Quito. 05 ago 99. La crisis económica y las frecuentes
paralizaciones contribuyeron al aumento del fracaso escolar.
Varios planteles aplican una evaluación diferente.

Los ojos de Sebastián Simbaña, un estudiante que está por cumplir
los 13 años, no dejan de observar los movimientos de su padre
que, con rostro incrédulo, trata de encontrar el nombre de su
hijo en la lista de calificaciones impresa en una cartelera del
Colegio Técnico Miguel de Santiago.

A los pocos segundos, el padre se sorprende al ver que su hijo
se quedó de año en siete materias: matemáticas, castellano,
ciencias naturales, sociales, inglés, dibujo y música. "Me
dijiste que solo tenías problemas en dos asignaturas... A más de
vago eres un mentiroso", le increpa mientras el chico, cabizbajo,
mira de reojo los zapatos empolvados de su padre.

A pocos pasos de ahí, dos madres junto a sus hijos de cuarto
curso intentan probar suerte con el profesor de química.
Cristian, de 15 años, dice que tiene que alcanzar 16 puntos en
el examen supletorio, de lo contrario corre el riesgo de repetir
el año. En los tres trimestres apenas sumó 25 de los 40 puntos
que se requieren para ser promovido de año.

Desde el lunes de esta semana, los rostros de nerviosismo
invadieron los pasillos de este Colegio, ubicado junto a la
iglesia de la Basílica. Para algunos estudiantes la suerte estaba
echada, no tenían más remedio que volver el año próximo al mismo
curso; para otros, su promoción dependía de uno o varios puntos.

En este plantel donde se educan 2 322 estudiantes, la mayoría de
escasos recursos económicos, el año que está por finalizar deja
un balance negativo en cuanto a la tasa de repitencia y
deserción. Ejemplo: de un promedio de 450 alumnos que estudian
en los 10 paralelos de primer curso, 11 repitieron y 23
desertaron.

El bajo rendimiento estudiantil también es evidente: de los 45
alumnos que hay en el primer curso, paralelo B, 23 quedaron para
supletorios (no alcanzaron los 40 puntos), tres se retiraron y
uno se quedó de año. Este plantel aún mantiene el sistema
tradicional de exámenes trimestrales. La vicerrectora, Libia
Jibaja, señala que pese a las continuas interrupciones que hubo
en el año, los porcentajes de pérdidas de año bajaron con
relación al ciclo anterior. Según sus cálculos, la tasa de
repitencia en el año 98-99 está en el 2 por ciento (46 alumnos).
Sin embargo, los cuadros de calificaciones instalados en las
carteleras hablan de un promedio de 12 alumnos repetidores en
cada curso.

Esa aparente reducción del nivel de repitencia se debe, según la
Vicerrectora, a que los profesores sí trabajaron para impedir que
los chicos pierdan el año. "Nuestra misión no está encaminada a
que los alumnos paguen los platos rotos, el problema es que la
crisis económica impactó fuerte en su rendimiento".

Si bien las escuelas y colegios de la Sierra y Amazonia aún no
tienen contabilizado el porcentaje de pérdidas de año, en la
oficina de Estadísticas del Ministerio, los técnicos ya tienen
un balance: en el periodo 98-99 se quedaron de año 132 294
estudiantes de Costa, Sierra y Oriente (65264 de primaria y 67
030 de secundaria). La repitencia aumentó en relación a 1997-98,
este año hay 5 232 estudiantes más que se suman a la lista de
repetidores.

Este incremento motivó que la ministra, Rosángela Adoum, mediante
acuerdo 1602 firmado el 30 de julio, autorice que por única vez
se recepte un nuevo examen final y supletorio hasta en dos
materias a los estudiantes del nivel medio. A criterio de Adoum,
la grave situación social y económica por la que atraviesa el
país y los paros frecuentes que ocasionaron la suspensión de
clases, determinaron que el proceso de aprendizaje pierda
secuencia y continuidad.

