 de febrero de 1916, en el hogar de Luis
Adolfo Noboa Ledesma y Zoila Matilde Naranjo de Noboa.

En 1920, su padre, que era estudiante de medicina se fue a
Lima donde cambió de profesión y estudió odontología. Luego se
trasladó a Chile (La Serena), instaló un consultorio y mandó a
ver a su familia, en ese entonces compuesta por su esposa,
Zoila y sus hijos Enrique, María y Luis, que habían pasado
cuatro años de soledad y penurias en Ambato.

Fue entonces que Luis Noboa Naranjo recibió el primer gran
golpe de su vida. "Nunca el mundo me pareció más grande y mi
vida más sola", dijo cuando junto a su madre salieron a
recibir al padre que venía de su trabajo y tuvieron que
presenciar su muerte, cuando resbaló al bajar del caballo.

Si ya la miseria había calado hondo en su vida, la orfandad la
agudizó. De paso, su madre quedaba en la espera de un nuevo
hijo, Amanda, que nacería en Guayaquil.

No hay trabajo indigno

Ya en esta ciudad, su madre debió matener a los cuatro hijos y
no hubo desde entonces para él trabajo indigno.

Doña Zoila alquilaba un pequeño apartamento en los altos de un
hotel, al que llegaban huéspedes de la sierra y el pequeño
Luis por las noches, le lustraba los zapatos a los huéspedes
para ayudar a su familia.

También se subía al ring los dominmgos por la tarde para
anunciar los round por tres sucres y sentado en un cajón vacío
de cigarros El Progreso vendía estampillas, sobres y papeles
al lado de un betunero de apellido Basantes. Luego vendió
revistas extranjeras, paños de limpieza, etc.

Vivía con su madre y hermanos en Quito y Vélez. Primero
estudió en la escuelas José María Valverde y la Simón Bolívar
y finalmente en el Cristóbal Cólon.

Luis Noboa siempre tuvo por su madre un cariño muy especial.
"Si he triunfado es por ella, mi triunfo es el triundo del
trabajo; nada más y ella me enseñó trabajar, duro, franco a
fondo".

Y fueron esas enseñanzas, las que seguramente lo llevaron a
impartírselas a sus hijos. Xavier Benedetti, en aquella
entrevista que le hizo en 1969, narra como Noboa Naranjo
interrumpe un momento la conversación para aconsejar a su hijo
Alvaro, que entonces tenía 18 años de edad.

"Vea hijo, no prestes dinero, prestarlo es perderlo,
inviértelo", le decía y luego agregaba: "Lo quiero, lo quiero
mucho, mucho más de lo que nos entendemos".

Sus comienzos

A través de la venta de revistas y estampillas, en 1928
conoció a Juan X. Marcos, uno de los hombres más influyentes y
ricos del país a comienzos del siglo, quien le ofreció el
empleo de conserje en el Banco Sociedad General de Crédito de
su propiedad. Tenía 13 años, comenzó ganando 40 sucres y
cuando salió, después de cinco años, ganaba 80 sucres. Su
sueldo era bastante inferior a lo que él se procuraba como
vendedor ambulante, pero aceptó el empleo porque su madre se
lo pidió, ya que lo veía como una oportunidad para que él
pudiera continuar con sus estudios.

A los seis meses de estar trabajando en el Sociedad General le
solicitó a Marcos tres mil sucres en calidad de préstamos para
pagarle el doble con intereses en tres meses. Luego le pidió 6
mil y hasta 10 mil para devolvérselos de la misma manera.

Noboa hacía esos préstamos para comprar los artículos que
tendrían más salida en los remates de mercadería en la Aduana.

Los cinco años que trabajó con Marcos fueron un verdadero
aprendizaje y así, en 1933, cuando tenía 17 años de edad, puso
el que sería su primer negocio: una pequeña casa de cambios,
venta de souvenirs turísticos y de pequeñas representaciones
como las de las plumas Parker. La oficina estaba ubicada en
Nueve de Octubre 113. A su vez, era vendedor de la Unión
Azucarera.

Millón y pérdida

Ya en 1935 había comenzado también a explotar los mercados
internacionales exportando arroz. En 1941 ganó su primer
millón de sucres. Se enteró que había llegado el buque
argentino Río Iguazú que tenía capacidad para 110 mil
quintales de arroz. El transporte era para Venezuela, se
trataba de un flete peligroso porque el mundo estaba en plena
guerra mundial.

"Me arriesgué en la empresa, fueron 60 días de nerviosismo",
recordaría después Luis Noboa.

Pero en la búsqueda por encontrar nuevos negocios sufrió su
primera pérdida financiera. En un negocio de venta de oro, su
socio, un peruano, le robó su capital. En 1942 confesó estar
arruinado totalmente luego de haber levantado una pequeña
fortuna.

Pero eso no lo amilanó. Quienes lo trataron dicen que se lo
podía ver apacible, irritado, bondadoso, severo, preocupado,
pero jamás pesimista.

Después de ese revés se unió a Víctor Emilio Estrada, otro de
los hombres importantes y ricos de ese entonces y consiguió
para él importantes representaciones como la General Electric,
Coca Cola, Penetro, pero la sociedad duró 8 meses. "Estrada y
yo no podíamos congeniar. Estallábamos ambos", comentó mucho
después Noboa.

Después de la separación con Estrada, Noboa consigue la
distribución de los automóviles De Soto y continúa con Marcos
en la exportación de arroz y se convierte en el mayor
exportador de la gramínea del país, llegando con ella a
mercados tan distantes como Japón, Sudáfrica y la India.

