A LA TERCERA, LA VENCIDA

Quito. 06.07.92. A la tercera, la vencida. Si en 1979 Sixto
Durán Ballén perdió ampliamente contra Jaime Roldós en la
segunda vuelta electoral, y en 1988 ni siquiera logró entrar a
la ronda final de las elecciones; en 1992 -esta vez como
candidato del recientemente formado Partido Unidad
Republicana- se tomó la revancha.

Con el triunfo de ayer, Durán Ballén se convirtió en el cuarto
presidente electo desde que el país volvió a la democracia en
1979, y con ello se igualó un récord de estabilidad política,
pues un período tan largo de sucesiones presidenciales a
través del sufragio popular, solo se había dado una vez antes
en la historia republicana: entre 1948 y 1960, con cuatro
elecciones presidenciales consecutivas.

Las situaciones no son las mismas

En 13 años de vida democrática, reinaugurada después de un
largo período dictatorial, las situaciones políticas y el
comportamiento electoral de los votantes ecuatorianos variaron
sustancialmente: en abril de 1979, cuando Durán Ballén se
enfrentó en la segunda vuelta electoral al joven cefepista
Jaime Roldós, cuyo lema de campaña fue "La fuerza del cambio",
el entonces candidato socialcristiano ganó en una sola
provincia (Loja) y perdió en las 19 restantes. Fue una derrota
inapelables, ya que obtuvo solo el 31,5% de los votos contra
el 68,4% de Roldós.

Pero en mayo de 1992, la realidad es otra, y esta vez muy
favorable para él: Durán Ballén, ahora con 71 años a cuestas,
se impuso en 19 de las 21 provincias del país sobre su joven
contrincante, Jaime Nebot Saadi, el candidato socialcristiano,
y quien había tenido como lema de campaña "Vamos al cambio,
ya". Trece años después, los valores políticos ya son los
mismos: el electorado le dijo no al cambio y sí a un hombre
que exhibió como su mejor arma de combate la experiencia.

Ahora la sierra estuvo con él

Las situaciones definitivamente no son las mismas. Si en 1979
Durán Ballén se quejó de la respuesta electoral de la sierra
hacia su candidatura, y en especial de Quito y Pichincha,
ahora no tiene de qué quejarse. Hace 13 años obtuvo apenas el
35,0% de los votos de toda la sierra, contra el 64,9% de su
rival. Ayer, en cambio, Durán Ballén obtuvo el 67,1% en la
sierra, mientras su contrincante apenas el 21,8%.

Pero la diferencia más importante, y a la postre clave para la
victoria, se dio en Pichincha, donde Durán Ballén obtuvo el
80,7% de los votos contra el 19,2% de Nebot. Esa diferencia
significa en términos absolutos nada menos que 483.000 votos.

Al revisar las cifras de las últimas cuatro segundas vueltas
electorales, se tiene que nunca un candidato presidencial
había logrado una preferencia de votación tan clara en la
provincia de Pichincha. Solo se le acerca la obtenida por
Rodrigo Borja en 1988 con el 78,0%.

Pero, además, Durán Ballén rompe récords históricos de
votación en las provincias serranas de Azuay, Cañar, Carchi,
Cotopaxi, Chimborazo, Imbabura y Loja.

Nebot no fue Febres Cordero

Los datos anteriores muestran, por otro lado, las dificultades
que tuvo Jaime Nebot para conquistar al electorado serrano,
pues recibió una votación muchísimo más baja que la obtenida
por su tutor político, León Febres Cordero, hace 8 años. El
entonces candidato del Frente de Reconstrucción Nacional, una
alianza de todos los partidos de la derecha, logró el 43,6% de
los votos en la sierra, mientras en la costa captó el 60,4%.

Esa abrumadora diferencia en la costa sobre su rival de
entonces, Rodrigo Borja, más la importante votación en la
sierra, hicieron posible su apretado y sorpresivo triunfo en
la segunda vuelta de 1984, después de haber sido derrotado en
la primera vuelta.

La diferencia lograda ayer por Sixto Durán Ballén sobre su
contrincante es la segunda más alta después de la obtenida en
abril 1979 por Jaime Roldós. En esa elección, el candidato
cefepista ganó con una diferencia de 36,9 puntos porcentuales.

Ayer, Durán Ballén ganó por un margen de 15,7 puntos
porcentuales, que en términos absolutos da una diferencia de
590.925 votos.

La diferencia más pequeña en una segunda vuelta se dio en 1984
cuando Febres Cordero logró una ventaja de solo 3,1 puntos
porcentuales sobre Rodrigo Borja.

Una votación para la unidad nacional

Hoy, los analistas empiezan a reconocer la importancia de la
segunda vuelta electoral para consolidar una amplia base
popular de apoyo para el nuevo gobierno. Los resultados de
ayer domingo son un buen ejemplo: Durán Ballén logró una
votación muy consistente en la costa y una hegemonía clarísima
en la sierra, con lo cual varió cualitativamente su
posicionamiento electoral y político en el conjunto del país.

Si se compara, por ejemplo, el triunfo de Durán Ballén con el
de Rodrigo Borja en 1988 sobre Abdalá Bucaram, se tiene
efectivamente una votación menos polarizada en términos
regionales. En 1988 el voto de la costa se fue masivamente
hacia el candidato populista, mientras el de la sierra se
dirigió hacia Borja, aunque éste finalmente haya ganado en 15
de las 20 provincias.

El triunfo en 19 provincias da a Durán Ballén las bases
iniciales suficientes para llevar adelante su propuesta de un
gobierno de unidad nacional, sobre una política de consenso
que demanda, según lo dijo ayer en la noche, una moratoria
política.

Podría decirse que, por segunda vez, el voto de los
ecuatorianos se inclina claramente hacia la búsqueda de una
política de consenso nacional, similar a lo ocurrido con Jaime
Roldós en 1979, cuando el país nacía nuevamente a la
democracia.

Los retos al nuevo proyecto

Sin embargo, esa posibilidad dependerá en buena medida de la
capacidad que tenga el nuevo gobierno para plantear una
propuesta política que reciba el apoyo de las demás fuerzas en
el Congreso.

Allí dependerá en gran parte de la actitud que tomen frente al
nuevo gobierno el Partido Socialcristiano, que tiene 21
diputados, y el Partido Roldosista Ecuatoriano que logró 15
puestos. La alianza PUR-PCE tienen en total 17 diputados.

Los analistas también señalan como un reto para el nuevo
gobierno y su proyecto de unidad nacional, la actitud que
adopte el alcalde de Guayaquil, León Febres Cordero, quien
goza de un amplísimo respaldo político en la ciudad más
poblada del país. Más aún si se tiene en cuenta que Febres
Cordero ha declarado en reiteradas oportunidades que solo un
presidente guayaquileño podrá salvar a Guayaquil, una postura
que, por momentos, parece poner un dique regional a cualquier
proyecto de unidad nacional, salvo, por su puesto, si habría
ganado en las elecciones de ayer Jaime Nebot Saadi. (5A)




EXPLORED
en Ciudad N/D

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