Pero hay otros factores que aportan al bajo rendimiento: la
aplicación de los exámenes trimestrales en que solo se mide la
memoria, la excesiva carga horaria y número de asignaturas -15
y más en el colegio-, la falta de apoyo sicopedagógico por parte
de los docentes y orientadores, la escasa afectividad familiar...

Para Magdalena Rosero, rectora del Colegio Simón Bolívar, el
fracaso estudiantil radica en dos aspectos: la falta de
capacitación docente y una evaluación caduca que solo toma en
cuenta los contenidos y no las destrezas del estudiante. Desde
hace 6 años este plantel tiene un proyecto de evaluación por
bloques de asignaturas. Las 3 000 alumnas tienen que alcanzar el
70 por ciento (14/20) en cada materia para pasar de año.

Según la propuesta, ninguna estudiante puede quedarse de año en
una sola materia. Si la alumna tiene bajo puntaje en matemáticas
y es muy buena en contabilidad recibe una compensación. El año
escolar tiene cuatro periodos -dos quimestres-, los exámenes
trimestrales desaparecieron y la evaluación es continua y
permanente. El proyecto también apunta a conseguir del maestro
un cambio de actitud y cada curso cuenta con el apoyo de un tutor
que presta asesoramiento y ayuda estudiantil. "En el sistema
tradicional aún existen profesores que creen que mientras más
alumnos dejan de año son los mejores, acá hemos desterrado ese
criterio", dice Rosero.

Un proyecto similar, aunque con exámenes trimestrales, aplica el
Colegio Experimental Femenino Espejo, con 2 100 alumnas. Los
resultados se notan: la tasa de repitencia bajó notablemente en
los últimos años. Un ejemplo: de las 235 alumnas que hay en los
cinco paralelos de primer curso, solo 10 pierden el año.

El impacto sicológico

La deserción es más alta * Según Guillermo Coba, jefe del Sistema
Nacional de Estadísticas Educativas (Sinec), el porcentaje de
repetidores para este año debería ser mucho más alto. El problema
no se agudizó porque muchos estudiantes dejaron de matricularse
por falta de recursos o desertaron en el transcurso del año. El
año anterior, 76 787 estudiantes de la primaria desertaron frente
a 63 085 niños que perdieron el año. Es decir, la tasa de
deserción es más alta que la de repitencia.

Fallas educativas * El sicólogo educativo Napoleón Vásquez
asegura que los vacíos que los alumnos arrastran de años
anteriores, el cambio de una escuela a otra, la agresividad de
algunos maestros, la falta de terapias en los planteles, las
vacaciones forzadas por los paros, la situación económica, los
castigos físicos y la falta de afectividad en el hogar, son
factores que influyen en la pérdida de año.

La motivación falta

El bajo rendimiento que repercute en el elevado porcentaje de
pérdidas de año tiene responsables: el Ministerio por no aplicar
un sistema nacional de evaluación que mida las destrezas y
aptitudes; los profesores que no saben evaluar y que, a la hora
del examen, tratan de sorprender al estudiante; los departamentos
de orientación que carecen de políticas de intermediación; y el
propio alumno a quien, al saber que tiene bajas notas, le invade
un trauma de desadaptación.

En ello concuerdan las rectoras Nelly García, del Colegio Espejo,
y Magdalena Rosero, del Simón Bolívar. El master Paco Bastidas,
rector del Colegio Mejía, cree que el programa que aplica su
institución puede servir de modelo para otras instituciones: a
más de establecer un nuevo sistema de evaluación continua el
plantel ejecuta campañas de motivación tanto en los maestros como
en los estudiantes.

La tarea de los maestros, según Bastidas, debe estar encaminada
a elevar la autoestima de los alumnos. En primer curso los
estudiantes reciben talleres de adaptación y herramientas de
aprendizaje con el fin de evitar posibles fracasos posteriores.
Los resultados: el porcentaje de repitencia entre los 4 000
estudiantes no es mayor al uno por ciento (40 alumnos). (Texto
tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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