Arranca su imperio

Enseguida se vinculó a la exportación de banano, primero
trabajando como agente de la Standard Fruit Company hasta
1956, cuando exigió a la empresa un porcentaje más elevado de
su comisión y como no se lo concedieron se separó.

Pero aquella separación, sólo sirvió para que llegaran tiempos
de triunfos y prosperidad, ya que comenzó a exportar la fruta
a Europa y a otros puntos alejados del planeta.

En 1961, su tenacidad y espíritu contendor se pusieron de
manifiesto nuevamente, ya que comenzó a romper el monopolio de
la industria molinera, en ese entonces en manos de Francisco
Illescas. Noboa consiguió primero la concesión de la marca
Quaker Oats y con el tiempo adquirió Molinos Poultier.

Lo que sería su imperio económico arranca prácticamente en
1961 cuando se crea Industrial Molinera y luego la Exportadora
Bananera Noboa.

Diferentes sectores

Noboa incursionó a través de sus negocios en terrenos tan
distantes como la agricultura, la industria, las finanzas, la
exportación. Entre todas sus empresas destacan la Exportadora
Bananera Noboa y cuatro empresas navieras con decenas de
modernos buques refrigerados, con oficinas en Nueva York,
Miami, Los Angeles, Panamá, Buenos Aires, Roma, Amberes,
Hamburgo, Zabreg, Ambacht, Tokio, Auckland y Seúl.

Aparte de de catorce haciendas bananeras, dos empresas
cartoneras, una de plásticos, en el sector industrial
alimenticio resaltan la Molinera, Molinos Poultier,
Ingaseosas, Colcacao, El Café, Geneca, Indecsa, Aceites La
Unica. En la actividad automotriz destacan Coenansa,
Mitsucentro, Italmotor, Chrysler, Korea Motor, Mitsumotor,
Motorcon, Euromotor, Panamotor.

Sobresalen en el área financiera el Banco de Crédito y las
compañías de Seguros Cóndor y La Nacional. Están también otras
empresas como Azucarera Valdez e Industria Cartonera S.A.

El capital y las empresas que Luis Noboa Naranjo forjó durante
su vida están siendo hoy manejadas por sus hijos.

Misiones especiales

Noboa, gracias a sus múltiples e importantes contactos que
hizo en el mundo, fue nombrado embajador en misiones
especiales por varios gobiernos, con los cuales tuvo
generalmente buenas relaciones con excepción del gobierno del
general Guillermo Rodríguez Lara, que apresó a los principales
ejecutivos de sus empresas: León Febres Cordero y Enrique
Ponce Luque por supuesta evasión de impuestos.

Noboa Naranjo recibió también a lo largo de su vida varios
reconocimientos a su meritoria labor, algunos de gobiernos
nacionales y extranjeros.

Luis Noboa Naranjo se casó dos veces. Primero con Isabel
Pontón, con quien procreó seis hijos: Luis, Isabel, María
Elena, Diana, Alvaro y María Leonor y, después con Mercedes
Santistevan, de quien no tuvo descendientes.

Murió a causa de una dolencia cardíaca en Nueva York, pero
pese a su interminable y febril ritmo de trabajo no se le
conocieron mayores estragos a su salud. Ya antes había
superado un infarto e incluso un cáncer maxilar.

Casi a los tres años de su muerte, vale recordar aquella
respuesta que le dio a Xavier Benedetti en 1969 cuando le
preguntó: ¿Cuál es la constante del éxito en los negocios?, y
Noboa respondió: "Trabajar con tenacidad y buena fe".

Del trabajo y la dignidad

Estas son algunas frases que Luis Noboa durante su vida dio
sobre el trabajo: "No importa qué tipo de trabajo sea, lo
importante es trabajar, es la única manera de salir adelante.
La cosa más vil en este mundo, lo que más degrada es la dádiva
fácil".

"Cuando todos tengan trabajo, cuando todos trabajemos más, nos
olvidaremos de la política y habremos creado bienestar. Cuando
se tiene bienestar nadie piensa en matar, en fusilar ni en
conspirar".

"Base fundamanetal de satisfacción para el hombre es tener
trabajo, abundante y honorable. El hombre sin trabajo no cree
en la justicia social".

ß"Me complace saber que he creado trabajo para muchos y
quisiera seguirlo haciendo para muchos más".

"La dignidad de un hombre es el respeto que él tiene de sí
mismo, el decoro que busca para sí. La dignidad constituye la
suma de distinción y honor que hacen del ser humano una
excelencia".

La primera vez

Sus primeros oficios: lustrabotas, vendedor ambulante de
revistas, paños de limpieza, estampillas, anunciador de los
rounds en las peleas de box.

Su primer trabajo como dependiente: conserje del Banco
Sociedad General de Crédito. Tenía 13 años

Su primer sueldo: fueron 40 sucres en el Sociedad general,
donde trabajó 5 años y salió ganando 80 sucres.

Su primer negocio: fue una oficina que era una pequeña casa de
cambios y en la que se vendían al mismo tiempo souvenirs
turísticos. Estaba ubicado en la avenida Nueve de Octubre 113.

Su primer revés financiero: durante un negocio de venta de
oro, un socio peruano, le robó todo su capital.

Su primer millón de sucres: se lo ganó en 1941, en plena
guerra mundial, haciendo un flete peligroso hacia Venezuela
con 110.000 quintales de arroz. (El Universo)
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