Quito. 28.07.93. Muy temprano en este siglo Argentina comenzó a
transitar el experimento de su industrialización, matizado con
una creciente participación del Estado no solo en la dirección de
la economía, sino también la producción misma. Al finalizar el
siglo, para muchos expertos, ese modelo ha hecho crisis y los
argentinos ha vuelto a ser de los primeros en experimentar con la
privatización de importantes sectores de la economía. ¿En que
consisten esos cambios? ¿Cuáles son sus particularidades?¿Cuáles
son los primeros resultados de ese proceso? Algunas respuestas a
estas preguntas las bosquejó Domingo Cavallo, el actual ministro
de Economía del gobierno de Carlos Menem, en la vista que realiza
al Ecuador en estos días.

La privatización en Argentina jugó un papel fundamental en la
eliminación del déficit fiscal, puesto que había empresas
públicas con un alto déficit, que requerían permanentemente
aportes del Tesoro y eran causa importante del saldo negativo en
la contabilidad de todo el sector público, afirmó Domingo
Cavallo.

Sostuvo que, además, las empresas públicas eran antros de
corrupción, cuyas operaciones se hacían con muy poca
transparencia, al calor del gran desbarajuste monetario y del
proceso inflacionario que vivía el país.

La corrupción de las empresa públicas tenía mucho que ver con la
de sus ejecutivos en muchos casos y con porveedores privados,
explicó.

Expresó que la privatización era necesaria para hacer inversiones
que mejoraran los servicios y para resolver la deuda externa e
interna que el gobierno pudo reducirla gracias a los ingresos de
capital que significó la venta de las empresas.

Las pérdidas de las empresas estatales, muchas veces se han
originado en la corrupcion, en la malas decisiones e inversiones
que sustraían recursos y obligaban a pagar sueldos bajos y no
siempre en los altos salarios de los empleados públicos,
enfatizó.

Agregó que la calidad de los servicios era muy deficiente y se
necesitaba mucha inversión que el sector público no estaba en
condiciones de efectuarla.

La estrategia argentina

Al referirse a la estrategia adoptada por el gobierno argentino,
dijo que en primer lugar buscó la eliminación completa del déficit fiscal,
incluidos los del Banco Central y préstamos a empresas públicas,
a través de la privatización y de una eficaz administración
tributaria.

Luego, manifestó, eliminamos muchos impuestos, bajamos alícuotas
impositivas, pero organizamos una administración tributaria muy
eficaz, que luchó contra la evasión de impuestos y que permitió
incrementar la recaudación.

Cuando logramos asegurar que el déficit presupuestario era cero e
iba a mantenerse en esa situación, añadió, adoptamos una política
monetaria muy estricta, que denominamos de convertibilidad, que
consistió en apegar nuestra moneda al dólar, pero acumulamos un
100% de reservas para respaldar la base monetaria. Todo esto lo
hicimos en un contexto de apertura y de desregulación de la
economía enfatizó.

Cavallo dijo que ha sido un programa integral implementado en
cuatro años, que ha dado resultados no solo en la reducción de
la inflación, sino en términos de crecimiento.

Al respecto hizo notar que economía argentina creció en 8.1% en
1991, en 8.7% en el 92 y en el primer semestre de este año
en 7% anual.

Es decir hemos recuperado el crecimiento. Los capitales que antes
se fugaban han vuelto a la Argentina, la tasa de inversión está
aumentando vigorosamente. Lo que nos falta ahora, es aumentar la
tasa de ahorro interno para no depender tanto de la entrada de
capitales del exterior, comentó.

El sector agrícola

Al comentar la situación del sector agrícola argentino que en
estos momentos muestra descontento frente a la política económica
del gobierno, Cavallo explicó que los productos agropecuarios de
su país están pasando por una situación difícil, porque sus
productos tienen precios bajos en los mercados internacionales.

El gobierno ha hecho todo lo que estaba a su alcance para
reducir la carga impositiva que pesaba sobre ellos. Eliminó las
retenciones del 3% a las exportaciones agropecuarias, así como el
impuesto al gasoil, que es insumo importante de la producción
agropecuaria y del transporte y el impuesto a los activos que
pagaban las propiedades agropecuarias anotó.

Ahora el campo paga los mismos impuestos que la urbe: al valor
agregado, a la renta de las empresa y de las personas, así como
los impuestos provinciales y municipales, que son bastante altos,
sobre los cuales, el gobierno no tiene facultad para reducirlos,
explicó.

Sostuvo que el sector agropecuario de su país nunca tuvo crédito,
pero que ultimamente ha comenzado a tenerlo, aunque a costos
todavía caros. Tratamos de que haya mayores recursos, pero ellos
tienen que emerger de un incremento del ahorro nacional, porque
no podemos fabricarlos, anotó.

Para ello estamos tratanto de modificar el sistema previsional
argentino, anotó.

La posición de la burocracia

Con relación a la reacción de los sindicatos y de la burocracia a
los cambios propuestos por el gobierno argentino, Cavallo dijo
que sin bien algunos manifestaron su oposición, otros advirtieron
que los trabajadores estarían mejor luego de la privatización que
antes de ella.

Los sindicatos apoyaron la privatización del gas y del petróleo
y ahora tienen el 10% de las acciones en ese sector. Lo mismo pasó
con la electricidad y las telecomunicaciones, acotó.

Ahora los trabajadores ganan mucho más de lo que percibían
cuando las empresas eran estatales, porque al ajustarse el nivel
de empleo, ha aumentado la productividad. Los nuevos propietarios
han hecho fuertes inversiones que han aumentado la productividad.
Los salarios reales son mucho más altos que los que se pagaban
antes, añadió.
EXPLORED
en Ciudad N/D

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