Fortaleza, Recife. 14.04.93. En el cuarto año consecutivo de
sequía, 10 millones de campesinos sufren hambre y escasez de
agua, según cifras oficiales, en la región semiárida del Nordeste
de Brasil, de 960.000 km2 o una superficie equivalente a la de
Francia y España, en donde la AFP realizó un reportaje la semana
pasada.

En esta región marcada por el minifundio y una agricultura de
subsistencia, sin irrigación, los campesinos vieron secarse este
año sus primeros dos o tres plantíos, porque la temporada de
lluvias, que debía haber comenzado en febrero pasado, recién lo
hizo tímidamente a fines de marzo y de manera irregular. En
algunas áreas, como el sertón central de Pernambuco, aún no
pudieron siquiera comenzar a plantar, porque las últimas lluvias
cayeron casi un año atrás.

Calcinada por el sol, la tierra se desgrana como arena en las 5
hectáreas de Moisés Cavalcante de Carvalho, 43 años, casado y con
dos hijos pequeños, en el municipio de Sertania, centro de
Pernambuco. El reservatorio de agua más cercano se encuentra a 70
km. El camión cisterna le dejó 10 tambores de 22 litros cada uno,
3 semanas atrás, que ya están casi vacíos. Sin poder plantar,
sobrevive comprando y vendiendo carbón y madera, y recibiendo de
vez en cuando una cesta básica de alimentos del gobierno
estadual.

Francisco Lopes Viana, Presidente de la regional Fundación
Cearense de Meteorología y Recursos Hídricos (Funceme), dijo a la
AFP en Fortaleza que la cosecha "se frustrará parcialmente, como
la de los tres años precedentes", pero subrayó que la cuestión
del agua "será extremadamente grave este año". "Ya hay muchos
reservatorios secos", indicó.

En efecto, varias ciudades, como Fortaleza con 2,3 millones de
habitantes, capital del estado de Ceará, o Arcoverde de 50.000
habitanes, en el centro del estado de Pernambuco, sufren
racionamiento de agua. Centenas de municipios son abastecidas con
camiones cisterna, como Ouricurí de 70.000 habitantes en el oeste
de Pernambuco. En toda la región la lata de agua de 18 litros se
vende a 50 centavos de dólar, cuando los ingresos de la mayoría
de la población llegan a pocas decenas de dólares por mes.

En los tres años precedentes, las lluvias, que caen entre febrero
y junio, fueron netamente inferiores al promedio anual, indicó
Viana, quien previó que en 1993 serán entre 25% y 30% por debajo
del promedio de 700 mm anuales.

Los alrededor de 600 reservatorios públicos de la región,
formados por represas y con capacidad para 18.000 millones de
litros de agua, construídos en los últimos 100, se encuentran
actualmente con un promedio de un tercio de su capacidad, añadió.


Sólo dos ríos permanentes atraviesan el semiárido nordestino, que
se extiende por 10 estados: el San Francisco, que baña los
estados de Minas Gerais, Bahía, Pernambuco, Sergipe y Alagoas, y
el Parnaíba, que separa a los estados de Paraíba y Marañón.

El problema se agrava porque la degradación ambiental
-antropismo- ya alcanza el 73% del semiárido nordestino, lo que
disminuye aún más el escaso poder de retención de agua de la
vegetación (caatinga abierta), precisó Viana.

Esta situación generó en las últimas semanas tensiones sociales
en la región, con más de un centenar de invasiones de ciudades
por campesinos hambrientos, exigiendo alimentación y trabajo.

En una acción concertada por Federaciones de Sindicatos Agrícolas
de 5 estados nordestinos, 500 campesinos ocuparon el 13 de marzo
pasado la faraónica sede de la autarquía encargada del desarrollo
del Nordeste (Sudene), en Recife, y tomaron como rehén a su
Superintendente, Casio Cunha Lima, 30 años, para exigir del
gobierno federal un programa de emergencia.

Brasilia asignó entonces 180 millones de dólares para la
formación de "frentes de trabajo" para la realización de obras
comunitarias, en los cuales serán empleados 1.200.000 campesinos,
tres días por semanas, durante 3 meses a partir de abril, por 30
dólares mensuales, indicó Cunha Lima a la AFP.

Comisiones integradas por gobiernos municipales, sindicatos,
iglesia y organizaciones no gubernamentales reclutarán a los
trabajadores, seleccionarán las obras y supervisionarán la
aplicación del programa.

Desde la gran sequía de 1877, que costó la vida a 300.000
personas, el gobierno brasileño enfrenta las emergencias cíclicas
con frentes de trabajo y obras públicas coyunturales, práctica
denominada de "industria de la sequía", que beneficia antes a la
élite y políticos nordestinos que a los campesinos pobres, en vez
de encarar proyectos que les permitan convivir con las sequías.

El gobernador socialdemócrata de Ceará, Ciro Gomes, 35 años,
indicó a la AFP que "la sequía es un problema de naturaleza
política" y enfatizó que "casi nada estructural se ha hecho en la
región" para convivir con las sequías, a pesar de que el promedio
anual de lluvias es "el doble que en California". Cunha Lima
considera que "faltó decisión política para invertir en la
sequía".

"La sequía no es sólo falta de lluvia, es la estructura económica
y social que concentra tierra, ingresos y poder", afirmó por su
parte el Presidente de la Federación de Agricultores de Ceará,
Francisco de Lucena, cuya primera reivindicación es la reforma
agraria.

Según Viana, con inversiones de 3.000 millones de dólares puede
completarse la infraestructura hídrica del semiárido nordestino.
"Habrá que duplicar los 600 reservatorios públicos de agua hacia
el final del siglo, antes de importar agua de la Amazonía",
concluyó.
EXPLORED
en Ciudad N/D

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