Quito. 09 ago 2000. Hasta el momento solo sondas y vendas han
sido rescatadas y llevadas al Hospital Andrade Marín. Las compras
tienen un nuevo sistema.

Cuatrocientos o 500 mil pares de guantes número cinco están
tirados en las bodegas", comenta Rubén Buchelli, director del
Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM).

El promedio de talla de los guantes para un cirujano está entre
siete y medio y ocho, mientras que para una enfermera entre seis
y medio y siete, por lo que ese lote es prácticamente inservible.
"Tal vez a alguien le sobraron los guantes en su empresa e hizo
el gran negocio vendiéndolos en el Seguro Social", comenta el
director aventurando una explicación como todos los que en su
momento han hablado sobre el tema.

Nada está claro aún sobre el caso de los insumos y medicamentos
almacenados y arrojados a la caducidad y el deterioro en tres de
las cuatro bodegas que posee el Instituto en Quito,
principalmente en las dos ubicadas en el sur de Quito (El Calzado
y Chimbacalle), y que desde hace dos años están a cargo del HCAM.

Errores en la programación, desconocimiento en administración de
insumos, negociados... por el momento solo se especula con base
en los datos que arroja el inventario.

"Esperamos que para finales de este año termine la toma física y
podamos saber qué insumos se pueden rescatar y utilizar, con las
medicinas ya no se puede hacer nada. Hasta el momento, hemos
cubierto la demanda de sondas del hospital con lo que se ha
sacado de la bodega de Carretas -norte de la ciudad- donde no
había muchos artículos almacenados, también se han traído algunas
vendas para yeso", cuenta Buchelli.

Con este tipo de insumos aún se puede trabajar pese a que sus
fechas de caducidad también se remontan a mediados de la década
pasada, la diferencia está en que lo que expira es su tiempo de
esterilización por lo que después de una nueva esterilización
pueden ser aprovechados.

Pero, por desgracia, este proceso no es aplicable a todos los
insumos depositados en las bodegas: incluso sin que se haya
podrido el caucho o el material con el que fueron fabricados -
como sucedió con algunos de los centenares de bolsas para agua y
el gran lote de pañales que, al parecer, se compraron para 10 o
15 años-, es casi imposible utilizarlos.

Artículos como sondas vesicales de un diámetro gigantesco que
nadie puede utilizar o los guantes; insumos descontinuados como
prótesis que se colocan con un tiempo de vida útil de dos años,
cuando en la actualidad sus pares tienen una de 15 años, o
catéteres que ya no se utilizan en ningún procedimiento;
substancias de plano inservibles como las centenares de botellas
de iodopovidona, que por principio nunca se aplica en la piel
porque la irrita y bloquea la tiroides, tampoco en pisos porque
los mancha, y los líquidos de diálisis.

"Tengo entendido que, hace ocho o 10 años, se hizo un contrato
inmenso sobre esos líquidos, pero cuando los comenzaron a
utilizar en las diálisis de los pacientes estos presentaron
malestar. Hicieron el análisis en el Instituto Izquieta Pérez,
según me contaron, y ahí se determinó que no eran aptos para la
aplicación humana. El proceso de adquisición se frenó pero no sé
si el Instituto pagó, les devolvieron la plata o los multaron, lo
único cierto es que se quedaron almacenados en las bodegas del
IESS", explica el director del HCAM.

Determinar la pérdida real se dificulta por datos todavía
extraviados como este, sumados al hecho de que en las bodegas el
único registro de su movimiento que sobrevive al deterioro son
los libros mayores y algunas facturas sueltas y revueltas en
cajas de cartón, dentro de una vieja oficina y debajo de una
escalera en la ex fábrica de estructuras del IESS.

"Eso llevará años", opinan algunos médicos del Carlos Andrade
Marín, quienes también aseguran que el tema de las bodegas era un
problema conocido pero siempre postergado, "se comentaba que ahí
se guardaban horrores y se enviaban comisiones pero nunca nadie
pudo terminar el inventario... las pérdidas podían haber sido
menores".

Ahora se intenta limpiar de una vez por todas las bodegas:
rescatar lo útil y llevarlo al HCAM, quemar los fármacos vencidos
y los insumos dañados, e investigar los detalles de las compras
para determinar responsabilidades sobre este absurdo.

Ya no se acumula, se compra cada mes

A mediados del año empezó el inventario de las bodegas. ¿Por qué
no se hizo nada antes? Lo único claro es que al sistema de
adquisiciones le faltaba lógica y control.

Hoy, las compras son descentralizadas. En el Hospital Carlos
Andrade Marín (HCAM), a partir de este año, las adquisiciones se
realizan cada mes, "se compra solo lo que se requiere y se evitan
almacenamientos innecesarios", asegura Rubén Buchelli, director
del HCAM.

Ahora, cada departamento revisa el plan de compra y añade sus
requerimientos, "lo que vamos a hacer después es entregar a los
jefes de área un porcentaje fijo del presupuesto para que sepan
cuanto pueden gastar y definan bien lo que necesitan".

El HCAM se está manejando con un presupuesto de cerca de 320 mil
dólares al mes para medicinas e insumos, cuando lo óptimo son 480
mil.

"Pero llegamos a agosto y tenemos lo suficiente para funcionar y
esto en parte se debe a la optimización del sistema de compras:
reunimos a las áreas de control, intervención, administración,
jurídica y dirección para tomar las decisiones". Buchelli afirma
que el proceso se realiza en 3 días: llaman a un concurso rápido
con pagos previstos cada 8 días, esto es atractivo para los
laboratorios que en buen número ofertan sus productos los que, en
medio de la competencia, tienden a bajar de precio. (Texto tomado
de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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